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Muere en Cuba Assata Shakur, una de las fugitivas más buscadas por el FBI desde hace más de medio siglo

La exmiembro de las Panteras Negras, acusada hace 52 años del asesinato de un policía y refugiada por Castro, tenía 78 años y se consideraba una expresa política

Assata Shakur (center) during her trial in 1976.
Carla Gloria Colomé

Joanne Deborah Byron, alias Assata Shakur, falleció este jueves en Cuba, el país que la acogió como refugiada por décadas luego de que protagonizara una espectacular fuga de la cárcel de máxima seguridad de Hunterdon County, tras ser acusada hace 52 años del asesinato de un agente de la Policía Estatal de Nueva Jersey. El Ministerio de Relaciones Exteriores (Minrex) de la isla publicó una escueta nota de prensa este viernes donde informó que la ciudadana estadounidense había fallecido a los 78 años “como consecuencia de padecimientos de salud y su avanzada edad”.

Su hija, Kakuya Shakur, confirmó en redes sociales que la muerte de su madre había tenido lugar aproximadamente a la 1:15 de la tarde del 25 de septiembre, tiempo en que “tomó su último aliento terrenal”. “Las palabras no pueden describir la profundidad de la pérdida que siento en este momento”, aseguró su hija.

Cuando llegó a La Habana, recibida por Fidel Castro en los tiempos de Guerra Fría, la exmiembro del Partido Pantera Negra y del Ejército Negro de Liberación (BLA) tenía 36 años, y había sido condenada a cadena perpetua en un juicio celebrado en 1977 que ella misma catalogó de “linchamiento legal”. Cargaba con los delitos de asesinato en primer grado o robo a mano armada por la muerte de Werner Foerster, un agente de 34 años asesinado el 2 de mayo de 1973 tras un altercado en la autopista estatal de Nueva Jersey. Aunque varias investigaciones apuntaron a que no fue ella la culpable, y la propia Shakur siempre negó que lo fuera, el Buró Federal de Investigaciones (FBI) la tenía hasta hoy en su lista de los más buscados, ofreciendo por su cabeza la recompensa de un millón de dólares.

Antes del asesinato, Shakur ya era un personaje incómodo en los Estados Unidos de los sesenta, por su vínculo con el Ejército Negro de Liberación, considerado un “grupo terrorista radical de izquierdas”, sus luchas por los derechos de los estudiantes, en contra de la guerra en Vietnam, con el movimiento de liberación de los negros y su unión a las Panteras Negras. En más de una ocasión, la fugitiva, madrina de Tupac Shakur, la leyenda del rap asesinada en 1996, dijo que su pelea iba directamente contra el corazón capitalista de su país. “Defiendo el fin de la explotación capitalista, la abolición de las políticas racistas, la erradicación del sexismo y la eliminación de la represión política. Si eso es un delito, entonces soy totalmente culpable”, dijo en 1997 en una carta dirigida al Papa Juan Pablo II.

Algunos la consideran una heroína, un símbolo de la causa negra, mientras su país la cataloga como una “terrorista doméstica”. Ella, sin embargo, siempre se asumió como una “expresa política” o una “esclava fugitiva”.

Aunque La Habana fue la ciudad en la que vivió desde 1984 tras una fuga que las autoridades estadounidenses aún no se explican, Shakur, quien nació en Queens, Nueva York, aseguró que el exilio no fue fácil. En la isla aprendió español, estudió Ciencias Sociales y crio a su hija.

Su nombre, que siempre ha estado sobre la mesa de las negociaciones entre Cuba y Estados Unidos, volvió a acaparar titulares este año cuando la administración de Donald Trump devolvió a la isla al listado de países que patrocinan el terrorismo, por albergar a decenas de prófugos de la justicia estadounidense, entre los que destacan también Charles Hill, el militante del partido República de Nueva Afrika que secuestró un avión en Chicago y aterrizó en el aeropuerto de Rancho Boyeros, o Cheri Dalton, alias Nehanda Abiodun, una exmiembro de República de Nueva Afrika fallecida en 2019 en La Habana. El nuevo Secretario de Estado, el cubanoamericano Marco Rubio, recordó recientemente que “régimen cubano sigue dando refugio a terroristas y delincuentes, incluidos prófugos de Estados Unidos”, en referencia a Shakur.

La activista afroamericana falleció sin que nadie pudiera ganar la suma que valía su cabeza, ni volver a la prisión de Nueva Jersey, que nunca dejó de reclamarla. Algunos dicen que murió “en total impunidad”, mientras otros celebran que haya podido pasar sus últimos días en la ciudad que hizo suya.

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Sobre la firma

Carla Gloria Colomé
Periodista cubana en Nueva York. En EL PAÍS cubre Cuba y comunidades hispanas en EE UU. Fundadora de la revista 'El Estornudo' y ganadora del Premio Mario Vargas Llosa de Periodismo Joven. Estudió en la Universidad de La Habana, con maestrías en Comunicación en la UNAM y en Periodismo Bilingüe en la Craig Newmark Graduate School of Journalism.
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