Pilar López Sancho : “Al principio pensé que el problema de las mujeres en ciencia se arreglaba en dos años”
La física acaba de recibir un premio europeo por su actividad investigadora y por su labor en defensa de las mujeres científicas durante los últimos 25 años
Pilar López Sancho (Madrid, 69 años) acaba de recibir uno de los galardones más importantes que puede recaer en una física europea: el premio Emmy Noether, con el que la Sociedad Europa de Física reconoce a aquellas mujeres con una importante trayectoria en investigación en...
Pilar López Sancho (Madrid, 69 años) acaba de recibir uno de los galardones más importantes que puede recaer en una física europea: el premio Emmy Noether, con el que la Sociedad Europa de Física reconoce a aquellas mujeres con una importante trayectoria en investigación en física, unida a la defensa de las mujeres en esta disciplina. En su caso, y junto a sus más de cuarenta años dedicados a la investigación en física de la materia condensada, está su actividad en la búsqueda de la igualdad para las mujeres científicas. López Sancho, profesora de investigación del Instituto de Ciencia de los Materiales (CSIC), está discretamente detrás de la mayoría de las acciones que se han realizado en España en los últimos 25 años en defensa de las científicas. Fue cofundadora, y presidenta entre 2010 y 2013, de la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas (AMIT); impulsora y presidenta entre 2008 y 2019, de la Comisión de Mujeres y Ciencia del CSIC y cofundadora del Grupo de Mujeres en Física de la Real Sociedad de Física de España. Esta entrevista tuvo lugar al día siguiente de que recibiera, en Madrid, el premio Emmy Noether. “Estoy agradecidísima”, explica, “y eso que yo me siento mejor siendo monaguilla. Lo de ser el centro de atención no me gusta mucho, pero la verdad es que el acto fue precioso”. Pilar López Sancho se muestra humilde (”no sé si yo me merezco una entrevista en EL PAÍS”), algo distante, con una distancia de la que no se llega a saber si es frialdad o solo timidez, y también es es precisa, con la precisión de la física. Durante toda la entrevista no deja citar a todas las mujeres con las que ha compartido sus años de investigación científica y de lucha feminista.
Pregunta. En su discurso de agradecimiento al recibir el premio comenzó dando las gracias por el nombre que tiene, el de Emmy Noether.
Respuesta. Es que la elección del nombre es muy fina. Emmy Noether no era física, era matemática, es la madre del álgebra moderna. Pero en 1915, el científico David Hilbert le dijo a Einstein que había una ley de conservación en la Teoría General de la Relatividad que no le convencía y que iba a poner a Noether a que lo estudiara. Dos años después, Emmy Noether publicaba un artículo con dos teoremas, en uno explicaba las bases matemáticas de la teoría de la relatividad y en el otro relacionaba las simetrías con las leyes de conservación. Ese es el teorema de Noether y casi todas las teorías modernas de física están basadas en él, así que su importancia para la física es enorme. Pero casi nadie la conoce y nunca cobró por su trabajo porque era una mujer.
P. Además de su trabajo como investigadora en física de la materia condensada, usted le ha dedicado mucho esfuerzo a la lucha por la igualdad de las mujeres en la ciencia. ¿Fue siempre consciente de que existía discriminación?
R. No, no lo fui hasta más o menos el año 1999 que es cuando se hizo público el informe ETAN [el primer informe de la Comisión Europea sobre la situación de las mujeres en el sector de la ciencia europea, que concluía que “la infrarrepresentación de las mujeres amenaza los objetivos científicos de alcanzar la excelencia, además de ser un derroche y una injusticia”]. También recuerdo un estudio del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) sobre esa misma cuestión y con conclusiones muy parecidas. Que un instituto de la categoría del MIT reconociera que había discriminación hacia las mujeres en su claustro te hace pensar porque ellos eran los excelentes.
P. ¿Y qué hizo?
R. Por entonces, Flora de Pablo, también del CSIC, había publicado un artículo de opinión en EL PAÍS denunciando esto mismo y nos fuimos a hablar con el presidente del CSIC que entonces era el físico Rolf Tarrach. Su reacción fue: “No, no. En un organismo científico no hay sesgos”. Pero accedió a hacer un grupo de trabajo. Ese grupo se encargó de publicar las primeras estadísticas desagregadas por sexo y salía exactamente igual que el informe ETAN. Había poco más del 30% de mujeres, pero el 70% de esas mujeres estaban en la categoría más baja. Entonces, Tarrach creó una comisión asesora que fue muy importante porque puso encima de la mesa los problemas. Pero hubo que luchar: los sindicatos decían que aquello era clasismo, los sociólogos decían que los datos no estaban interpretados correctamente…
P. En ese momento también crean la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas…
R. Sí, era el año 2001 cuando surgió la idea de crear la asociación. Pero tengo que decir que fue Flora de Pablo, que ha sido muy importante, la que trabajó sin descanso ese verano para crearla. Éramos unas pocas investigadoras. Flora, Carmen Vela, María Ángeles Durán, Eulalia Pérez Sedeño, Agnes Gruart, entre otras… Al principio íbamos por las universidades como contando el Evangelio. Y había veces que venía muy poca gente. Pero ha tenido su importancia, muchísima importancia. Igual que la Comisión de Mujeres y Ciencia del CSIC.
P. Han pasado más de veinte años, ¿siguen luchando ahora por lo mismo?
R. Al principio yo pensé que esto se arreglaba en dos años. La Comisión Europea había creado el Grupo de Helsinki para que hiciera recomendaciones que solucionaran el problema. Lo habíamos puesto encima de la mesa. Pero no, no se arregla. Es mucho más complejo de lo que se pueda pensar. Es que lo llevamos dentro, lo tenemos normalizado. Y en ciencia es más, no sé cómo decirlo, tozudo, porque los científicos piensan que ellos no son así, que son objetivos porque su trabajo se basa en los datos. Es como decía Tarrach, que era por méritos. Y sí, son méritos, pero depende de cómo midas esos méritos.
P. Y de forma simultánea a esta lucha feminista, usted ha desarrollado su carrera científica. ¿Qué es la física de la materia condensada en la que investiga?
R. Antes se llamaba física del estado sólido. Y es física en la que los átomos están formando estructuras cristalinas, sólidos. Al principio, yo trabajaba en física de superficies. Estudiaba cómo interaccionaban las técnicas, por ejemplo los rayos X o los electrones, con la materia sólida. Las superficies tienen mucha importancia porque hay que tratarlas para que no tengan defectos o para que no se oxiden. Y luego poco a poco, como las superficies son bidimensionales, me fui a materiales de baja dimensionalidad porque surgieron materiales de dos dimensiones en los que cambian totalmente las propiedades. Los electrones se comportan de diferente manera en un sólido con un volumen grande y en un sólido de una sola capa y eso tiene aplicaciones muy importantes. Sobre todo el grafeno.
P. Precisamente, usted investiga desde hace un tiempo el grafeno
R. Sí, hago modelos para interpretar propiedades electrónicas de estos materiales. He trabajado últimamente en cintas, que son tiras de grafeno que también tienen distintas propiedades según orientes la red. Yo hago la teoría, pero esas cintas se han hecho ya experimentalmente. Como el grafeno es una red hexagonal, dependiendo de si termina con átomos en zigzag o termina de otra manera tiene distintas propiedades, hasta el punto de que uno puede ser conductor y otro aislante. Todas esas cosas dan mucho juego.
Puedes seguir a MATERIA en Facebook, Twitter e Instagram, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.