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Ana Fernanda Muñoz, la economista que convirtió al Cauca en un ejemplo de desarrollo desde el territorio, no desde el escritorio

Con 167 productos exportables y un café de alta calidad presente en 99 países, ha convertido a la Cámara de Comercio del Cauca en un motor de desarrollo regional, el séptimo departamento con mayor diversidad de exportación

Ana Fernanda Muñoz (Popayán, 53 años) no habla del Cauca: lo vive. Ello se hace evidente en cada frase, en cada conversación, en cada negociación dura o feria colorida a la que asiste. No importa si está sentada en un stand promocionando café, cacao o artesanías, o defendiendo las urgencias del departamento frente a ministros y congresistas; para ella, no hay diferencia entre interlocutores, solo propósito.

Presidenta de la Cámara de Comercio del Cauca desde 2017, Muñoz se ha convertido en una figura que combina corrección técnica, una capacidad inusual para conectar mundos muy distintos y una manera visceral de entender la realidad del departamento. “No distingo entre personas, distingo propósitos”, suele decir para explicar por qué puede conversar con la misma solvencia y franqueza con empresarios, líderes comunitarios, gente que bloquea o funcionarios del alto gobierno. En una región marcada por tensiones históricas, su liderazgo opera desde una premisa simple: escuchar, comprender y construir con todos.

Nació el 29 de febrero de 1972 en Popayán, en una familia donde el ejemplo la convirtió en una lectora empedernida. Estudió en el colegio Colombo Francés y creció junto a su hermana menor en un ambiente en el que el pensamiento crítico se respiraba en las paredes. Su madre era decana de la Facultad de Derecho de la Universidad del Cauca, pero Muñoz, en plena rebeldía adolescente, tomó una decisión estratégica: no estudiar Derecho para evitar pasar los días bajo la sombra académica materna. “Elegí Economía porque era la única carrera que no existía en Popayán, y me vine a Bogotá con 17 años”, recuerda.

En la Javeriana fue una estudiante promedio. Sin embargo, cuando entró a la Especialización en Derecho Económico en la Universidad Externado de Colombia todo cambió. “Pasé de ser la estudiante floja a ser la mejor”, recuerda. Allí conoció a Emilio Archila, quien le propuso trabajar en la universidad. “Fui profesora de derecho económico con alumnos solo dos años menores que yo”, recuerda.

Luego de trabajar en la Fiduprevisora y dictando clases, se fue a vivir a Estados Unidos con su entonces esposo, Andrés Carvajal, pues él tenía la opción de estudiar un doctorado en la Universidad de Brown. Allá nació su primera hija, Mariana (2000). Tras cinco años por fuera, regresaron brevemente al país. Después viajaron a Inglaterra, Canadá y Bélgica. Viviendo en este último país, su matrimonio se quebró. “Me devolví con dos hijas, tres maletas, a los 39 años… a vivir con mi papá, desempleada”. Al regresar a Popayán, marcó el primer número que se le ocurrió: el de una amiga directora de un colegio. Sin pensarlo mucho, pidió dos cosas esenciales: trabajo y cupo para sus hijas. Terminó enseñando inglés a los más pequeños y microeconomía teórica a los de últimos grados.

En 2017, una convocatoria cambió su rumbo. La contactó una firma cazatalentos para postularla a la presidencia de la Cámara de Comercio del Cauca. Y la eligieron. Cuando llegó, la organización estaba centrada en lo urbano, en Popayán, en el comercio tradicional. “Todo estaba enfocado en cómo hacer para que ‘La Esmeralda’ vendiera más en diciembre”, dice. Sin embargo, ella decidió voltear la mirada al campo, siguiendo una recomendación del director del Comité de Ganaderos del Cauca, Hernán Garcés.

Muñoz ha caminado veredas, acompañado a productores, aprendido de artesanos, impulsado rutas turísticas, fortalecido clústeres rurales. Conoce el territorio y su cultura como pocos: entona arrullos, cuenta cómo se manufacturan las artesanías, dónde están las rutas turísticas y quienes las dirigen. Puede fungir de guía, comerciante, intérprete o promotora cultural. Pero, sobre todo, es un puente entre el Estado y las comunidades, entre los empresarios y los jóvenes emprendedores, entre el conflicto y la esperanza.

En una región marcada por el conflicto y las protestas, su capacidad para navegar entre tensiones es esencial. Una mezcla de humanidad y firmeza le ha permitido abrir espacios donde antes solo había confrontación. “Me parece grave, pero también admirable, cómo la gente sobrevive a pesar de la guerra. No es sano… pero es supervivencia”, reflexiona—. “Nunca he hablado con ‘ilegales’, pero sí me tocó sentarme con gente que bloquea. Es muy jodido”.

Bajo su liderazgo, la Cámara de Comercio se convirtió en un actor estratégico del desarrollo regional. La organización ha impulsado el comercio de café de alta calidad —hoy exportado a 99 países—, del cacao, la panela y los quesos. Además, le ha apostado a las industrias 4.0 y al turismo, entre otros. Su labor con las comunidades, realizado en colaboración con aliados como el Comité de Cafeteros y Técnicafé, y su acompañamiento a empresarios afectados por el terrorismo, evidencian un compromiso sólido. Paralelamente, ha promovido la participación de “sus empresarios” en espacios estratégicos como las macrorruedas de ProColombia y el Travel Mart de Anato, facilitando la apertura de nuevos mercados y fomentando el crecimiento del turismo.

Los resultados son evidentes: el Cauca es hoy el séptimo departamento con mayor diversidad exportadora, con 167 productos. Durante la pandemia, cuando el comercio del país cayó un 17%, el Cauca redujo la caída al 12% gracias al café, el azúcar y sus derivados. Los logros concretos también son reveladores: marcos de ventanas fabricados en Puerto Tejada instalados en Arabia Saudita, sillas de teatro de Miranda usadas en Sidney y café producido por excombatientes de las FARC servido en el restaurante VIP del El Corte Inglés, en Madrid. “Somos referentes nacionales”, afirma orgullosa pero sin triunfalismos, pues reconoce que aún queda mucho por trabajar.

Muñoz puede hablar con propiedad de cualquier producto del Cauca —café, panela, cacao, palma, artesanías, turismo— porque ha estado allí. Ha convivido con los artesanos de la marimba, con las familias que sostienen oficios ancestrales, con las comunidades que ven en sus emprendimientos una forma de resistir y de soñar. Ella ha convertido el desarrollo del Cauca en un proyecto personal y cree profundamente en su gente. No ve el Cauca como una dificultad, sino como una oportunidad. “Este departamento es mucho más que lo que los titulares cuentan”, afirma.

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