Ser repartidor, un trabajo de riesgo en un planeta cada vez más caliente
Un experimento en Asunción, una de las capitales más calientes de América Latina, revela cómo estos trabajadores se exponen a problemas de salud y seguridad por un aumento de temperaturas agravado por la crisis climática
Una ola de calor en pleno verano no parece algo inusual en Paraguay, un país que tiene en sus altas temperaturas una marca identitaria y que en los últimos años se ha acostumbrado a superar sus propios récords, en general por encima de los 40 grados centígrados. Pero en enero de 2022, un pedido de solidaridad llamó la atención ante la habitual resignación de los paraguayos: “Invitá agua a tu delivery. En pandemia ayudamos a contener el virus, ahora enfrentamos la muerte en esta ola de calor que estamos sufriendo”.
Con él, el Sindicato de Trabajadores en Moto y Afines (Sinactram) pedía la solidaridad de los clientes con los repartidores. Los deliveries, como se les conoce en Paraguay, son una fuerza emergente de la economía que, como en muchos países de Latinoamérica, se volvió clave durante la emergencia sanitaria de 2020 y 2021. Las condiciones precarizadas de trabajo, los bajos ingresos, las largas horas de recorrido y los accidentes eran sabidas. Pero esa petición de ayuda a los trabajadores ante la ausencia total del Estado para protegerlos de un calor infranqueable se destacó por insólita y distópica.
Ese mes, el servicio de Meteorología registró que seis localidades del país tuvieron temperaturas superiores a los 41,5 °C a la sombra y superaron sus récords de calor. Y los números sugieren que es una tendencia al alza. En los últimos 40 años, el promedio de olas de calor en Paraguay aumentó tres veces, y hay evidencia que vincula su aumento en frecuencia e impacto a la crisis climática. Un estudio asoció por primera vez una ola de calor que vivió el país en diciembre de 2022 con el fenómeno. Y la ola de calor que irrumpió el invierno de 2023 en Sudamérica hubiera sido imposible sin el impacto de la actividad humana en el clima, según otro informe.
Los efectos de esta tendencia llegan a las noticias cada vez más, especialmente en un año que está batiendo récords de temperaturas: desde feroces incendios forestales hasta los frecuentes cortes de electricidad por un servicio colapsado ante la alta demanda energética. Un impacto del que se habla menos pero que ya se vive es en el desempeño laboral de los trabajadores. Y las proyecciones no son alentadoras. Según un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), para 2030 Paraguay habrá perdido el equivalente a 33.200 puestos laborales a tiempo completo en horas de productividad porque no se podrá trabajar debido a las temperaturas. Para esta organización, la pérdida de productividad será tal vez la peor consecuencia económica del cambio climático, algo ligado a la salud.
La exposición al calor extremo está asociada a enfermedades renales, mal sueño, empeoramiento de cardiopatías, dificultades respiratorias, deterioro de salud mental, así como el aumento en las muertes no accidentales y relacionadas con lesiones. En este escenario, el reclamo de los deliveries por agua aparece como el canario en la mina que anticipa una tragedia por venir si no hacemos nada.
Con pedidos de información pública, entrevistas y jornadas de medición de riesgo a la salud de los deliveries, el medio paraguayo El Surti recogió testimonios sobre cómo el calor afecta al desempeño laboral de los repartidores, y registró en sus relatos que las probabilidades de accidentes de tránsito aumentan en días calurosos. Además, mediciones de índices de temperatura sugieren que, en ciertas condiciones, hay riesgo de impacto en su salud que, si no se toman medidas de prevención, pueden derivar en daños a corto y mediano plazo e incluso en consecuencias fatales para miles de trabajadores.
Pueden ver todos los detalles del experimento de El Surti aquí
Los muchos nombres del calor
El estrés térmico por calor, el efecto indeseado que las altas temperaturas pueden tener en el cuerpo, puede convertirse en un término cotidiano. Ocurre cuando las personas están expuestas a un calor por encima de lo que pueden tolerar y el sistema natural de refrigeración del cuerpo, la sudoración, comienza a fallar. Se pierde agua y sal, y los vasos sanguíneos se dilatan, lo que genera agotamiento, calambres, mareos, dolores de cabeza y sudoración excesiva. Así lo explica Marcos Orrego, emergentólogo y pediatra en el Hospital Acosta Ñu. Todos estos síntomas fueron reportados por los diez repartidores entrevistados en noviembre de 2022.
Walter Santander, de 35 años, es un repartidor independiente que trabaja entre ocho a diez horas al día, y aunque dice que eligió este oficio porque puede manejar sus horarios, no siempre logra resguardarse de las altas temperaturas del departamento Central de Paraguay. Dice que el calor es más intolerable entre el mediodía y las 4 de la tarde, algo que cada vez nota más: “En años anteriores no era así, se podía aguantar. Ahora ya no, se siente más el calor por el asfalto. Físicamente me agota. Me hace doler mucho la cabeza”, confiesa.
Este fenómeno afecta además el humor. Muchos repartidores dicen haberse sentido más irritables, nerviosos y estresados. Liz Reyes, una joven de 25 años que trabajaba para apps como Monchis y Pedidos Ya, lo sabe muy bien. Ella llegó a hacer recorridos todos los días de la semana sin descanso con jornadas que llegaban a las 16 horas. Sus ingresos no superaban los 2.200.000 guaraníes (menos de 300 dólares), un monto por debajo del salario mínimo vigente que complementaba trabajando más horas en otros servicios como el de limpieza.
Si el estrés por calor no se aplaca, puede derivar en un golpe de calor, algo que vivió Reyes una tarde que iba sobre la ruta 2 camino a la ciudad de Capiatá y se descompensó sobre la moto en movimiento. “Según la gente que me vio, me fui de costado y yo no me acuerdo literalmente de nada. Lo único que recuerdo es que me iba en la moto y sentía la falta de aire, el exceso de calor”, dice. “Después me desperté en la cama toda enyesada”. Además del calor, atribuye el accidente a la falta de descanso.
El estrés térmico por calor también se puede medir con la temperatura corporal interna. El Surti hizo un experimento con cinco repartidores voluntarios durante siete jornadas en los meses de febrero y marzo de 2023. La medición, por la que se colocaron monitores corporales a los trabajadores, estuvo inspirada en el trabajo del fisiólogo ambiental Andreas Flouris, profesor de Fisiología de la Universidad de Thessaly en Grecia y una voz referente en los estudios de calor y trabajo.
La ciencia establece que el cuerpo debe mantenerse alrededor de los 37°C. Cualquier aumento de la temperatura central, siempre que no supere los 38 °C, se considera estrés térmico por calor, explica el doctor Orrego. La medición de El Surti registró que la temperatura interna de los repartidores en todos los casos superó a ratos los 37 °C. Una de ellas alcanzó los 37,6°C, lo que para Flouris es leve hipertermia, cuando el cuerpo pierde la capacidad de termorregulación. Sin embargo, el doctor sugiere que para consolidar los datos y extraer mejores conclusiones sería necesario realizar el experimento más veces.
Cuando hablamos de calor no hablamos solo de la temperatura central del cuerpo o la temperatura del aire. También hay que considerar otro concepto poco familiar pero clave en estudios de estrés térmico ocupacional: el índice de temperatura del bulbo húmedo. Para muchos científicos, es la mejor manera de evaluar el daño que puede causar el calor al cuerpo humano. Esta medida de estrés por calor bajo luz solar directa tiene en cuenta la temperatura del aire, la velocidad del viento, la humedad y la radiación solar, indicadores meteorológicos a los que El Surti accedió a través de un pedido de información al Servicio de Meteorología.
En cinco de las siete jornadas de medición, que se realizó con una herramienta de Heat Health Organization, los repartidores se expusieron a riesgo alto y a riesgo extremo por calor, que aumentó entre las 11 de la mañana y las 4 de la tarde. Para el doctor Flouris, estos factores pueden explicar el cansancio, los dolores de cabeza y otras dolencias reportadas por los repartidores como producto del calor. “Imagina que te esté soplando un secador de pelo por la cara. No te sentirás bien. Eso es lo que siente un delivery que recorre con una temperatura de 37 grados o más”, asegura.
Qué hacer cuando el riesgo por calor es alto o extremo dependerá de la carga de trabajo y de la aclimatación del cuerpo, qué tan acostumbrado está a las altas temperaturas, según los modelos estandarizados de seguridad laboral citados en el siguiente gráfico.
El doctor Flouris sugiere, además, que los deliveries vistan colores claros y que los cascos sean de color blanco preferiblemente para protegerse de la radiación alta. Y advierte que en olas de calor y al inicio de las temporadas de verano los cuerpos no suelen estar aclimatados, por lo que deben adecuar las precauciones como más tiempo de descanso entre recorridos.
Pero para Emilio José Cañete, un electricista de 33 años de la ciudad de Luque que también es repartidor, no hay descanso posible. “El calor afecta… Tenés que parar reiteradas veces a buscar sombra, o hidratarte o algo. Si estás trabajando por aplicación tenés que desconectarte a cada rato o, si es un grupo de trabajo independiente, tenés que parar y obviamente perdés viajes en el descanso”, cuenta.
Para la OIT, con temperaturas que superen los 24 a 26 °C, la productividad laboral comienza a disminuir, y con 33 o 34 °C, “con una intensidad de trabajo moderada, los trabajadores pierden un 50% de su capacidad”. El metanálisis del doctor Flouris refuerza estos datos, donde un 30% de trabajadores bajo estrés térmico reportaron menos productividad. “Nuestros cuerpos buscan protegernos”, explica.
En sus recorridos, los repartidores se debaten entre hacer una pausa para cuidarse de la exposición al sol o continuar trabajando. Cuando optan por lo segundo, no solo arriesgan la salud, sino también las chances de sufrir un accidente grave de tránsito por los mareos, la dificultad de concentración y por las estrategias que adoptan para huir de la radiación solar. “Muchas veces tuve que cruzar en rojo para no estar mucho tiempo en el semáforo por el calor”, admite Walter Santander. “Pero a la vez estoy cuidando mi salud porque en un semáforo vos te quedás un minuto o 45 segundos y ahí el calor es muy abrasador”.
El futuro del trabajo en la región
En las entrevistas, los repartidores mencionan que el calor también viene del asfalto. La mayoría señala al centro histórico de Asunción como una de las zonas más calurosas, además de avenidas principales y barrios como Villamorra. Un estudio pionero sobre islas de calor dice que las desigualdades en el área metropolitana de la capital no son sólo económicas y sociales, también son de temperatura, y señalan a la reducción de la vegetación y la construcción entre las causas. Una investigación de El Surti encontró que desde 2021 la Municipalidad aprobó un promedio de dos estaciones de combustible nuevas por mes gracias a la decisión de la Corte Suprema de Justicia de eliminar las restricciones a la instalación de gasolineras en nombre de la libre competencia y en menoscabo del derecho constitucional a un ambiente sano. A la fecha, hay más estaciones que plazas con árboles, algo que se reproduce en otras ciudades del país.
Mientras tanto, ciudades de la región como Medellín, en Colombia, emprenden acciones adaptativas. Allí reemplazaron los pisos y calzadas sin reducir los carriles vehiculares y plantaron árboles y plantas nativas provenientes del Jardín Botánico de la ciudad. Gracias a ese corredor verde, lograron reducir la temperatura hasta 5 grados en algunos puntos.
El Surti preguntó a seis de las principales ciudades de Paraguay qué están haciendo para adaptarse al calor. Sólo Encarnación y Luque respondieron que tenían un plan de reforestación para regular el clima de la ciudad, además de usar materiales que eviten acumular calor en edificios y un sistema de alerta temprana. Según la ONU, esta última medida es clave para adaptarse al cambio climático y también debería avisar de olas de calor.
Mientras, los repartidores creen que empleadores y autoridades deberían buscar medidas para protegerlos. “Trabajo para seis empresas ahora. No recibo nada de ellos… a veces tienen agua, pero la mayoría no la ofrece. Tenés que pedirles”, cuenta Federico Ferreira, de 54 años y presidente del sindicato Sinactram.
En Costa Rica, por ejemplo, los empleadores deben proveer equipos de protección, tiempo de aclimatación y lugares con sombra y agua para trabajadores al aire libre. Repartidores en Brasil comparten la misma demanda que sus colegas paraguayos. Brasilia ha logrado una legislación en este sentido, pero existen trabas por parte de las empresas de apps para costear la construcción de las paradas.
Una portavoz de la oficina en Paraguay de PedidosYa, que opera en 15 países de Latinoamérica, dice que, aunque “los motociclistas son prestadores de servicios externos”, se preocupan por su bienestar. Monserrat Carugati, encargada de marketing, aseguró que un repartidor puede parar para descansar e hidratarse sin perjuicio. “Si se siente en situación de calor o frío extremo, llueve, o siente que se pone en riesgo su seguridad, el motociclista puede pausar su gestión en la app sin límite de tiempo, y continuar cuando se sienta en condiciones de hacerlo”, aseguró. Además, dice que planean ampliar las “zonas de hidratación” en la ciudad para repartidores activos.
Por su parte, Sarah Schneider, gerente de logística de Monchis, una empresa paraguaya de repartos, dice que tienen una alianza con una marca de combustibles para que los repartidores puedan usar sus estaciones como punto de descanso, “además de tener a disposición agua, baños y tomas para las recargas de celulares”. El CEO de la empresa, Diego Gómez, asegura que son conscientes del impacto de las olas de calor, lo que aporta a su “determinación de implementar medidas proactivas”.
La implementación de políticas de seguridad para trabajadores ante las altas temperaturas, que también afectan a otros sectores como la construcción o la agricultura, es una tarea pendiente del Estado. Incluso si los Gobiernos en conjunto logran cumplir con el Acuerdo de París y evitan el aumento de la temperatura global por encima de los 1,5 grados, se estima que para 2100 la mitad de la población mundial estará expuesta a temperaturas que el cuerpo no podrá regular. En un escenario donde el calor puede transformar profundamente la vida y resentir la economía, adaptar las medidas de protección laboral no es una opción. Se vuelve indispensable.
Paraguay cuenta con un reglamento de 1992 que prohíbe trabajar cuando la temperatura interna supera los 38 grados. Pero el Ministerio del Trabajo no respondió a dos pedidos de información sobre cuántas fiscalizaciones controlaron el cumplimiento de esta medida entre 2017 y 2023.
Desde 2007 en Catar, donde la temperatura llega a 45 grados con una humedad relativa del 90%, el Gobierno prohíbe trabajar al aire libre en el horario más caluroso, de 11:30 a 13 de la tarde. En China, si la temperatura llega a 35°C, es obligación reducir la intensidad y horas de trabajo. Si llega a 40°C, se suspende el día laboral al aire libre. Y si alguien tiene que trabajar pese a esas condiciones o sufre un golpe de calor, se le debe pagar extra.
En Chile tienen un decreto del Ministerio de Salud que establece límites al trabajo, según el índice de temperatura del globo húmedo, con una ecuación para calcular la carga laboral permitida, según el tipo de oficio y los tiempos de descanso necesarios. La Asociación de Seguridad Chilena, una organización sin fines de lucro asociada a gremios del sector industrial del país, difunde recomendaciones para evitar el estrés térmico, como planificar trabajos pesados solo en días con temperaturas bajas, o evitar el uso de ropa impermeable al vapor del sudor si el espacio laboral es caluroso.
Miguel Quintana, cardiólogo y jefe del Instituto de Medicina Cardiovascular del Sanatorio Migone de Asunción, cree que el enfoque con los repartidores debe ser diferenciado. “Esta gente está expuesta a altísimas temperaturas en horarios picos. Tienen que utilizar cascos, transpiran mucho, no pueden hidratarse rápidamente porque tienen que ir de un lugar a otro. En mi opinión, creo que en verano, ya con estas altas temperaturas, las empresas tienen que poner otras condiciones y no utilizar a gente que se compra su propia moto para poder autosustentarse”, sugiere.
Pero los repartidores tienen un doble desafío. Hasta ahora, los empleadores no se hacen responsables de derechos laborales más básicos como contratos de trabajo y seguro social. Y, al no contar con un único espacio físico de trabajo, no se pueden realizar mediciones para asegurar que las condiciones de temperatura sean seguras. El sindicato que los aglutina articula estas faltas y necesidades en el marco de una sola lucha, que es su derecho a un empleo digno. En un planeta que avanza firme a ser más caliente, su deseo bien puede traducirse en que el trabajo sea humanamente posible.