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“Venga la esperanza”: Silvio Rodríguez lleva su canto de luz a una Habana desamparada

El cantautor de 78 años dio su primer concierto en cinco años en la capital cubana, en lo que el público vivió como un balón de oxígeno en medio de la asfixiante realidad de la isla

Silvio en a las escalinatas de la Universidad de La Habana.

Hace cinco años que Silvio Rodríguez no ofrecía un concierto en La Habana. Durante ese tiempo, Cuba ha vivido las protestas de julio de 2023, las mayores desde el inicio de la Revolución, que se saldaron con cientos de presos políticos, y ha sufrido una de las crisis económicas y energéticas más agudas de las que se tenga memoria, que tienen al país caribeño con una sensación de asfixia. Pero, en medio de la enmarañada realidad cubana, había cierta expectación colectiva por saber dónde y cuándo volvería a aparecer Rodríguez con su guitarra. La espera terminó este viernes, cuando el cantautor salió a escena, frente a una multitud frenética que se acomodó, apretada, en la escalinata de la Universidad de La Habana.

Escoger la locación no fue una cuestión menor para Silvio Rodríguez, de 78 años. Él mismo aseguró, un día antes, que la decisión de realizar el concierto a los pies de la escalinata estuvo motivada por “las actitudes muy positivas” de los estudiantes universitarios frente a “los problemas de la telefonía”, refiriéndose a las protestas estudiantiles de junio pasado ante la subida del precio de la conectividad a internet que promovió la única empresa de telecomunicaciones del país.

Se acercaba la hora crepuscular de este 19 de septiembre y podían contarse por miles las personas en aquella masa hecha, en su mayoría, de jóvenes cubanos, estudiantes de las distintas facultades del principal centro universitario del país, pero también gente -personas mayores, familias enteras- que llegaron como pudieron desde otros municipios de la ciudad, incluso desde otras provincias. También había un nutrido público extranjero, delatados por sus banderas, de naciones latinoamericanas -entre ellos los miembros de la Tropa Cósmica, un grupo de amantes de la trova y seguidores de Silvio Rodríguez-, que aprovecharon la ocasión para disfrutar del primer concierto que Silvio ofrece como parte de una gira que lo llevará a Chile, Argentina, Uruguay, Perú y Colombia en lo que queda de 2025.

Los ensayos tuvieron lugar los estudios “Ojalá”.

Y ante toda esa concurrencia que lucía expectante, salió Silvio con su ya habitual gorra negra con la inscripción “Aprendiz”. Sin mayores ceremonias, el cantautor se lanzó a declamar un fragmento del ensayo Maestros ambulantes, de José Martí. “Hay un cúmulo de verdades esenciales que caben en el ala de un colibrí y son, sin embargo, la clave de la paz pública, la elevación espiritual y la grandeza patria. Los hombres han de vivir en el goce pacífico, natural e inevitable de la Libertad, como viven en el goce del aire y de la luz. Ser bueno es el único modo de ser dichoso. Ser culto es el único modo de ser libre. Pero, en lo común de la naturaleza humana, se necesita ser próspero para ser bueno”, leyó el cantautor para un público entre los que se encontraba el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel.

El siguiente gesto vino con la primera canción, Alas de colibrí. “Hoy me propongo fundar un partido de sueños”, se arrancaba el trovador correspondido por cierta euforia colectiva que secundaba algunos de sus versos. “Todos sabemos la situación de Cuba. Esta juventud está bastante agotada, deprimida y quiere tener el derecho a soñar en este país”, asegura, en medio del público, Josué Mesa, un joven cantautor de 22 años que este viernes vio a Silvio por primera vez. Junto a él, en primera fila, estaba la catalana Mar Lage, otra joven intérprete que reflexionaba sobre cómo la música de Silvio ha marcado a tantas personas en los últimos años. “Llegaba a los barrios más chungos de La Habana y la gente respondió a eso de una forma sorprendente. Esa es su magia, que llega a la gente, independientemente del barrio, de la cultura”. Con la conocida como Gira Interminable por los Barrios, el autor de El Necio realizó 109 conciertos por localidades de La Habana, hasta que llegó la pandemia de covid-19.

A partir de ese momento y frente a la imposibilidad de ver al trovador en vivo -su concierto más reciente en Cuba fue el 5 de junio de 2023, durante la clausura del Festival Isla Verde, en la Isla de la Juventud-, para muchos cubanos este espectáculo en la escalinata de la Universidad de La Habana era una oportunidad única que debía aprovecharse como quien busca oxígeno para respirar, en medio de una asfixiante realidad, signada por el éxodo masivo de muchos de sus habitantes, la inflación galopante y la cada vez más escasa oferta de ocio al “alcance de todos los bolsillos”.

Las canciones de Silvio parecían cobrar vida y reflejo frente a un público, que respondió entusiasmado a muchas de ellas. Y Silvio no se privó de casi nada con su repertorio, desde las canciones de su disco más reciente Quería saber, donde Para no botar el sofá pone a los cubanos frente al espejo de sus urgencias, hasta la reivindicación de una Palestina libre, con versos del cubano Luis Rogelio Nogueras (1944-1985), seguidos de La era está pariendo un corazón. Hubo ocasión para las icónicas, que la gente le iba pidiendo a lo largo de la noche -Escaramujo, Quien fuera, El necio, Ojalá, La masa- y homenajes a amigos queridos como Canción para Pepe Mujica, y sus interpretaciones de temas representativos de sus compañeros de generación, de ese torrente político, creativo, musical que fue el movimiento de La Nueva Trova: Créeme, de Vicente Feliú; Te perdono, de Noel Nicola y Yolanda, de Pablo Milanés.

“Yolanda tiene un simbolismo muy fuerte aquí”, afirmaba otro de los asistentes, Daniel Rosete, de 27 años, quien apuntaba cierto paralelismo emocional entre este concierto y el último que ofreciera Pablo Milanés en La Habana, meses antes de su fallecimiento. “Si algo me queda claro de Silvio es que lo que hace no es casualidad, ni chiripa, ni bobería. Es un hombre de un tiempo que ya no existe, pero dentro del tiempo que le queda trata de decir cosas. Silvio no es evidente; es sutil, para los que prestan atención”, rumiaba el joven.

Para Iván Soca, un fotógrafo cubano de 69 años que ha acompañado a Silvio en más de 100 conciertos, el cantautor “es el hombre más consecuente” que conoce. “Nunca ha dicho las cosas con tapujos, siempre que ha tenido que decir algo, lo ha dicho todo y esta no era la excepción: leyó ese fragmento de Martí completo, no los versos que estamos acostumbrados a escuchar y repetir como consignas, en forma de manipulación. Hasta hoy, confieso que yo estaba medio desesperanzado, porque todo lo que estamos viviendo es una mierda. Pero al ver que un poeta puede convocar a miles de personas y la gente canta sus canciones, eso me dice que, tal vez, todavía podemos enrumbar un poco la situación y moverla en función de prosperar y de estar mejor”.

Lo cierto es que, en medio de la oscuridad circundante, la voz de Silvio se escuchó como una luz capaz de iluminar un momento en la vida de muchos cubanos que allí estaban, también de otros que, desde distintas latitudes, se conectaron por videollamadas, porque un amigo o un familiar quería que vieran un poco de aquello. Silvio dijo mucho esa noche, entre sutilezas y versos encendidos, canción a canción, hasta el clímax que supuso Venga la esperanza. Entonces la gente, poseedora de una luz propia -la de sus móviles-, colmó de estrellas la escalinata. “Venga la esperanza, pase por aquí” y mientras el trovador daba sus saludos finales, el público solo pudo decirlo a coro: “Gracias, Silvio”.

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