Yary Caicedo: luz para el turismo comunitario en Nariño

Yary Caicedo Quiroz (Pasto, 26 años) pertenece a un linaje de mujeres poderosas, aunque anónimas. “Todas las mujeres de mi familia han sido y siguen siendo unas luchadoras”, dice la directora de Ruta Lunaris, ganadora en 2024 del Reto de Innovación en Turismo Comunitario en la categoría Mujeres y Jóvenes, del Consejo Ejecutivo de ONU Turismo.

Descendiente de Mercedes Muñoz, ilustre desconocida que tuvo protagonismo en la Guerra de los Mil Días en Nariño, Caicedo creció en un hogar conformado solo por mujeres, pues a su padre lo asesinaron cuando ella tenía ocho años. Su madre se encargó de sacar adelante a sus dos hijas. “Mi mamá ha sido mi inspiración”, dice Yary. “Es ingeniera de sistemas y en Chachagüí, a donde llegamos años después del asesinato de mi padre, la reconocen como una líder comunitaria”.

Ese ejemplo la impulsó a convertir a Ruta Lunaris, Encanto Natural y Ancestral en un proyecto próspero y con impacto positivo en su pueblo, un municipio montañoso de 16.000 habitantes inmerso en las cuencas de los ríos Pasto, Juananbú y Bermúdez, que nutren bosques nativos. Allí, ubicado a 26 kilómetros de Pasto, Caicedo trabaja con 60 asociaciones comunitarias, campesinas, artesanas y juveniles en lo que ella llama “una ruta innovadora de turismo comunitario de jóvenes y mujeres que combina la belleza natural con la riqueza cultural del municipio”.

Lo que ella y sus colaboradores han implementado es un turismo responsable con los ecosistemas y con las tradiciones ancestrales del territorio. Montañas, aves y ríos en lugar de piscinas y deterioro medioambiental.

– ¿Por qué se llama Lunaris?

– Es un reconocimiento a la ancestralidad del territorio, al asentamiento quillacinga.

– ¿La palabra tenía algún significado para esa comunidad indígena?

— No literalmente, pero “quilla” significa luna, y “cinga”, nariz. Entonces, se juntan y surge Lunaris.

Un proyecto de vida

“Siempre he sido sobresaliente, buena estudiante. Me gustaban mucho la arqueología y la medicina”, cuenta Caicedo. Al graduarse del colegio, se sumó como facilitadora de un proceso de alfabetización para adultos mayores en Chachagüí. Poco después, entró al programa de Diseño Gráfico del Centro de Estudios Superiores María Goretti, en Pasto, y se vinculó al grupo de investigación de la universidad. Conocedora de la región y comprometida con las comunidades, decidió que haría su proyecto de grado en zona rural de su municipio. Se enfocó en la reserva natural El Charmolán, un paraíso de biodiversidad que no tenía señalética ni información. Entendió que allí podría aplicar una estrategia de diseño y comunicación para visibilizar la belleza del territorio, sus miles de aves, bosques y riachuelos, y a las artesanas que convierten la paja de toquilla en canastos y alpargatas.

Y así, sin proponérselo, encontró su proyecto de vida. Decidió llamarlo Lunaris. Se vinculó con distintas organizaciones comunitarias, de turismo y artesanías, y juntos escogieron los productos turísticos para promocionar: recorridos en bicicleta a fincas cafeteras dirigidos por guías locales, senderismo, rutas de avistamiento de aves, experiencias gastronómicas, visitas al cerro El Cundur y a la reserva natural El Charmolán, alojamiento en viviendas rurales. Trabajan de la mano con Kevin Morales, director del grupo Joven Despierto, que promueve la preservación ambiental y la herencia cultural del territorio. “Yary es una gran líder, es inspiradora”, dice él.

Gracias a la Gobernación de Nariño, Lunaris se integró al proyecto Rutas del Galeras, que ofrece recorridos por senderos ecológicos y otros atractivos alrededor del volcán. Sacaron al mercado el Café Ruta Lunaris, producido y cosechado por mujeres de Chachagüí y trabajan con los artesanos que producen las piezas del barniz de Pasto (también llamado mopa mopa), proclamado por la Unesco como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

Como el reconocimiento que ganó en ONU Turismo contaba con el apoyo del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo y de Fontur, Caicedo ha recibido capacitaciones en turismo de naturaleza y en formalización, y mentorías en temas financieros, entre otros aspectos que le han ayudado a robustecer su emprendimiento. Entre sus proyectos está perfeccionar el inglés, pues ha entendido que para que su sueño siga creciendo tiene que mostrárselo al mundo; por eso, piensa estudiar Relaciones Internacionales.

Caicedo es también representante de la Mesa de Víctimas de Chachagüí, a donde han llegado víctimas del conflicto armado de todo el país. Del asesinato de su padre, agricultor de oficio, dice no tener muchos detalles. Tampoco del grupo armado que le quitó la vida, al parecer, porque tenía varias fincas. “Era una niña que no asimilaba la muerte”, recuerda. “Hasta que fueron pasando los años y logré comprender el impacto de esa pérdida”.

De la mano de su madre y su hermana, Yary Caicedo sigue irradiando luz y paz para el turismo comunitario de Nariño. La heredera de la heroína Mercedes Muñoz demuestra, a diario, de qué están hechas las mujeres de su familia.