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Chile
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Todo lo sólido se desvanece en el aire

En tan solo 17 meses de Gobierno, es lo esencial del círculo de confianza del presidente Boric el que se vio obligado a dimitir, dejando al presidente en una gran orfandad

El presidente de Chile, Gabriel Boric, choca el puño a Giorgio Jackson
El presidente de Chile, Gabriel Boric y Giorgio Jackson durante un evento de presentación de los miembros de su gabinete en enero de 2022.Esteban Felix (AP)

La salida del exministro de Desarrollo Social y Familia Giorgio Jackson es muy reveladora de las forzadas transformaciones que ha experimentado el Gabinete del presidente Gabriel Boric en tan solo 17 meses de Gobierno. En efecto, con la renuncia de Jackson al ministerio mediante una sentida carta dirigida al jefe de Estado tras haberse reunido con él, es lo esencial del círculo de confianza original del presidente el que se retira: hay algo de fin de reino (a lo menos en el modo en el que lo hemos conocido) en la partida de Jackson.

Recordemos que, al momento de asumir el mando de la nación, el presidente Boric incorporó en su Gabinete a los exdiputados Giorgio Jackson (Revolución Democrática) y Camila Vallejo (Partido Comunista), quienes fueron sus compañeros de ruta durante las movilizaciones estudiantiles de los años 2011-2012 que forjaron su condición de líderes y la promesa de ser la nueva generación de izquierdas. Es en ellos que se personifica la irrupción de toda una generación política (eligiendo a un puñado de diputados en 2013, aumentando su representación en 2017 para definitivamente alcanzar el anhelado sorpasso en 2021, superando en votos y en escaños a los partidos del Socialismo Democrático, especialmente al Partido Socialista).

En marzo de 2022, son nombrados como ministros tanto Giorgio Jackson (en el Ministerio Secretaría General de la Presidencia) como Camila Vallejo (en el Ministerio Secretaría General de Gobierno, asumiendo de este modo la vocería del Gabinete), así como la presidenta saliente del Colegio Médico, Izkhia Siches (de la misma generación), quien fue audazmente nombrada como ministra del Interior. Pues bien, ese diseño inicial fracasó estrepitosamente al momento de verificarse la debacle de la Convención Constitucional y la derrota plebiscitaria de su propuesta de nueva Constitución en septiembre de 2022, lo que se tradujo en la salida de Siches del Gabinete y el cambio de cartera de Giorgio Jackson (a quien se le imputó la responsabilidad de liderar de mala manera no solo la agenda legislativa y el proceso de cambio constitucional, sino también las relaciones con los partidos del Socialismo Democrático). Pero más allá de Siches y Jackson, lo que irrumpió en el cambio de Gabinete postplebiscito fue la incorporación de figuras socialistas en posiciones esenciales, así como el nombramiento de Carolina Tohá (Partido por la Democracia) como nueva ministra del Interior.

Al poco andar, el presidente Boric se ve obligado a alejar del Gobierno a su mano derecha, el jefe de Gabinete Martín Lopehandía, tras el desprolijo indulto de varios presos del estallido social de octubre de 2019. Si bien este indulto fue una promesa de campaña que el presidente Boric efectivamente cumplió, su materialización no estuvo exenta de polémicas y de mucha confusión política, lo que se tradujo en la salida de su ministra de Justicia, Marcela Ríos (quien además tuvo que enfrentar una fallida acusación constitucional).

Con la renuncia de Giorgio Jackson, no solo se materializa a destiempo y demasiado tardíamente la salida de un ministro que se vio indirectamente involucrado en un grave escándalo de tráfico de influencias y posible corrupción (el así llamado caso Convenios, enteramente protagonizado por militantes de Revolución Democrática, el partido del que fue fundador el propio Jackson), cuya responsabilidad política sobre otros asuntos ya había sido exigida por la oposición en el marco de una primera (y fallida) acusación constitucional en enero de 2023. Pues bien, tras el escándalo del caso Convenios, ya van dos meses de polémicas que llevaron incluso a senadores socialistas a exigir la salida de Jackson, lo se tradujo en el anuncio de una segunda acusación constitucional por parte del Partido Republicano (una fuerza de extrema derecha), arrastrando a los partidos de la derecha tradicional.

Así las cosas, en tan solo 17 meses de Gobierno, es lo esencial del círculo de confianza del presidente Boric el que se vio obligado a dimitir, dejando al presidente en una gran orfandad. ¿Será suficiente la salida de Jackson para aplacar la ira política de una derecha liderada por Republicanos, esto es una fuerza conformada por cuatro partidos que están concursando por la corona de la radicalidad? No lo sabemos, pero este concurso por quien es genuinamente más de derecha y radical es el espejo de lo que aconteció, algunos años antes, en la izquierda chilena. En ambos casos, el concurso por la autenticidad descansa en la creencia que con esa actitud de dureza se generan las condiciones para sintonizar con los intereses de la mayoría de los chilenos.

En el Manifiesto Comunista, Marx y Engels utilizaron la expresión “todo lo sólido se desvanece en el aire” para caracterizar la disolución de vínculos sociales tradicionales que es generada, sin mediar planes ni conspiraciones de las élites, por el propio desarrollo y despliegue del capitalismo. Es así como, incluso los vínculos más sólidos y arraigados en la cultura, podían ser removidos por el capitalismo. Si bien no es el capitalismo lo que explica la ruptura del círculo originario de confianza de quienes llegaron a gobernar en marzo de 2022, la disolución de esos vínculos políticos y personales ha sido el resultado de un modo de gobernar por encima de los partidos, y contra ellos, cuando había que relacionarse con los partidos del Socialismo Democrático hasta el plebiscito del 4 de septiembre de 2022 (es la teoría del reemplazo político, fuertemente resentida por los socialistas, que no debe ser confundida con la teoría del gran reemplazo étnico y racial tan en boga en varios países europeos).

A partir de entonces, es la incorporación de los viejos partidos a los que se quiso reemplazar lo que constituye la regla, una inclusión que terminó por coincidir (y no es una casualidad) con la paulatina desaparición del núcleo de dirigentes a partir del cual se pensó que era posible gobernar y transformar a Chile. Es evidente que la salida del antiguo núcleo deja completamente abierta la pregunta por el nuevo elenco de conducción, cuya composición no está clara, pero cuya condición de posibilidad y éxito depende del nivel de confianza y complicidad que pueda generar con el presidente Boric. Nada garantiza que pueda surgir un nuevo núcleo de conducción, lo que podría traer insospechadas consecuencias para el devenir de todas las izquierdas.

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