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Matthei, la perplejidad de la derecha liberal chilena

La economista de 72 años hasta hace unos meses era la favorita para ganar la elección. Pero su mundo ha quedado perplejo ante las dos nuevas derechas que han nacido por el extremo

Rocío Montes

De los ocho candidatos a la Presidencia de Chile que este domingo estarán en la papeleta, Evelyn Matthei (Santiago de Chile, 72 años) tiene la más larga trayectoria pública. Desde que irrumpió en la política en 1988, la economista de la derecha histórica ha sido diputada, senadora, ministra del Trabajo del primer Gobierno de Sebastián Piñera, candidata presidencial por accidente en 2013 —perdió frente a Michelle Bachelet, socialista— y alcaldesa de Providencia, un municipio acomodado de Santiago de Chile. Estudiosa, trabajadora, de conocido carácter fuerte, impulsiva, desconfiada, descendiente de alemanes luteranos —aunque su abuela materna del País Vasco, católica, fue de enorme influencia—, a Matthei la conoce todo Chile hace cuatro décadas. Arrancó esta campaña como favorita, pero los dos candidatos de la derecha extrema, el republicano José Antonio Kast y el libertario Johannes Kaiser, han dejado perplejo a su mundo, que se debate entre sumarse a las fuerzas radicales o, en cambio, defender la existencia de una derecha moderna desapegada de la dictadura de Augusto Pinochet, una ruta más difícil y larga. La propia Matthei, hija de un integrante de la Junta Militar del régimen, no ha logrado iluminar un camino propio y en esta campaña se le ha visto confundida: en ocasiones dura como Kast y Kaiser, errática respecto de los 17 años de Pinochet y, solo a veces, como la líder que puede entregar certezas a Chile en un momento de incertidumbre donde los ciudadanos piden, sobre todo, un país seguro.

Hija de Fernando Matthei, general de la Fuerza Aérea de Chile (FACh) ya fallecido que hizo toda la carrera militar, desde abajo, por lo que estuvo en distintas misiones tanto en Chile como en el extranjero a mediados del siglo pasado. En los años 50, Matthei estuvo destinado a una base aérea del norte de Chile, en Antofagasta, donde se hizo amigo íntimo de un uniformado llamado Alberto Bachelet. Las hijas de ambos, Evelyn y Michelle, tenían dos años de diferencia, por lo que nunca fueron amigas, pero las niñas que todavía no cumplían 10 años vivieron en las mismas casas de Cerro Moreno, en pleno desierto, y acudieron a la misma escuela. Tienen una matriz común, la vida entre oficiales de la FACh, aunque el devenir de Chile, el golpe de Estado de 1973, y la biografía de sus propios padres —Bachelet murió torturado por su compromiso con el Gobierno de Salvador Allende y Matthei fue parte del Gobierno y de la Junta Militar de Pinochet— haya distanciado a las familias. Las vidas de ambas mujeres son, de alguna forma, un retrato del quiebre que experimentó Chile hace 52 años.

Evelyn Matthei en un evento de campaña, el 13 de noviembre.Foto: EFE | Vídeo: EPV

La candidata Matthei realizó sus estudios secundarios en el Colegio Alemán —la influencia alemana marca su biografía—, estudió piano desde niña, luego de salir del colegio se especializó en Londres en el instrumento y después regresó a Chile, en los primeros años de la dictadura de Pinochet, para cursar economía en la Universidad Católica, donde egresó con honores aunque no llegó a titularse de ingeniera comercial. Quería regresar al Reino Unido, sin embargo, conoció a un profesor de su universidad, Jorge Desormeaux, tres años mayor, con el que se casó en 1979 y tuvo tres hijos, que hoy cuidan mucho su privacidad. Su marido, afectado de Párkison, es un destacado y conocido economista que llegó a ser vicepresidente del Banco Central. Ambos constituyen una de las parejas de mayor estabilidad de la política chilena, aunque en esta campaña presidencial él no ha jugado un papel protagónico, dada su delicada condición de salud que el propio Desormeaux reveló en una entrevista. “Hemos pasado momentos que son duros”, confesó ella en la televisión pública. “Empieza a estar entre nosotros la sensación ya de que las cosas no vienen bien”, agregó la candidata, conocida por gran capacidad de trabajo y energía, pese a su edad.

Su vida política está ligada a Sebastián Piñera, que fue dos veces presidente de Chile y falleció en un accidente en helicóptero a comienzos de 2024. Fue su profesor en la Universidad Católica, luego su empleador, su amigo. Junto a otro dirigente importante de la derecha, Andrés Allamand, actual Secretario General Iberoamericano, Piñera la fichó para integrarse a una fracción liberal del partido de derecha Renovación Nacional, RN, a meses del plebiscito de 1988 que definió la suerte del dictador. Matthei hizo campaña por el a Pinochet, luego respaldó al candidato presidencial de la derecha, Hernán Büchi, y aunque perdió ambas batallas, fue electa diputada por RN en el primer Parlamento de la democracia en 1990. Fue de las pocas mujeres que integraron el Congreso y la única que formó parte de la comisión de Hacienda, conformada solo por hombres.

Es parte de las curiosidades de Matthei: fue de avanzada y abrió caminos a las mujeres en la derecha y en la economía, tradicionalmente espacios masculinos. Apoyó desde el Parlamento las primeras reformas de la democracia. Aunque apoyó al régimen de Pinochet en el plebiscito -está ligada familiarmente a la dictadura y este hecho la pone en contante contradicción-, formó parte de una patrulla juvenil que con Allamand y Piñera buscaban modernizar la derecha y democratizarla. Ese proyecto, por un caso de espionaje telefónico en el que Matthei mintió a todo el país, finalmente estalló por los aires. Salió de RN, terminó militando en la UDI, un partido doctrinario que tenía que ver poco con ella, pero mantuvo un camino propio: ganaba elecciones y era la punta de lanza de una derecha que era capaz de apoyar libertades individuales como el divorcio, que en los años 90 no estaba permitido en Chile. Pero la gringa, como le llaman, quizá por la ligereza ideológica de la que se le acusa, en esta campaña presidencial -para la que se preparó toda su vida política- no logró perfilarse como una alternativa diferente a Kast y Kaiser y, finalmente, terminó fundiéndose con ellos. Hubo un intento: cuando acusó a Kast de una “campaña asquerosa” en su contra animada por bots y trolls de redes sociales con el mensaje de que estaba incapacitada mentalmente para ocupar la Presidencia. Pero la derecha económica, de la que Piñera se libró por ser él mismo un millonario, impidió que Matthei llegara hasta los tribunales con su denuncia. Los empresarios argumentaron que tensionar a la derecha en un momento clave en que tiene las principales chances de recuperar el poder, era un error garrafal.

Existe alguna opción de que sea ella la que pase a segunda vuelta con Jara, si el votante se modera y da la espalda a las derechas extremas. Pero no es lo más probable. En ese caso, muchos se preguntan si Matthei -la que ha mostrado tener muchas vidas- se retirará o no de la política. Parece difícil imaginársela con una vida sosegada.

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Sobre la firma

Rocío Montes
Es jefa de información de EL PAÍS en Chile. Empezó a trabajar en 2011 como corresponsal en Santiago. Especializada en información política, es coautora del libro 'La historia oculta de la década socialista', sobre los gobiernos de Ricardo Lagos y Michelle Bachelet. La Academia Chilena de la Lengua la ha premiado por su buen uso del castellano.
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