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Un crimen a plena luz del día en el aeropuerto de São Paulo revela la infiltración del PCC en la policía de Brasil

La reciente detención de un agente por asesinar a un delator a plena luz del día en el mayor aeropuerto del país y a otros 15 por escoltarlo irregularmente apuntan el grado de infiltración

policia de brasil
Policías militares en la sede del Comando de Operaciones Especiales en Río de Janeiro, en noviembre de 2024.Bruna Prado (AP)
Naiara Galarraga Gortázar

Uno de los mayores aeropuertos internacionales de América Latina, el de Guarulhos, en São Paulo, fue escenario del asesinato más impactante de los últimos tiempos en Brasil. Ocurrió el 8 de noviembre a plena luz del día, una de esas tardes de viernes cuando está realmente atestado. El empresario Antonio Vinicius Gritzbach, que tras años de blanquear dinero para el crimen organizado había decidido delatar a sus cómplices y a policías que aceptan sobornos, fue fulminado a tiros en la terminal de salidas de vuelos nacionales, nada más pisar la calle, mientras le rodeaban decenas de viajeros. Hace unos días, el departamento de asuntos internos detuvo en São Paulo a un cabo de la policía militar acusado de apretar el gatillo y a una quincena de agentes más por trabajar en sus horas libres como guardaespaldas de la víctima.

Las cámaras de seguridad aeroportuarias captaron cómo Gritzbach caía acribillado en un tiroteo que también segó la vida de un conductor de Uber que circulaba por allí. En segundos, un coche recogió a los asesinos y desaparecieron. A los investigadores inmediatamente les llamó la atención la destreza de los dos tiradores. Profesionales.

La jefa de homicidios de São Paulo sospecha que el asesinato fue encargado y pagado por los antiguos jefes de Gritzbach en el Primer Comando de la Capital (el PCC). El asesinato ha revelado hasta qué punto la policía está infiltrada por la banda más poderosa del crimen organizado brasileño. Al hilo de esta ejecución, el diario O Globo ha contabilizado 111 agentes de la Policía Militar condenados o procesados por relaciones con el PCC en varios estados de Brasil.

El empresario Antonio Vinicius Gritzbach.
El empresario Antonio Vinicius Gritzbach.

El atrevimiento de perpetrar un atentado en un lugar público tan vigilado impactó a las autoridades y vecinos de São Paulo, una de las ciudades más seguras de Brasil con una tasa de homicidios tres veces menor que la media nacional, según el Forum Brasileiro de Segurança Pública. Aquello era una ejecución y, simultáneamente, un mensaje a cualquier otro soplón que sopesara delatar al PCC.

Gritzbach acababa de aterrizar en São Paulo. Regresaba con su novia de pasar unos días en la playa de Alagoas. Traían un maletín con joyas que él había recibido como pago de una deuda.

Empresario inmobiliario, la policía lo acusaba de lavado de dinero y homicidio, pero meses antes de morir cerró un acuerdo con la Fiscalía para delatar a sus cómplices del PCC para los que supuestamente compraba viviendas como vía de lavar el dinero del narco. También prometió entregar los nombres de policías sobornados por la banda mafiosa.

El pasado 16 de enero, el departamento de asuntos internos de la Policía Militar de São Paulo --el cuerpo dedicado a mantener la seguridad pública-- detuvo a un cabo en activo al que los investigadores reconocieron por sus tatuajes como uno de los asesinos. El sospechoso ni siquiera estaba en el radar. El mismo día fueron arrestados 15 agentes de la Policía Civil --dedicada a investigar delitos-- por trabajar para el delator asesinado. Varios de ellos estaban el día de la ejecución en el aeropuerto, esperando al empresario, al que iban a escoltar como guardaespaldas. Su presencia en las inmediaciones no sirvió para evitar el crimen.

Ya en aquellas primeras horas se supo de la presencia de agentes de policía en la escena del crimen, pero pasaron días hasta que se aclaró en calidad de qué lo estaban esperando. No era por encargo de las autoridades como testigo protegido.

El PCC, que nació en la cárcel como una organización de presos para que los derechos humanos fueran respetados, es una especie de hermandad de criminales. Con los años extendió, pasó de vender drogas al por menor en las periferias de las ciudades brasileñas a ampliar su poder mediante el control de las rutas del narcotráfico de extremo a extremo. La expansión internacional abarca otros países latinoamericanos donde se producen las drogas y hasta Europa y Asia como destino. Recientemente, fueron detenidos varios buzos que colocaban las cargas en los navíos en el puerto de Santos.

Ese control de la cadena de producción le ha supuesto ganar cantidades ingentes de dinero. Blanquearlo requiere una enorme estructura. Hace unos meses, la Policía Militar de São Paulo descubrió un plan del PCC para invertir en campañas electorales y obra pública como vía lavar las ganancias del narcotráfico.

El empresario inmobiliario y delator formaba parte de ese sistema de blanqueo hasta que se creó enemistades dentro del PCC, presuntamente se quedó con un dinero que no era suyo y pusieron precio a su cabeza.

Los de asuntos internos buscan todavía al segundo tirador y a quien ordenó la ejecución a plena luz del día.

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Sobre la firma

Naiara Galarraga Gortázar
Es corresponsal de EL PAÍS en Brasil. Antes fue subjefa de la sección de Internacional, corresponsal de Migraciones, y enviada especial. Trabajó en las redacciones de Madrid, Bilbao y México. En un intervalo de su carrera en el diario, fue corresponsal en Jerusalén para Cuatro/CNN+. Es licenciada y máster en Periodismo (EL PAÍS/UAM).
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