Cuba celebra el centenario de Celia Cruz en silencio
Los festejos de los cien años de la Reina de la Salsa no han podido escucharse en la isla. La censura institucional ha impedido homenajes, mientras que un grupo de artistas le ha dedicado una misa en una céntrica iglesia habanera

En la populosa barriada habanera de Centro Habana, en la esquina que conecta las calles Manrique y Salud, cuesta caminar sin toparse con algún montón de basura, un bache o un puesto de flores, donde el amarillo de los girasoles —que representa a la Virgen de la Caridad del Cobre, la patrona de Cuba— es el color reinante. Justo en esa esquina, se levanta una parroquia con ese nombre. Este 21 de octubre, a media mañana, las sensaciones podían sentirse, en cierto modo, distintas a la de un martes cualquiera, mientras transcurría una misa conmemorativa por el centenario de Celia Cruz, la Reina de la Salsa.
Celia Caridad Cruz y Alfonso nació el 21 de octubre de 1925 en La Habana, en el barrio periférico de Santos Suárez. Tras una carrera de éxito e innegable innovación musical, de brillar primero con la Sonora Matancera y luego con nombre propio, de ser la dama de la Fania All Stars, falleció en 2003 en Nueva Jersey, Estados Unidos, país donde desarrolló la mayor parte de su carrera, marcada por la imposibilidad de regresar a la tierra donde nació. Celia, considerada la artista cubana más universal, dejó para Cuba y el mundo un legado musical que es celebrado y sirve de referencia para nuevas generaciones de artistas.
Al conmemorarse el centenario de su natalicio, alrededor del mundo se promovieron diversos homenajes, entre conciertos, conversatorios, incluso se acuñó una moneda de 25 centavos en su honor, en Estados Unidos, donde puede leerse su icónico mantra de sabrosura: “¡Azúcar!”. Pero, en Cuba, ese son se ha tocado con una cadencia distinta, o directamente no se ha escuchado, fruto de una censura institucional que ha impedido la celebración de algunos espectáculos y homenajes dedicados al centenario del legendario referente musical y cultural cubano. Por eso, algunos artistas cubanos pidieron incluir el nombre de Celia Cruz en la lista de fieles difuntos conmemorados en el oficio religioso de este martes, como ha contado a la prensa el padre Ariel Suárez Jáuregui, oficiante de la misa en la Iglesia de la Caridad. Esto ha cobrado un matiz de mayor relevancia y simbolismo ante el silencio institucional.

Como una cubana más, el nombre de la Guarachera de Cuba integró la nómina de cerca de cien difuntos conmemorados en la homilía, donde Celia ocupó un lugar central. Su imagen podía verse erguida sobre coronas de rosas blancas, a la derecha del púlpito, a los pies del altar mayor de la Virgen de la Caridad del Cobre, de la cual era devota la Reina de la Salsa.
Allí estaban, en primera fila, vestidos de blanco, reconocidos artistas de la música cubana, como la cantante Haila María Mompié, que este martes anunció en sus redes sociales el primer sencillo de un álbum tributo a Celia Cruz que lanzará próximamente. A mitad de la liturgia, apareció el músico urbano, Yomil. Uno de los primeros en llegar había sido el maestro Alain Pérez, que prácticamente acababa de aterrizar en el país, tras participar en un concierto homenaje a Celia, junto a Aymée Nuviola y otros músicos en el Jazz at Lincoln Center, de Nueva York. También estaba Mike Hammer, jefe de la misión diplomática de Estados Unidos en La Habana.
“Celia Cruz era una persona llena de amor que llevó el nombre de Cuba a los lugares más importantes y humildes del mundo. Su legado es una viva representación de la cultura cubana y me hubiera gustado ver aquí, en un día como hoy, a todos los músicos y artistas cubanos que están en el país”, comentó Alain Pérez a los periodistas, al concluir el oficio religioso. Muy cerca estaba Carcelia, una devota de la virgen, de 88 años, que salía de la iglesia terareando Mata siguaraya, una canción que tantas veces aseguró escuchar en voz de la Reina de la Salsa, mientras lanzaba una pregunta retórica, a modo de celebración: “¿Qué cubano no ha escuchado a Celia Cruz?”.

Los cubanos dentro de la isla, sin duda, no han podido escucharla todo lo que hubieran deseado. Tampoco, disfrutarla en vivo. Hoy, gracias al acceso a internet -aunque con altos costes-, es posible zambullirse en la discografía de esta notable artista, ganadora de varios premios Grammy. Atrás quedaron los años en que a Cuba entraban, a cuentagotas, algunos discos o casettes suyos, que luego eran pirateados y circulaban clandestinamente. Por eso resulta incomprensible para mucha gente que las instituciones oficialistas cubanas persistan en el propósito de limitar el acceso del público cubano a cualquier obra relacionada con artistas como Celia Cruz. Para Alain Pérez, “es lastimoso” que sigan ocurriendo estas cosas y considera que esas autoridades “comenten un error”.
“El arte de la resistencia... Celia vive”
El episodio más reciente ocurrió la semana pasada, cuando la subdirección de programación del Centro Nacional de Música Popular anunció, en un escueto post de Facebook, que un espectáculo-homenaje a Celia Cruz, previsto para el domingo pasado en Fábrica de Arte Cubano (FAC), no se realizaría, sin dar mayores explicaciones. La respuesta de FAC fue situar una butaca vacía en el escenario en el que debía transcurrir la presentación. “Una obra de arte que no fue, una butaca, silencio y el arte de la resistencia... Celia vive”, compartió el espacio creativo con la imagen que circuló por las redes sociales, coincidiendo con el 20 de octubre, día de la cultura nacional en Cuba.
Tras la misa conmemorativa de este 21 de octubre, Fábrica de Arte Cubano dio a conocer la develación de una estrella en honor al centenario de Celia Cruz. “Este homenaje tiene como único propósito rendir tributo a una artista que ha dejado una huella imborrable en nuestra música. La estrella de Celia se une a la de grandes como Benny Moré, Juan Formell y Chucho Valdés, en la Nave 4 de FAC”, precisaron desde el colectivo artístico que por más de diez años ha liderado el músico cubano X Alfonso.
La obra finalmente censurada, gestada por Teatro El Público, bajo la dirección de otro tótem del arte cubano, Carlos Díaz, pretendía ser un cabaret drag, donde varios actores travestidos declamarían pequeños textos del dramaturgo Norge Espinosa evocando la figura de Celia, pasajes de su vida y doblando sus canciones, su voz. “Ese era el espectáculo, hasta que nos salieron con el batacazo ese”, comenta Daniel Triana, uno de los actores del malogrado espectáculo, quien asegura no sentirse sorprendido por la censura del homenaje. Sin embargo, confiesa que en algún momento pensó que “había una especie de deshielo, de tregua con la figura de Celia” y por eso decidieron emprender el proyecto sin reservas, “hasta que alguien levantó el teléfono”. Para el joven actor, de 28 años, lo sucedido expresa “torpeza” y “una naturaleza dictatorial” por parte de las autoridades.

Para la generación de este actor, y para muchos cubanos dentro de la isla, la obra de la Reina de la Salsa “supone el descubrimiento tardío de una figura sobre la que pesa todavía el velo de la censura. El Gobierno cubano le arrebató el acceso y disfrute de esa obra, por lo menos, a un par de generaciones”, añade Triana.
Lo cierto es que, pese a que entre un amplio sector de público dentro del país, sobre todo los más jóvenes, se puede palpar poco dominio de la discografía de la artista, hay consenso en que Celia Cruz es una figura cimera de la cultura cubana, con un impacto notable en la internacionalización de la música de la isla caribeña. “Es la referencia principal que se tiene de la cubanidad en la música internacional. Divulgar la escucha de su amplia discografía, la diversidad de tendencias, el trabajo con Ernesto Duarte, con Tito Puente, con Jhonny Pacheco, con Willie Colón, debería incentivarse en Cuba”, refiere desde Santiago de Cuba Alden González, uno de los productores con mayor relieve en la música cubana.
La actriz Laura de la Uz, quien dio vida a una mujer que creía ser Celia Cruz en la obra teatral Delirio habanero, estrenada hace más de dos décadas, recuerda vía WhatsApp, que gracias a ese proceso creativo conoció la verdadera dimensión de la Guarachera de Cuba. Fue “una enorme cantante, una cubana en el sentido más absoluto de la expresión. Una persona que amó con pasión a su Cuba natal y sufrió un desprecio sin límites por el sencillo hecho de pensar diferente. Una cubana a la que ni siquiera le permitieron despedirse de su madre antes de que esta muriera”, dice.
A pesar de la referencia a Celia Cruz, De la Uz recuerda que la obra se estrenó en La Habana y hasta tuvo una gira nacional. Por eso, la actriz ve en la censura al espectáculo en FAC la confirmación de cómo se ha recrudecido la persecución a quien piensa diferente en la isla. “Es vergonzoso. ¿Cómo alguien puede pensar que la obra y la figura de Celia se puede borrar de la memoria de un pueblo? El legado, el símbolo que representa Celia de resiliencia, de cubanía, de entrega a su música y a la cultura cubana crece con los años. ¿Por qué Celia no se puede homenajear en Cuba? ¿Cuál es el daño tan grande que le causa a Cuba una figura como Celia Cruz?”, se pregunta.

Frente a las interrogantes que provocan hechos de esta envergadura, está el legado musical de Celia Cruz, como los versos de su canción Yo viviré, esa vibrante versión salsera de I will survive: “Así es mi voz que sale de mi corazón / Y volará sin yo querer / Por los caminos más lejanos, por los sueños que soñé/ Será reflejo del amor, de lo que me tocó vivir/ Será la música de fondo de lo mucho que sentí”.
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