Colombia, elección de etiquetas en primera vuelta
El oportunismo político ha hecho uso de las grietas del país para posicionarse desde el eficiente odio cuando lo que requiere una comunidad es unión alrededor de un propósito y un líder a la altura de la tarea
Las elecciones en Colombia para el periodo presidencial 2022-2026 tuvieron su primera vuelta este domingo 29 de mayo, quedejaron mensajes contundentes y con volumen alto a la sociedad colombiana.
Las etiquetas son indiscutiblemente efectivas en la contienda política pero, como dice Ngozi Chimamanda en su libro El Peligro de la Historia Única, son una verdad incompleta. Es así como en la guerra de etiquetas Gustavo Petro, candidato de Pacto Histórico, fue eficaz en ponerle a Federico Gutiérrez, candidato por Equipo Colombia, especialmente dos: “continuismo” y el “candidato de Uribe” (más continuismo). Si consideramos que el Gobierno actual tiene una aprobación entre el 25% y el 30%, el expresidente Uribe del 35%, y adicionalmente que Gutiérrez, exalcalde de Medellín, no se desligó con contundencia de estas afirmaciones, esta fue una movida hábil del candidato Petro. Sin embargo, haberse concentrado en el ataque contra el candidato antioqueño fue también una estrategia obtusa porque descuidó a Rodolfo Hernández, candidato de la Liga de Gobernantes Anticorrupción, quien resultó ser, al final, su contrincante para la segunda vuelta el domingo 19 de junio ya que ningún candidato obtuvo mas del 50% de los votos.
Retomando el tema de las etiquetas, los dos finalistas, ambos populistas, usan el eslogan del “cambio”, lo que se podría catalogar como una “auto-etiqueta”.
Petro, quien cerró su gestión de alcalde de Bogotá en 2015 con una aprobación del 34%, se destaca por una propuesta de “cambio” que anuncia variaciones drásticas en el sistema político y económico de Colombia, con lo cual ha obtenido el mayor apoyo histórico de la izquierda. Pero al mismo tiempo es percibido con temor por los inversionistas locales y extranjeros, creando reacciones como la suscripción de la “Cláusula Petro” en los contratos privados. Si bien sus seguidores son firmes, necesita levantar el techo electoral que parece tener en sus cifras. Y aunque busque suavizar su discurso para esa conquista, la memoria digital es impecable recordándole sus propias declaraciones y su pasado en las guerrillas del M-19.
La propuesta de “cambio” e “independencia” de Rodolfo Hernández es una interpretación astuta de la voz de rechazo a los partidos políticos tradicionales
Hernández, quien cerró su gestión como alcalde de Bucaramanga en 2019 con una aprobación del 84%, fue la sorpresa. La ley colombiana impide publicar encuestas la semana anterior a los comicios sin embargo la tendencia ascendente del candidato se había empezado a notar en las ultimas mediciones. Su propuesta de “cambio” e “independencia” es una interpretación astuta de la voz de rechazo a los partidos políticos tradicionales que cargan con una desfavorabilidad del 80%. Este empresario atrajo con su mensaje la inconforme de sectores no afines izquierda. El “viejito del Tik Tok” sorprende con sus tácticas en la comunicación digital y su ausencia en los grandes debates mientras conquista seguidores en las redes y se esfuerza por diluir las preguntas sobre sus investigaciones, matizar sus expresiones sobre la mujer y los extranjeros, y disculparse por sus reacciones temperamentales.
El petrismo, aunque obtuvo la mayoría el domingo pasado, tiene hoy un contrincante que vio tarde, y aún cuando diseñe trasladarle las etiquetas que le funcionaron con Gutiérrez y ha utilizado varias veces en el pasado, este santandereano continúa con su plan “independiente”, manteniendo un discurso que dice es lejano a los partidos, las maquinarias y el propio expresidente Uribe, como se evidencia en su trino sobre las “20 diferencias con Uribe” desde Twitter. Es predecible en todo caso que los votos de la derecha y antipetristas se le unan en esta nueva ronda electoral poniéndolo posiblemente en la Presidencia donde será evaluado atendiendo a por sus propias etiquetas.
Por otro lado, es lamentable el resultado de Sergio Fajardo, de la coalición del Centro Esperanza. Que se diluyan los candidatos de centro no es una buena noticia para Colombia porque refleja la pérdida del diálogo y la persistencia de la polarización en una sociedad con profundas divisiones, como las que se evidenciaron en el referendo del Proceso de Paz en octubre del 2016, consecuencia de la pugna entre el expresidente Álvaro Uribe y el entonces gobernante Juan Manuel Santos. Aunque Fajardo, exalcalde de Medellín y exgobernador de Antioquia, ha tenido varias oportunidades de aspirar a la presidencia no se compromete con determinación en la conquista de nuevos votos y en cambio se desconecta incluso de su propia región.
Otro protagonista de las elecciones sigue siendo lamentablemente la abstención. Las cifras parecieran mejorar pero, si se les mira considerando el crecimiento del censo de potenciales votantes, Colombia sigue con cifras del 53-55 %. Un tema sensible y pendiente para la democracia.
Mientras los mercados y el dólar parecen estar tranquillos frente a los resultados del domingo pasado, hay un mensaje claro del electorado. La sociedad colombiana quiere nuevos liderazgos que realmente interpreten la Colombia actual y asuman sus retos con soluciones que además se perciban en hechos concretos que la población pueda reconocer y experimentar como progreso.
Esa voz en los comicios habla de un profundo cansancio, incredulidad e indignación ante los líderes de la sociedad en todos los sectores, que necesitan dejar la arrogancia, escuchar desprevenidos y reflexionar sobre el mensaje para hacer los ajustes que correspondan a las etiquetes críticas, contrarrestar las que les sean injustas y celebrar las que les reconozcan.
Colombia es un país de alta complejidad, nada en ella es tan sencillo como el blanco y el negro, es una nación de grises infinitos. Una sociedad con grietas y frágil. El oportunismo político ha hecho uso de ellas para posicionarse desde el eficiente odio cuando lo que requiere una comunidad es unión alrededor de un propósito y un líder a la altura de la tarea.
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