La cultura nativa americana importa

Tras años de atender a la expresión negra tras el asesinato de George Floyd, Estados Unidos se abre a la creatividad indígena con exposiciones históricas en Washington o series como ‘Reservation Dogs’

'Orquestando un desierto floreciente' (2003), de Steven Yazzie (artista nativo americano con ascendencia de las tribus diné y pueblo, y también europea), perteneciente a la colección Christy Vezolles.Craig Smith

La presentación comenzó con el recuerdo de que la National Gallery de Washington se asienta sobre “tierras ancestrales” robadas a los pueblos indígenas Nacotchtank y Piscataway. Es costumbre que ciertos actos oficiales empiecen con ese protocolario “reconocimiento de la tierra”, acto de contrición ante el pasado sangriento de Estados Unidos. Pero esta vez tenía más sentido que el políticamente correcto: el museo nacional inauguraba ...

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La presentación comenzó con el recuerdo de que la National Gallery de Washington se asienta sobre “tierras ancestrales” robadas a los pueblos indígenas Nacotchtank y Piscataway. Es costumbre que ciertos actos oficiales empiecen con ese protocolario “reconocimiento de la tierra”, acto de contrición ante el pasado sangriento de Estados Unidos. Pero esta vez tenía más sentido que el políticamente correcto: el museo nacional inauguraba La tierra porta a nuestros antepasados, primera exposición en 70 años consagrada por la institución al arte contemporáneo nativo americano.

Su comisaria, la artista Jaune Quick-to-See Smith, miembro de las tribus confederadas Salish y Kootenai de Montana, ha escogido para la histórica muestra, que después viajará a Connecticut, obras recientes de medio centenar de creadores en torno a algunos de los temas centrales de la expresión indígena: la tierra, la identidad o el paisaje. Hay escultura, pintura, collage, performance o vídeo; piezas abstractas o explícitamente políticas; de denuncia del genocidio o que juegan con la ironía y el humor.

La muestra es un gran desmentido sobre los tópicos: “No vamos por ahí medio desnudos con tocados de plumas. Tampoco somos menos inteligentes que el hombre blanco. Y usamos algo más que monosílabos”, asegura la comisaria Jaune Quick-to-See Smith

“Quería demostrar que somos un pueblo vivo, con futuro, y no solo algo del pasado”, explica a EL PAÍS Quick-to-See Smith, de 83 años, que ya comisarió en 1991 Our Land/Ourselves, otra importante exposición con la tierra como argumento. “La selección pretende trascender a los estereotipos del arte indio americano, que tradicionalmente se ha entendido solo a partir de la expresión con materiales como la cerámica, las telas o la joyería, la clase de cosas que ves en las galerías de arte indígena de los museos estadounidenses”. Es también, dice, un gran desmentido sobre los tópicos que les rodean: “No vamos por ahí medio desnudos con tocados de plumas. Tampoco somos menos inteligentes que el hombre blanco. Y usamos algo más que monosílabos”.

'Gente como nosotros' (2019), de Jeffrey Gibson (choctaw/cherokee), hecha con materiales usados en los tipis. En la exposición 'La tierra porta a nuestros antepasados'. Photo Courtesy of Sikkema Jenkins & Co.

Gracias a esfuerzos como el de Washington, 2023 ha sido en gran medida en Estados Unidos el año del reconocimiento de la cultura nativa, del arte al cine, y de los libros o la televisión. Un año en el que Quick-to-See Smith ha roto dos veces lo que ella misma describe como “el techo de piel curtida”, imagen que, como el de cristal para las mujeres, le sirve para explicar los obstáculos invisibles que separan a los suyos del reconocimiento profesional.

Además de comisariar la muestra de la National Gallery, Quick-to-See Smith se convirtió en primavera en la primera artista indígena norteamericana en exponer en solitario en el Whitney de Nueva York, que está consagrado desde hace 92 años al arte estadounidense pero, al parecer, hasta ahora no había considerado que en esa categoría entraban los nativos. “Todos estos hitos habrían sido impensables hace solo dos, tres o cinco años”, recuerda la artista. “Cuando en los ochenta tratábamos de abrirnos paso en la escena de Nueva York hacíamos exposiciones en una galería que nos dejaron abrir en la Casa Comunitaria del Indio Americano, donde daban comida o billetes de autobús para que la gente pudiera regresar a su reserva. ¿Sabe qué? Nunca vimos aparecer por allí a un crítico de arte de The New York Times o de las revistas especializadas”.

Cerca del 80% de los cinco millones de nativos americanos que hay en Estados Unidos vive fuera de las reservas a las que fueron empujados por el salvaje colonialismo de los tratados a base de violencia, engaños y promesas rotas

Esos mismos medios celebran ahora el reconocimiento tardío a pioneros como ella o como G. Peter Jemison, de la nación Seneca, al norte del Estado de Nueva York. Tras incluirlo en una muestra, el MoMA acaba de adquirir cinco de los emblemáticos dibujos que él hizo en los ochenta sobre bolsas de papel, una brillante reflexión sobre la experiencia de desplazamiento en la gran ciudad; cerca del 80% de los cinco millones de nativos americanos que hay en Estados Unidos vive fuera de las reservas a las que fueron empujados por el salvaje colonialismo de los tratados a base de violencia, engaños y promesas rotas.

La National Gallery también ha comprado una pintura de girasoles de Jemison para incorporar a su corta colección de arte nativo, que inauguró la adquisición en 2020 de Target (1992), un collage de Quick-to-See Smith que critica la banalización de la tragedia de su pueblo que durante años han celebrado sin rubor la cultura pop o el deporte. “Es justo reconocer que vamos muy tarde, pero esto es solo el comienzo del proceso de necesaria actualización de nuestros fondos”, promete Molly Donovan, comisaria de arte contemporáneo de la institución.

'Indian Canyon' (2019), de la artista Cara Romero (nativa chemehuevi). Fotografía cortesía de la artista. Cara Romero

El proyecto de la exposición arrancó en 2020, año en el que el asesinato del afroamericano George Floyd a manos de un policía blanco desató en plena pandemia una oleada de protestas antirracistas por todo el país, así como la eclosión del movimiento Black Lives Matter. Fue también un examen sorpresa a las instituciones culturales estadounidenses, que corrieron a hacer los deberes pendientes en términos de representación de las minorías, a las que hicieron hueco en sus programas o contratando a comisarios y conservadores.

Tal vez ningún sector se ha volcado tanto en esa tarea como el del arte, siempre ávido de identificar (y rentabilizar) lo nuevo, mejor si viene con coartada social. Y eso vale tanto para el mercado —así se pudo comprobar en la reciente feria de Art Basel Miami Beach, en la que la búsqueda del próximo artista nativo fue tema de conversación recurrente entre galeristas y coleccionistas— como para las instituciones. También por primera vez en la historia, el creador escogido para representar con una exposición individual a Estados Unidos en la Bienal de Venecia de 2024 será indígena: Jeffrey Gibson.

Según el profesor de Harvard Philip DeLoria, el presente indígena “va más allá de la supervivencia y de la resistencia. Habla de un espíritu de ingenio, ironía, valentía, aguante y fe en el futuro”

Gibson, artista choctaw/cherokee de 51 años, acaba de editar An Indigenous Present (Un presente indígena), uno de esos libros llamados a marcar época al ofrecer una panorámica por el arte contemporáneo producido por algunos miembros de las 574 tribus reconocidas por el Gobierno federal, que también es una refutación de algunas ideas preconcebidas sobre ellas. Ese presente indígena, considera el profesor de Harvard Philip DeLoria, “va más allá de la supervivencia y de la resistencia. Habla de un espíritu de ingenio, ironía, valentía, aguante y fe en el futuro”.

“Es más fácil para los jóvenes de ahora exponer fuera de los circuitos tradicionales del arte nativo”, explicó Gibson la semana pasada en un correo electrónico. “Algunos provienen de familias que se han dedicado al arte, pero sobre todo es importante que haya surgido una práctica de crítica y pensamiento indígenas, mejor equipada para descifrarlos. No existía cuando yo empecé. Había opiniones sueltas, pero no una forma estructurada de pensar sobre lo indígena en el arte”.

La cultura nativa americana también se ha colado en los multicines en 2023 gracias a Los asesinos de la luna, película en la que Martin Scorsese relata la violencia sufrida por los osage de Oklahoma cuando los blancos decidieron robarles el petróleo que hallaron en sus tierras. El director buscó el asesoramiento de la comunidad y empleó actores nativos. El resultado ha cosechado entre los espectadores indios americanos elogios por rescatar una tragedia desconocida para el gran público y críticas por el foco de su historia: los personajes interpretados por Robert DeNiro y Leonardo DiCaprio.

‘Reservation Dogs’ juega con inteligencia con uno de los clichés tradicionales de la representación de los nativos en la ficción como personas en contacto con lo sobrenatural

Otro hito audiovisual ha sido la tercera temporada de Reservation Dogs. Creada por Taika Waititi y Sterlin Harjo, es la primera serie con un plantel de escritores (y gran parte de actores) íntegramente indígenas. Cuenta con humor las desventuras de un grupo de jóvenes descreídos de la Nación Muscogee que aún no han asimilado su propia historia (“¿eres Caballo Loco o Toro Nosequé?”, pregunta el protagonista a la aparición del fantasma de un jinete sioux); desmonta con ironía algunos de los estereotipos que rodean a las reservas, cuyos habitantes gozan de soberanía limitada con la supervisión de la Oficina federal de Asuntos Indios; y juega con inteligencia con uno de los clichés tradicionales de la representación de los nativos en la ficción como personas en contacto con lo sobrenatural.

De izquierda a derecha, Paulina Alexis (Willie), Devery Jacobs (Elora), D'Pharaoh Woon-A-Tai (Bear) y Lane Factor (Cheese), en el episodio 1 de la serie 'Reservation Dogs', escrita por Sterlin Harjo and Taika Waititi, y dirigida por Harjo.PictureLux / The Hollywood Archive (Alamy Stock Photo / Cordon Press)

Este ha sido también el año en que un profesor de la Universidad de Yale, Ned Blackhawk, de los Te-Moak de Nevada, ha ganado el National Book Award de no ficción por un libro, The Rediscovery of America (El redescubrimiento de América), que reexamina cinco siglos de historia de su país desde la perspectiva de la lucha, la supervivencia y el resurgir indígenas a partir de un enfoque continental: su historia no empieza con la Revolución Americana, en 1776, ni siquiera en 1619, con los primeros barcos de personas esclavizadas en las costas de Virginia, sino en 1492, con la llegada de Colón.

“Algunos hablan del poder indígena, pero yo lo achaco a que Estados Unidos está ganando en diversidad y estamos asistiendo a una reconfiguración racial y religiosa”, explica Ned Blackhawk, ganador del National Book Award de no ficción

El National Book Award es uno de los galardones más importantes de las letras estadounidenses, y desde 2018 lo habían ganado autores afroamericanos con libros de temática negra. Blackhawk, que describió la experiencia de ir a Nueva York a recogerlo como “transformadora” (“conocí a gente famosa, escritores profesionales y estrellas de la televisión”), pertenece a una generación de académicos que, explicó en una entrevista por videoconferencia, está viendo “cómo las mitologías de la historia estadounidense se empiezan a desmoronar”. “Algunos hablan del poder indígena, pero yo lo achaco a que Estados Unidos está ganando en diversidad y estamos asistiendo a una reconfiguración racial y religiosa”, añadió. “Los blancos pasarán a ser minoría en algún punto del siglo XXI. Y mi libro aspira a participar en esa conversación nacional más amplia”.

El historiador considera que este momento es “propicio” para su cultura. “En los próximos Oscar, podríamos ver ganar a una actriz nativa [Lily Gladstone, por la película de Scorsese], hay series y novelas que hablan desde nuestra experiencia, y se está prestando atención a la moda y el diseño nativos. Hasta tenemos por primera vez a uno de los nuestros en el gabinete del presidente, la secretaria de Interior Deb Haaland [de los Pueblo de Laguna de Nuevo México]”, aclara.

Blackhawk señala dos títulos de finales de los sesenta que fueron pioneros en describir la experiencia nativa en el mundo contemporáneo: el ensayo El general Custer murió por vuestros pecados, del sioux Vine Deloria Jr. (que prefiere al más conocido Enterrad mi corazón en Wounded Knee, de Dee Brown, y su “narrativa excesivamente victimista”) y la novela La casa hecha de alba, de N. Scott Momaday, de origen kiowa, que ganó el Pulitzer en 1969.

'Arte nativo americano' (2019), de Gerald Clarke Jr. (nativo de la tribu Cahuilla Band of Indians). Gerald Clarke Jr.

La prestigiosa distinción literaria esquivó a los escritores nativos hasta que en 2021 la novelista Louise Erdrich, de los de indios chippewa de Turtle Mountain, lo ganó con El vigilante nocturno, reconstrucción de la lucha política de su abuelo por el reconocimiento de los derechos indígenas. Ese mismo año, Natalie Diaz (mojave) lo obtuvo en la categoría de poesía, y al siguiente, Raven Chacón, artista y compositor diné, también incluido en la exposición de la National Gallery, hizo historia al ganar el pulitzer de música.

Erdrich, cómodamente instalada en el canon, es una de las autoras de ficción más respetadas del país, y sus libros han ido traduciéndose puntualmente al español de la mano de la editorial Siruela. Entre la generación de sus continuadores, que da muestras de vitalidad en géneros como la ciencia ficción (Rebecca Roanhorse) o el terror (Stephen Graham Jones), destaca Tommy Orange (miembro de las tribus Cheyenne y Arapaho de Oklahoma), cuyo debut, Ni aquí ni allí (AdN) fue elogiado por fijar el foco en los “indios urbanos” con una historia coral que transcurre en Oakland y cuya secuela ha prometido para 2024.

“Hemos estado desplazándonos durante mucho tiempo, pero la tierra se desplaza contigo, como la memoria”, asegura Tommy Orange, autor de ‘Ni aquí ni allí'

La novela lleva un prólogo en el que Orange reflexiona sobre cambiar la reserva por la ciudad, “entre edificios, circunvalaciones y coches”, y hacerlo por elección propia o forzosamente (“como parte de la Ley de Recolocación de Indios”). “Hemos estado desplazándonos durante mucho tiempo, pero la tierra se desplaza contigo, como la memoria”.

“Emergimos de la tierra de nuestras madres y nuestros cuerpos regresarán a ella. Somos la tierra. No podemos poseerla, por más que lo proclame un papel oficial”, escribe la poeta Joy Harjo

Joy Harjo, de la nación muscogee, primera indígena americana en ser nombrada poeta laureada de Estados Unidos (lo fue entre 2019 y 2022), abunda en esa idea en el prólogo de la antología de poesía de las naciones nativas When The Light of the World Was Subdued, Our Songs Came Through (Cuando la luz del mundo se atenuó, surgieron nuestras canciones). Publicada en 2020, es el repaso más completo hasta la fecha: incluye 161 autores de 90 naciones y versos datados entre 1678 y 2019. “Empezamos con la tierra”, escribe Harjo, de quien existe traducción al español de su memoria Loca guerrera. “Emergimos de la tierra de nuestras madres y nuestros cuerpos regresarán a ella. Somos la tierra. No podemos poseerla, por más que lo proclame un papel oficial”.

La poeta estadounidense Joy Harjo (nación muscogee), que también toca el saxofón, el 19 de septiembre de 2019 en la Biblioteca del Congreso, en Washington.Shawn Miller (Library of Congress / Alamy Stock Photo / Cordon Press)

La selección la hicieron entre “al menos 16 poetas nativos”, según aclara por correo electrónico una de ellos, la escritora muscogee Jennifer Elise Foerster. Siguieron un criterio geográfico para abarcar un paisaje tan vasto que desaconseja hablar de los nativos americanos como de algo homogéneo: después de todo, unos siete mil kilómetros separan a los inupiat del norte de Alaska de los seminole del sur de Florida. “[La antología] No cuenta una historia singular, del mismo modo que los poetas (las gentes) de las naciones nativas no son un pueblo singular. Es más bien una variedad de poemas. Es una colección que desafía la imaginación literaria del país a reimaginar nuestras historias y las de nuestras naciones, pueblos y realidades a partir de demasiadas historias, canciones y pueblos no reconocidos que han estado en la raíz de este país y que continúan floreciendo. Se quedaron fuera tantas voces esenciales... Eso debería demostrar la asombrosa riqueza y profundidad de la poética de los pueblos nativos”, argumenta Foerster.

Las preocupaciones de los escritores contemporáneos que pasaron el corte (el vínculo con la naturaleza, la crisis climática, vivir en el presente con la losa del pasado trágico o la impotencia ante el capitalismo) coinciden en gran medida con las de los artistas jóvenes seleccionados para la National Gallery por Quick-to-See Smith, que en el catálogo de la muestra argumenta que “hace falta algo más que el protocolario acto del reconocimiento de la tierra para apaciguar a los nativos americanos por lo que durante generaciones han perdido”. ¿Por ejemplo? “Por ejemplo”, contestó en la entrevista con EL PAÍS, “que nos devuelvan los cerebros de nuestras familias”.

La artista hacía referencia al hecho de que decenas de instituciones estadounidenses conservan más de cien mil restos de indígenas americanos, así como objetos sagrados expoliados por todo el país. En 1990, la Ley de Repatriación y Protección de Tumbas de Nativos Americanos ordenó su devolución. Más de 30 años después, muchas tribus aún siguen esperando. En Washington, tierra ancestral de los Nacotchtank y los Piscataway, el Smithsonian conserva aún decenas de miles de esos restos, además de una colección particularmente macabra: 250 cerebros que un antropólogo llamado Ales Hrdlicka y obsesionado con la raza acumuló en la primera mitad del siglo XX.

Para ver, leer y visitar

Lily Gladstone (con ascendencia pies negros y nez percé) y Leonardo DiCaprio, en ‘Los asesinos de la luna’ (2023), de Martin Scorsese.

The Land Carries Our Ancestors (La tierra porta a nuestros antepasados. Arte contemporáneo de los nativos americanos). Exposición. National Gallery of Art. Washington. Hasta el 15 de enero.

An Indigenous Present (Un presente indígena). Jeffrey Gibson. Libro de arte. DelMonico Books, 2023.

Los asesinos de la luna. Martin Scorsese, 2023. Película.

Reservation Dogs. Taika Waititi y Sterlin Harjo. Serie. Disney + (tres temporadas).

The Rediscovery of America (El redescubrimiento de América). Ned Blackhawk. Libro de no ficción. Yale University Press, 2023.

El vigilante nocturno. Louise Erdrich. Libro de ficción. Traducción de Susana de la Higuera Glynne-Jones. Siruela, 2021.

Ni aquí ni allí. Tommy Orange. Libro de ficción. Traducción de Julia Osuna Aguilar. AdN, 2018.

Mi corazón es una motosierra. Stephen Graham Jones. Libro de ficción. Traducción de por Manuel de los Reyes. Libros de Carfax, 2023.

Loca guerrera. Joy Harjo. Libro de memorias. Traducción de Pedro Larrea. Valparaíso, 2022.

When The Light of the World Was Subdued, Our Songs Came Through. A Norton Anthology of Native Nations Poetry. (Cuando la luz del mundo se atenuó, surgieron nuestras canciones). Edición de Joy Harjo. Antología poética. W. W. Norton & Company, 2020.

Voiceless Mass. Composición musical. Raven Chacón. 

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