El canciller venezolano asegura en la ONU que en su país reina la paz social y la economía crece con fuerza
Yván Gil afirma que las elecciones del 28 de julio se celebraron con total transparencia “y plenas garantías”
Venezuela ha intervenido este miércoles en el debate general del 79º periodo ordinario de sesiones de la Asamblea General de la ONU, la semana grande de la diplomacia mundial. Y lo ha hecho con escaso éxito de público, como un paria de la comunidad internacional: la sala donde se reúnen los representantes de los 193 países miembros de la organización quedó prácticamente vacía al subir al estrado Yvan Gil, ministro del Poder Popular para las Relaciones Exteriores de Venezuela. Menos de un tercio de las delegaciones siguieron hasta el final el discurso de Gil, plagado de desinformación y hechos alternativos, como la celebración “transparente y con plenas garantías” de las elecciones presidenciales del pasado 28 de julio.
El canciller bolivariano dejó para el final de su discurso el relato chavista sobre lo acontecido en los comicios, convirtiendo la crisis en una historia de éxito: “El pueblo venezolano se expresó de forma consciente, pacífica y masiva para elegir con plenas garantías, transparencia y libertades al Jefe de Estado y de Gobierno venezolano para el período 2025-2031. El Presidente Nicolás Maduro resultó reelecto, con un apoyo claro y contundente”, afirmó Gil, para quien la respuesta de la oposición, que rechaza ese resultado oficial, generó “una violencia criminal que dejó como consecuencia 27 muertos, cientos de heridos, y la destrucción de propiedades públicas y privadas”.
El canciller atribuyó a la acción de “bandas criminales” instigadas por la oposición la formación de barricadas, quemas de escuelas y hospitales y el asesinato de “ciudadanos comunes por sus afiliaciones políticas”. La verdad, clamó el ministro, “no la verán en los grandes medios”, tampoco en las declaraciones del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, que “ha preferido convertir a las víctimas en victimarios y a los victimarios en víctimas”.
Gil denunció una conspiración al servicio de los intereses de las grandes corporaciones, liderada “por Estados Unidos y la Unión Europea” —los citó siempre de la mano— para sojuzgar al régimen chavista, y se presentó en la tribuna de oradores “para desenmascarar a todos estos farsantes”. La delegación de Estados Unidos, de bajo perfil, que había escuchado el arranque de su intervención —un canto a la voluntad popular y la libre determinación de los pueblos con algunas reivindicaciones territoriales, como la Guayana Esequiba— con muecas y sonrisas de estupor, abandonó la sala cuando el ministro de Exteriores dio rienda suelta a sus acusaciones sobre lo sucedido a partir del 28 de julio, incluidas las denuncias de intervención de “mercenarios estadounidenses y europeos, incluidos los dos ligados al CNI español” en los intentos de desestabilización de un régimen lastrado “por un millar de sanciones, que han costado [a la economía] 642 millardos de dólares en siete años” y cuyo fuerte crecimiento se inserta sin embargo con fuerza “en la dinámica económica mundial” gracias a “su fortaleza en la producción de energía, de alimentos y de bienes y servicios de primera necesidad”. Una clara prueba, a juicio del ministro, de que “la agresión contra Venezuela tendrá el mismo fin que todas las anteriores: un estrepitoso fracaso”.
Gil aseguró que “en Venezuela reina la paz social”, pese a las operaciones abiertas y encubiertas emprendidas por Washington para hacer descarrilar el chavismo, “un golpe de Estado continuado contra la Revolución Bolivariana de Venezuela” con el Estado de Florida como base de operaciones donde se planifican “ataques terroristas contra funcionarios e instituciones públicas”, así como contra infraestructuras críticas. Acciones tras las que Caracas ve la mano de mercenarios especializados en operaciones terroristas y de desestabilización, que han “confesado que pretendían asesinar al presidente Nicolás Maduro”, además de otros altos funcionarios del Estado. “En las próximas semanas nuestro Gobierno presentará más pruebas de lo ocurrido, mucho más contundentes, las cuales sorprenderán al mundo”, anunció.
El resto del discurso fue una vindicación de regímenes amigos como “la valiente Cuba y la bendita y siempre libre Nicaragua”; “la gran Rusia, que siempre saldrá victoriosa después de la derrota de Ucrania en su aventura nazi” y el resto de sospechosos habituales, de Bielorrusia a Corea del Norte, Eritrea, Irán o Siria. Palestina tuvo una mención destacada en la intervención del canciller venezolano, que denunció “el mayor crimen de exterminio y genocidio desde aquel perpetrado por Hitler en la Segunda Guerra Mundial” y los intentos de Israel de desestabilizar “a toda la región, bombardeando y asesinado inocentes en el Líbano, Siria y tratando de desestabilizar a la República Islámica de Irán”.
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