El liderazgo se mide en los momentos difíciles
A unos días de las elecciones muchos de los protagonistas pierden el foco o deliberadamente confunden
En Colombia lo impredecible es siempre posible. Por eso a pocos días de las elecciones todavía los pronósticos son reservados y el panorama político es un laberinto en el que cualquiera se puede perder. El dato más relevante es el crecimiento en las encuestas del extravagante Rodolfo Hernández. Es un fenómeno, pero no el único. En Colombia el presidente hace política, el candidato que puntea en las encuestas dice que van a suspender las elecciones, el partido de Gobierno dice que habrá fraude en favor de la oposición, el director programático de un candidato dice que la salida es otro candidato, hay empresarios que amenazan a sus empleados, el registrador no genera confianza y la mayoría de los ciudadanos piden a gritos un cambio.
Vamos por partes en este laberinto. El ingeniero Rodolfo Hernández es un candidato populista que hizo su campaña bajo la consigna de “acabar con la robadera” sin tener mayores propuestas. Se presenta como el contendor de la corrupción mientras tiene un proceso pendiente por corrupción. Es el mayor de la contienda, pero a sus 77 años tiene buena parte de sus seguidores entre los jóvenes, hizo su campaña en redes y en Tiktok se convirtió en una celebridad. En una entrevista que le hicimos en RCN Radio en agosto del 2016 dijo que era admirador de Hitler. En la campaña se retractó y dijo que fue un error. Lejos de imaginar en ese momento que este personaje singular tuviera una opción de llegar a segunda vuelta presidencial y hoy la tiene. Eficaz en su comunicación, el ingeniero usa un discurso de macho autoritario porque, dice, el “sí tiene pantalones”. Y no solamente amenaza con “dar en la cara marica”, como lo hizo un expresidente que también le ha sacado partido a ese estilito agresivo, Hernández ya le dio en la cara a un concejal cuando era alcalde de Bucaramanga. La política a los golpes entra.
Sin embargo, insisto en que el laberinto es más complejo. Al presidente Iván Duque, al que le tocó lidiar con una pandemia, una recesión y un estallido social, si esto se complica es posible que la historia lo juzgue por las decisiones que tome en los próximos días. Es tan caliente el panorama electoral que su gran reto es garantizar unas elecciones transparentes y una entrega pacífica del poder a quien los colombianos elijan en las urnas, sea quien sea el ganador. En un escenario de crispación en el que hoy las apuestas favorecen al candidato Gustavo Petro, opositor y de izquierda, el papel del Gobierno genera dudas porque el presidente ha sido un jugador político más en la campaña antipetro. Al jefe de Estado se le olvidó revisar el artículo 188 de la Constitución en el cual se establece que “El presidente de la República simboliza la unidad nacional y al jurar el cumplimiento de la Constitución y de las leyes, se obliga a garantizar los derechos y libertades de todos los colombianos.”
Mientras tanto el candidato Gustavo Petro lanza una bomba política al alertar sobre una suspensión de las elecciones sin dar más datos ni detalles. A pesar de su advertencia las urnas se abren con las votaciones en el exterior y desde el Gobierno desmienten la versión. Sin embargo, no se puede parpadear porque todo puede pasar. Son varias las denuncias contra el registrador, quien ha sido uno de los responsables, no el único, de meternos en este laberinto. Eso da argumentos al partido de Gobierno para alimentar el temor de fraude en una singular contorsión política. La historia muestra que los fraudes por lo general se hacen en favor de quien está en el poder y aquí se ambienta que podría beneficiar a la oposición.
Y al excandidato Alejandro Gaviria le llueven rayos y centellas porque, en declaración al Financial Times, dijo: “Estamos durmiendo encima de un volcán”, en lo cual, a mi juicio, tiene razón, pero agregó luego en un error político o anuncio furtivo que “podría ser mejor tener una explosión controlada con Petro que embotellar el volcán”. ¿Se le olvidó que era el director programático de Sergio Fajardo o se anticipó a una decisión futura? La política es dinámica se dice en Colombia. Tan dinámica que los viejos expresidentes que harían bien en jubilarse se convierten hoy en un peso que cuesta cargar. Que lo diga Federico Gutiérrez, hoy estancado en las encuestas después del ascenso que traía. ¿Lograrán moverle votos? No sobra recordar que las maquinarias no funcionan en las presidenciales como en las elecciones de Congreso.
Y para acabar de perdernos en el laberinto algunos empresarios se creen dueños del voto de sus empleados y aplican el “constreñimiento al elector” sin que pase nada. El clima enrarecido a pocos días de las elecciones impide ver con claridad y analizar sin apasionamientos todo lo que está en juego. La democracia, por imperfecta que sea, es lo que tenemos y la Constitución y las leyes deberían ser las luces para encontrar la salida. El liderazgo se mide en los momentos difíciles y hoy muchos de los protagonistas pierden el foco o deliberadamente confunden. El problema de fondo es ese fantasma agazapado de nuestra violencia que siempre está ahí acechando. ¿Será que el pueblo puede ser superior a esos dirigentes que tanto nos deben en esta campaña? Amanecerá y el domingo veremos porque nada está definido.
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