La caída de Jackson: el desplome del ‘triángulo estudiantil’ que llegó hace 17 meses a La Moneda
El presidente Gabriel Boric, la vocera Camila Vallejo y Giorgio Jackson forman parte de una misma generación política que llegó al poder tras irrumpir en las calles en 2011
El presidente chileno, Gabriel Boric, ha sufrido una fuerte derrota política y humana: este viernes por la noche, en la víspera de un fin de semana largo, su principal aliado y amigo, Giorgio Jackson, renunció a la cartera de Desarrollo Social, tras una reunión de una hora a solas en La Moneda. Lo hace en medio del anuncio de la derecha de acusarlo constitucionalmente en el Congreso para conseguir su destitución por el caso Convenios, una trama de desvío de recursos públicos a fundaciones ligadas, principalmente, al partido que fundó Jackson y lidera, Revolución Democrática (RD). Las presiones provenían, sin embargo, incluso de parte del oficialismo. Su caída, considerada a destiempo y tardía dado el desangramiento que produjo, representa el fin de un triángulo político que debutó en 2011 y 2012 en las calles en medio de las protestas universitarias y que llegó a La Moneda en marzo de 2022: el conformado por Boric, Jackson y Camila Vallejo, militante comunista, la actual ministra portavoz.
“Presenté mi renuncia al presidente, de forma indeclinable, porque estoy convencido de que se tienen que generar, por más injustos que sean, acciones y ambientes para los acuerdos. Me ha asistido esa convicción al momento de entregarle esta dura noticia al presidente”, dijo Jackson el viernes. Es una dimisión que se produce en momentos en que el Gobierno impulsa dos de sus promesas fundamentales de campaña, el pacto tributario y la reforma de pensiones, que han sido condicionados por la oposición por varios factores, entre ellos la salida del ministro.
Tu decisión, aunque surge de una tremenda injusticia contra ti, es un gesto muy generoso. En estos 12 años sé que tu único interés ha sido construir un país digno y justo para todas y todos. Espero que ahora podamos avanzar definitivamente y sin excusas en los acuerdos para subir… pic.twitter.com/52JaWdxYHa
— Camila Vallejo Dowling (@camila_vallejo) August 12, 2023
El caso Convenios, por el que la Fiscalía abrió una mega investigación, ha provocado no solo una crisis política, la mayor de esta Administración, sino que también hirió la promesa de probidad del Frente Amplio, la joven coalición de izquierda. Es un grupo que, en plena campaña presidencial, para marcar distancias con anteriores generaciones, había tomado como himno una icónica canción del argentino León Gieco, Los salieris de Charly. “Dicen la juventud no tiene para gobernar experiencia suficiente. Menos mal, que nunca la tenga. Experiencia de robar. Menos mal, que nunca la tenga. Experiencia de mentir”.
Jackson fue el jefe de campaña de Boric y, cuando el mandatario asumió, a los 35 años (era el único del grupo que tenía la edad que la Constitución exige para presentarse como candidato a la presidencia), instaló como piezas fundamentales a Jackson -entonces de 34 años- como ministro de la Secretaría General de la Presidencia (Segpres) a cargo de las relaciones con el Parlamento, y a Vallejo como portavoz. También nominó a la médica Izkia Siches en Interior, exdirigente de los estudiantes de la Universidad de Chile. Siches fue la primera en salir del Gobierno luego de un complejo debut que incluyó un atentado en la zona mapuche y, tras seis meses, fue removida tras la derrota en el plebiscito constitucional de septiembre de 2022. Pero aunque era muy cercana al mandatario, Siches no era parte del triángulo político histórico.
Por ello, la salida de Jackson, señala el sociólogo y cientista político Alfredo Joignant, columnista de EL PAÍS, implica que, “así, las cosas, en tan solo 17 meses de Gobierno, es lo esencial del círculo de confianza del presidente Boric el que se vio obligado a dimitir, dejando al presidente en una gran orfandad”.
Jackson, un referente
En la prehistoria de este grupo, coinciden varios analistas consultados por EL PAÍS, Jackson era una de las figuras con mayor propulsión. “Él siempre ha sido un referente de la generación que cuestionó a los partidos tradicionales, que entró a la política tempranamente, que buscó un camino propio. Era el más prominente, el que tenía más capacidad política“, dice la cientista política Pamela Figueroa. “Si hubiese que haber tenido que proyectar quién era el líder de esa generación, ese era Jackson. Incluso para llegar a La Moneda. Pero distintas razones fueron llevándolo por otro camino”, agrega Figueroa.
Por lo que representa el exministro, Mauricio Morales, politólogo de la Universidad de Talca, señala que su salida “es una derrota muy significativa”. Recuerda que “la generación política de Jackson fue electoralmente exitosa, sólo comparable a la que encabezó Eduardo Frei Montalva desde los años 50 y que culminó con su elección presidencial en 1964. Rápidamente, Jackson armó un partido político, lideró el Frente Amplio y puso contra la pared a la Concertación (coalición de centroizquierda que gobernó Chile entre 1990 y 2010), criticando abiertamente sus gobiernos y cuestionando los avances del país”.
Morales también recuerda que, durante la Administración de Sebastián Piñera (2018-2022), de la centroderecha, mientras fue diputado, en su rol opositor “Jackson representó el malestar de los chilenos con el desempeño de la democracia, cuyo punto cúlmine fue el estallido social de 2019″. Y el analista agrega: “El paso siguiente era llegar a la presidencia y lo lograron. Luego, venía el cambio constitucional. Fue con la derrota en el plebiscito de septiembre de 2022 que esta generación política comenzó a crujir”. Por ello, añade, junto con su salida, “muere todo componente refundacional del país, al menos en el corto plazo”.
El politólogo asegura que “Jackson cayó en el discurso rupturista y avasallador, quedando con una imagen que no se distingue de la política tradicional que él mismo criticó”. “Deja el Gobierno por la puerta trasera, cosechando sólo derrotas tanto en el plebiscito como en la elección de consejeros constitucionales (de mayo pasado, donde triunfó el Partido Republicano). Y lo peor de todo, es que deja a su coalición a merced de la derecha radical”.
Rodrigo Pérez de Arce, investigador del Instituto de Estudios de la Sociedad (IES), apunta a que la salida de Jackson no solo es muy dura para el Gobierno, sino también para su partido y para la joven coalición de izquierda: “Él es el riñón de lo que terminó siendo el Frente Amplio. Y, para Revolución Democrática, la renuncia significa que su líder, su rostro más importante, y quien desde su visibilidad fue articulando este proyecto político, termina saliendo de una manera bastante indigna: entra a la política por la puerta grande y termina saliendo, al menos temporalmente -enfatizo temporalmente- por la puerta chica. Porque, más allá de que no hay elementos para imputarle a él actos de corrupción, sí sale como el rostro asociado al caso Convenios de cara a la ciudadanía”.
Y añade: “Quizás lo más serio es que viene una crisis feroz, monumental, que toca a Revolución Democrática, y el partido no tiene gente para gestionar la crisis. Ese es el gran drama. Lo que debería venir ahora es una introspección muy fuerte, un análisis muy descarnado respecto de qué pasó, por qué el Gobierno perdió el control en situaciones súper sensibles y por qué la crisis no se gestionó a tiempo de manera tal de evitar un desangramiento feroz”.
La analista política María José Naudon coincide que, por la forma en que Jackson ha abandonado el ministerio de Desarrollo Social es, desde una primera perspectiva, “una derrota para el Gobierno”, pero también, acota, “es un triunfo para la derecha”. “Sin embargo, esta lectura no es suficiente. A la narrativa dignificadora que tiene toda salida, se suma la narrativa funcional y desafiante de Jackson. Esa es la clave. Él y su generación proponen entender esta renuncia como un sacrificio en vistas a un bien mayor: los acuerdos”. “Visto así –agrega Naudon–, su dignidad, coherencia y convicciones se reafirman. Esta crisis se transforma, para ellos, en un acto heroico exigido y provocado por los villanos: la derecha. La corrupción, en este juego, pasa a segundo plano. Si esto funciona, en el largo plazo (y esta generación tiene un extenso futuro en política) puede transformarse en un hito relevante de un relato victorioso”.
Es lo que comenzará a probarse a partir de la próxima semana, cuando Boric intente retomar el movimiento de un Gobierno con Vallejo, pero ya sin Jackson.
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