Economía, seguridad y migración: el primer encuentro entre Sheinbaum y Biden antes de la era Trump
La presidenta de México aborda con su homólogo estadounidense en el G-20 de Río de Janeiro los asuntos cruciales de la agenda bilateral y analiza la importancia de mantener la cooperación pese a las incógnitas de la nueva etapa
El G-20 es un foro de deliberación política y económica de los principales líderes globales, pero es también una maquinaria diplomática que funciona como plataforma para fortalecer relaciones entre las grandes potencias y abordar asuntos que se quedan al margen de las cumbres. Claudia Sheinbaum enfiló este lunes en Río de Janeiro una serie de encuentros bilaterales con algunos aliados estratégicos de México. Se reunió con los presidentes de los dos gigantes del tablero geopolítico, el estadounidense Joe Biden y el chino Ji Jinping, y también con el mandatario francés, Emmanuel Macron, los primeros ministros de Canadá, Justin Trudeau, y de Vietnam, Pham Minh Chinh, además del anfitrión, Luiz Inácio Lula da Silva. Pero fue el primer cara a cara con Biden la cita más relevante de la jornada. Por los temas tratados y porque será probablemente el último antes del regreso de Donald Trump a la Casa Blanca el próximo 20 de enero.
Biden y Sheinbaum discutieron algunos de los aspectos cruciales de la agenda bilateral y, pese a la prudencia que siempre ha mostrado la presidenta mexicana sobre su futura relación con el magnate republicano, el tono de la conversación ya anticipa el giro radical que se avecina. “Con el presidente Joseph Biden hablamos de la buena relación que existe y debe existir entre México y Estados Unidos, además de la importancia de trabajar juntos en materia de migración, seguridad y economía. Desde el G-20, refrendamos la amistad entre ambos países”, resaltó Sheinbaum al publicar en X una foto con su homólogo.
El demócrata le trasladó sus felicitaciones por el triunfo electoral y reafirmó “el compromiso de Estados Unidos de construir una América del Norte próspera con empleos bien remunerados”. Esta declaración de intenciones es clave en el marco de la renegociación del T-MEC, prevista para 2025, una cuestión que la mandataria también abordó con Trudeau y que con la vuelta de Trump está rodeada de incógnitas. Ambos subrayaron también, según el comunicado conjunto, “la importancia de mantener la cooperación en materia de migración, seguridad y abordar el flagelo de la violencia criminal transnacional”. Las tensiones entre Estados Unidos y México a cuenta de los flujos migratorios son cíclicas, dependen de su intensidad y no se han interrumpido durante el mandato de Biden. Pero en los últimos cuatro años siempre hubo interlocución, grupos de trabajo, búsqueda conjunta de soluciones y, sobre todo, no escucharon las advertencias sobre una guerra arancelaria con las que Trump amenazó a Andrés Manuel López Obrador.
El republicano ganó las elecciones gracias también a una promesa sin matices de endurecer la política migratoria y ha anunciado deportaciones masivas a México. En su primera llamada que mantuvo con Sheinbaum, después del 5 de noviembre, el presidente electo ya “planteó el tema de la frontera”. Ella no se quiso pronunciar. Esperará a la toma de posesión y, de momento, optó por ofrecer al principal socio comercial del país una respuesta de manual de diplomacia. “Sí, está el tema de la frontera, pero va a haber espacio para poderlo platicar”, le contestó.
Mientras tanto, la mandataria mexicana trata de establecer vínculos con otros homólogos. Este lunes lo hizo con Xi Jinping, al que agradeció “todo el apoyo para la recuperación de Acapulco mediante la producción y entrega de enseres domésticos” tras el huracán Otis. Con Macron compartió la voluntad de fijar una agenda para profundizar la colaboración y la asociación entre Francia y México, y con el vietnamita Pham Minh Chinh acordó “estrechar la relación cultural” mutua.
Sheinbaum defendió en la cumbre de Río de Janeiro destinar el 1% del gasto militar mundial a la reforestación y propuso invertir 24.000 millones de dólares al año para apoyar a seis millones de sembradores. Su discurso fue un homenaje a la política social de López Obrador, de quien recordó el éxito de programas como Sembrando Vida, un plan de reforestación puesto en marcha en el sur de México y en Centroamérica como herramienta de lucha contra la pobreza y para paliar el fenómeno migratorio. Lo presentó como un ejemplo de programa progresista en un G-20 donde coincidieron algunos de los mandatarios de izquierdas de la región. Lo resumió una fotografía. “América Latina unida. Nos encontramos con nuestros amigos los presidentes de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva; Chile, Gabriel Boric Font, y Colombia, Gustavo Petro Urrego en la cumbre de líderes del G.20″, escribió la presidenta en las redes sociales.
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