El próximo pulso entre Lula y Bolsonaro: las elecciones municipales de Brasil en octubre
El expresidente ultraderechista, que está inhabilitado, está de gira para reactivar a sus fieles y el actual mandatario ha anunciado que en 2024 saldrá menos al extranjero
El próximo octubre los brasileños volverán a las urnas electrónicas para elegir a más de 5.000 alcaldes. Pero el resultado de las municipales ofrecerá, además, una fotografía de la correlación de fuerzas entre los dos grandes bloques que encabezan el presidente, Luiz Inácio Lula da Silva, de 78 años, y su gran rival y predecesor, Jair Bolsonaro, de 68. Ambos calientan ya motores para ese próximo duelo electoral. A esas alturas de 2024 Lula estará a las puertas del ecuador de un mandato en el que lidera un Gobierno que incluye un amplio abanico de fuerzas políticas que ha devuelto el sosiego a la política y el debate público. Las elecciones presidenciales de 2022 dibujaron un Brasil dividido en dos mitades casi iguales, con una ligerísima ventaja que le dio la Presidencia al líder de la izquierda y del Partido de los Trabajadores.
Las municipales servirán al mismo tiempo para evaluar el desempeño de este tercer Gobierno de Lula y también la fortaleza del movimiento que encabeza Bolsonaro, que va más allá de la sigla a la que se afilió para disputar las presidenciales, el Partido Liberal.
El presidente Lula ya ha avisado de que, tras un primer año de mandato muy centrado en la agenda internacional con continuos viajes al extranjero, este 2024 pretende recorrer de nuevo su gigantesco país. Bolsonaro ya ha empezado a hacerlo, intentando emular la estrategia que le dio un sorprendente triunfo en 2018, cuando era un irrelevante diputado, más famoso por su nostalgia de la dictadura y sus exabruptos que por su influencia. Ahora es un expresidente al que los jueces inhabilitaron en junio por abuso de poder que todavía tiene múltiples frentes judiciales abiertos. Entre esos casos destaca la investigación del Tribunal Supremo por supuesta incitación de la intentona golpista de hace un año en Brasilia.
Lula y el Partido de los Trabajadores (PT), que lidera, aspiran a recuperar poder político local, que está en mínimos después de que en 2020 la formación política más sólida de Brasil sufriera la peor derrota de su historia en unas municipales. No conquistó ni una sola capital estatal y gobierna 182 ciudades, menos de la mitad de las que gestionaba dos décadas atrás.
Los partidos aún están horneando las listas, que quedarán definidas a partir de marzo, pero todo parece indicar que el PT no presentará candidaturas a las alcaldías de las principales ciudades del país, como São Paulo, Río de Janeiro, Brasilia o Belo Horizonte. Obedece, en parte, a los compromisos adquiridos con otras formaciones que apoyaron a Lula en las presidenciales. La decena de partidos integrados en el Gabinete de 40 ministerios que preside Lula concurren a las municipales por separado.
Entre sus múltiples citas con la policía y los jueces, Bolsonaro ha retomado sus viajes por Brasil. Está en campaña permanente con actos variados en pequeñas ciudades. El clan Bolsonaro aspira a presentar candidatos en miles de ciudades, incluidas las capitales de Estados y con ello extender su movimiento de extrema derecha a los municipios de la mano del Partido Liberal, pero buscando votos mucho más allá de ese caladero.
Y entre los bloques que encabezan Lula y Bolsonaro, un centro gigante poblado por un sinfín de partidos sin demasiado poso ideológico, escorados a la derecha, simples representantes de grupos de interés o de clanes territoriales aferrados al poder. Las alianzas y combinaciones pueden ser infinitas.
A la dificultad de hacer pronósticos se suma la afición de los políticos brasileños a cambiar de partido o a sellar alianzas que hubieran resultado impensables. Por ejemplo, el actual vicepresidente, Geraldo Alckmin, de centro derecha, y Lula olvidaron los rifirrafes que los enfrentaron en varias disputas por la presidencia para sumar fuerzas, echar a Bolsonaro y salvar la democracia.
Este mismo martes se ha aprobado el fondo de dinero público para financiar la campaña electoral de las municipales. Serán 4.900 millones de reales (mil millones de dólares), más del doble de lo destinado en las anteriores y mucho más de lo que el Gobierno deseaba. Pero los parlamentarios han vuelto a demostrar su fuerza. Este fondo que financia el Tesoro se creó en los años álgidos de la investigación Lava Jato para cortar por lo sano la financiación de las empresas a los partidos a cambio de favores.
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