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Cae Miguel Crispi, el asesor, amigo y compañero político que Boric no quería dejar ir

Durante dos años y medio, el sociólogo y jefe de asesores del mandatario de izquierdas, parte de su generación desde que eran estudiantes universitarios, protagonizó una de serie de controversias, hasta que dimitió este lunes

Miguel Crispi en Santiago, Chile, el 12 de agosto del 2019
Miguel Crispi en Santiago, Chile, el 12 de agosto del 2019Johanna Zárate P. (Cámara de Diputados)
Ana María Sanhueza

Tras dos años y medio a cargo de liderar el equipo de asesores del presidente Gabriel Boric en La Moneda, un cargo clave que busca proteger al mandatario y anticipar los conflictos del Gobierno, este lunes renunció el sociólogo Miguel Crispi Serrano (39 años), del Frente Amplio (FA). Fue una gestión polémica –marcada por su papel en el caso Convenios, el caso Monsalve y la fallida compra de la casa de Salvador Allende–, aunque el presidente hasta ahora se había resistido a sacarlo, incluso pasando por alto las presiones del propio oficialismo. El propio Crispi, sin embargo, habría considerado inviable su continuidad en el último año de Gobierno, que se inicia este martes 11 de marzo. Como Maya Fernández, que renunció a la cartera de Defensa, Crispi también tenía muchos flancos abiertos.

En septiembre de 2022, pocos días después del plebiscito en que el 62% de los chilenos rechazó la propuesta constitucional impulsada por una mayoría de izquierdas, el Gobierno de Boric, que había puesto sus expectativas en ese proyecto para empujar gran parte de sus reformas estructurales, hizo un primer profundo cambio de rumbo al renovar su Gabinete. El mandatario sacrificó entonces a buena parte de su círculo íntimo, como la ministra del Interior Izkia Siches, y sumó a figuras de la exConcertación y de la exNueva Mayoría, entre ellas a Carolina Tohá, que asumió en reemplazo de Siches. Por aquellos días, renunció la que había sido por seis meses la jefa de asesores de Boric, Lucía Dammert, un puesto estratégico que supone advertir al presidente de las crisis que podría enfrentar. En su reemplazo, el mandatario nombró a Crispi, uno de sus amigos más cercanos y compañero político de generación.

Era uno de los fundadores de Revolución Democrática (RD), uno de los partidos que conforman hoy el partido único Frente Amplio, y llegó al corazón de La Moneda, a una oficina del Segundo Piso –como se le conoce al lugar donde trabajan los asesores presidenciales– desde la subsecretaría de Desarrollo Desarrollo Regional. El sociólogo se sumó así al círculo estrecho del mandatario en La Moneda, parte de la generación que irrumpió en lo público en las protestas universitarias de 2011, junto a la portavoz Camila Vallejo y a Giorgio Jackson, su compañero de ruta que renunció en agosto de 2023, ad aportas de una acusación constitucional que presentaría en su contra la oposición. La salida de Jackson supuso entonces el fin de trunvirato estudiantil en el palacio presidencial, pero todavía quedaba una figura emblemática: el jefe de asesores.

En 2009, Crispi, quien primero fue del Partido Socialista (PS), fue electo presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica (FEUC), cargo en el que dos años después lo sucedió Jackson (Boric estudió en la Universidad de Chile). En 2012, junto a Jackson, fundó RD. Durante el segundo Gobierno de Michelle Bachelet (2014-2018) trabajó como asesor para el equipo de reforma educacional en el ministerio de Educación, liderado por Nicolás Eyzaguirre. Entre 2018 y 2022 fue diputado, al igual que Boric, Vallejo y Karol Cariola, diputada comunista.

De ‘caso Convenios’ a la acusación a Monsalve

El cargo que ocupó Crispi como principal consejero del presidente, solía ser en Chile, en administraciones anteriores, más bien de bajo perfil. Y aunque el sociólogo intentó cultivarlo, los dos años y medio en que estuvo en el puesto estuvieron marcados por una serie de controversias que lo mantuvieron con un papel protagónico, incluso hasta su último día. La oposición presionó varias veces para que renunciara y, aunque él también quiso hacerlo, siguió en su puesto. Algunos sectores del oficialismo –de los moderados del Socialismo Democrático– también se habían sumado a las peticiones por su salida, pero Boric se resistía continuamente.

Estas controversias arrancaron con el primer caso de corrupción del FA, cuando el 16 junio de 2023 estalló públicamente el escándalo de Democracia Viva, la primera fundación implicada en el caso Convenios, una trama de desvíos de recursos públicos a organizaciones privadas, que tenían como misión, supuestamente, trabajar en proyectos en asentamientos precarios. Crispi entonces fue llamado a declarar a la comisión investigadora de la Cámara de Diputados, que quería saber cuándo se enteró el Gobierno de que se avecinada la denuncia. Tras tres citaciones, finalmente testificó en noviembre y allí admitió ante los parlamentarios que el 7 de junio, es decir, nueve días antes de que estallara el caso de Democracia Viva, supo “por un rumor” de los hechos que vinculaban a la fundación. Pero insistió en que el mandatario solo se enteró “el 16 de junio, como es de público conocimiento”, es decir, el mismo día en que la noticia fue publicada por el medio de Antofagasta, Timeline. En julio de 2024, declaró ante la Fiscalía, en la misma causa, en calidad de imputado.

Este lunes, pocas horas antes de presentar su renuncia ante Boric, Crispi había acudido a otra comisión investigadora de la Cámara de Diputados, que se abrió en noviembre de 2024 para revisar la actuación de las autoridadades del Gobierno ante la denuncia por violación y abuso sexual que una asesora presentó en contra del exsubsecretario del Interior Manuel Monsalve, en prisión preventiva hace casi cuatro meses. La instancia, presidida por Miguel Mellado, de Renonovación Nacional (RN), de la derecha tradicional, terminó abruptamente cuando el sociólogo le explicó que por su cargo “hay contenidos que no puedo compartir”.

En la instancia, los parlamentarios indagan en los momentos previos a la dimisión de Monsalve el jueves 17 de octubre. Esto, luego que el subsecretario del Interior se mantuviera dos días más en el cargo, pues tras reunirse con Boric en su oficina al mares 15, se le permitió ir desde Santiago al sur de Chile para hablar con su familia. Por ello, se le preguntó al sociólogo si le sugirió al mandatario, antes de que viajara Monsalve, que debía solicitarle su renuncia y si lo asesoró respecto de esa decisión. Crispi, tal como lo había hecho en diciembre, respondió a Mellado, en un tenso momento: “Dada la función legal que cumplo como jefe de asesores, no podría yo compartir las conversaciones o los contenidos del espacio deliberativo íntimo del presidente de la República”.

Tras la respuesta de Crispi, Mellado anunció que oficiaría a la Contraloría general de la República a fin de que se aplique un procedimiento disciplinario, y levantó la sesión. Horas después, el sociólogo renunció a su cargo, una decisión que la Administración de Boric, que este 11 de marzo inicia el último tramo de su Gobierno, anunció junto a la dimisión de la ministra de Defensa, Maya Fernández Allende, la nieta del presidente socialista Salvador Allende que acompañó por tres años al mandatario de izquierdas.

Miguel Crispi será reemplazado por el ingeniero civil industrial Felipe Melo Rivara. Hasta marzo de 2025, el nuevo jefe de asesores de la presidencia era el director del Servicio Civil.

La salida de Crispi representa un duro golpe para el Gobierno, tanto por la cercanía que mantenía con el presidente, como por el momento político en que se produce: cuando arranca un año político marcado por las presidenciales y parlamentarias de noviembre. La candidata de la derecha tradicional, Evelyn Matthei, aseguró que “las renuncias de Miguel Crispi y Maya Fernández llegan tarde”. “El caso Fundaciones y la compra de la casa de Salvador Allende son inaceptables. Los chilenos están hartos del despilfarro de las platas públicas”, indicó la política que aparece como favorita en las encuestas para suceder a Boric desde marzo de 2026.

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Sobre la firma

Ana María Sanhueza
Es periodista de EL PAÍS en Chile, especializada en justicia y derechos humanos. Ha trabajado en los principales medios locales, entre ellos revista 'Qué Pasa', 'La Tercera' y 'The Clinic', donde fue editora. Es coautora del libro 'Spiniak y los demonios de la Plaza de Armas' y de 'Los archivos del cardenal', 1 y 2.
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