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Mariana Sanz de Santamaría y su obsesión por promover cuerpos libres, autónomos y con futuro

El sueño de esta abogada bogotana, creadora de la ONG Poderosas, es que la educación sexual sea tan obvia como las matemáticas. En cinco años ha formado a 22.000 jóvenes de 35 comunidades vulnerables sobre educación sexual, igualdad y autonomía

Durante los días de la menstruación, las estudiantes de Mariana Sanz de Santamaría (Bogotá, 32 años) dejaban de asistir a clases. Era 2018 y estaba recién graduada como abogada de la Universidad de Los Andes. Dictaba español, matemáticas, inglés y hasta educación física, desde los primeros grados hasta los últimos en la Institución Educativa Luis Felipe Cabrera, con salones de baldosas blancas y pocos ventiladores para los 31 grados centígrados de temperatura promedio en Barú, a 45 minutos en lancha del centro de Cartagena.

Esta bogotana, entonces con 25 años, pensó que la ausencia de las estudiantes se debía a la falta de productos sanitarios, pero descubrió rápidamente que el problema era más profundo: los mitos sobre el sangrado femenino y la vergüenza en torno a ello. A esa realidad se sumaban embarazos adolescentes y escenarios de violencia de género y sexual. El propósito que se había trazado al llegar a esas aulas era el de educar para la paz, y se dio cuenta que ella empieza por caminos más íntimos y, a la vez, más universales: el autoconocimiento del cuerpo y la capacidad de decidir sobre él con una mirada de futuro.

Así fue como se gestó Poderosas, que nació dos años después, en 2020, como un emprendimiento social en el que la Educación Integral para la Sexualidad (EIS) es el eje de enseñanza para jóvenes en zonas de riesgo psicosocial y escaso desarrollo económico. En cinco años, ha impactado a más de 22.000 jóvenes, además de docentes, padres y madres, en 35 comunidades de ocho departamentos, formándolos en igualdad, autonomía, derechos sexuales y reproductivos.

Para comprender la semilla de la organización, hay que regresar a cuando Sanz de Santamaría tenía ocho años y vivía en Nicaragua. También pasar por su adolescencia en Alemania, donde vivió por cuenta del trabajo de su padre. Lejos de sus raíces, afianzó el amor por su país. “La distancia despertó en mí un patriotismo muy fuerte y eso fue determinante para el resto de mi vida. Sentía que el único lugar al que pertenecía era Colombia”, rememora.

Al regresar, ya en la adolescencia, la desigualdad, rampante y evidente en cualquier calle, le quebró el imaginario. Lejos de desanimarse, estudió Derecho como un camino hacia la justicia. Mientras cursaba la carrera conoció Educa por Colombia, parte de la red global Teach for All, una organización que busca cerrar brechas educativas al llevar a profesionales como docentes a instituciones en contextos vulnerables. Nacida en una cuna de educadores —desde sus abuelos y tíos hasta sus padres—, la vocación tocó su puerta: “Mi verdadera pasión es la justicia, pero la justicia social, y la iba a encontrar a través de la educación, no del Derecho”.

A Barú llegó al graduarse de su pregrado y como parte de esa organización. Al listado enorme de clases académicas, Sanz de Santamaría sumó las conversaciones para derribar los mitos sobre la menstruación, que se convirtieron de inmediato en sesiones sobre educación sexual con sus estudiantes y a la que rápidamente se sumaron otras jóvenes de las cercanas Islas del Rosario, gracias al voz a voz. “Baruleras poderosas” empezaron a autodenominarse quienes iban despertando a nuevas realidades a través del conocimiento.

Cuando terminaron sus dos años en Barú, ganó una beca completa en Harvard para cursar una maestría en Educación con énfasis en Política Pública. Ahí llegó el gran momento disruptivo. Les dijo a sus padres que no aceptaría y les pidió que la sostuvieran por un año mientras creaba Poderosas, porque era necesario clonar la semilla de Barú y ponerla a germinar en otros territorios.

Sus papás pusieron la plata y ella las ganas y la acción para ofrecer libertad por medio del conocimiento. Recibió llamados de Bogotá, Cali, Urabá y Arauca. Convocó a algunos de sus amigos y estructuró la ONG durante la pandemia. Sistematizó su experiencia: metodología, currículo, materiales pedagógicos. Con Poderosas ya delineada, decidió cursar la maestría en Harvard.

“Fue una decisión difícil, pero nunca me he arrepentido. No quería solo estudiar sobre educación: quería hacer educación, a pesar de que emprender en lo social, y sobre todo en temas de género y sexualidad, es remar a contracorriente todos los días. Nos han acusado de promover el aborto, de enseñar homosexualidad, de incentivar la promiscuidad. La educación sexual es profundamente política, porque devuelve a las personas el poder sobre sus cuerpos. Esas resistencias vienen del miedo a perder el control sobre las decisiones de las mujeres”, dice al confesarse desgastada cuando esto sucede.

Además del número de jóvenes impactados, quería palpar sus resultados en datos. Así fue como, de la mano de Cifras & Conceptos, una firma que realiza análisis estratégico de datos, desarrolló el Índice del Poder de Decidir, el primero de este tipo en el país, que evidencia que sus estudiantes tienen 41% más de autonomía y conocimiento sobre su vida sexual. Esta fue parte de la historia que compartió a principios de noviembre en Londres, por invitación de uno de sus financiadores: EMpower, The Emerging Markets Foundation. La historia de Poderosas fue escuchada por 400 invitados a la cena anual con filántropos, inversionistas y líderes corporativos.

Hacer visible lo invisible

A pesar de que el nombre de la organización está en femenino, los hombres también hacen parte. Sanz de Santamaría decidió formar también a chicos con un enfoque de alfabetización emocional y equidad de género. “Ningún hombre nace violento; lo que falta es educación y referentes sanos. Ahí está la verdadera revolución”, dice sin titubeos.

Poderosas busca autonomía financiera para no depender de donantes extranjeros y sus variables políticas. Tiene el respaldo de la empresa privada, ofrece formaciones a compañías en temas de acoso sexual, diversidad y equidad de género, y atiende invitaciones de comunidades y colectivos locales.

Esta líder, junto con las siete personas que forman parte de su equipo base, sigue trabajando en fomentar acciones comunitarias lideradas por los jóvenes y en la formación de mentores y formadoras que replican la metodología. Uno de sus logros recientes es el lanzamiento de la Caja de herramientas para la educación sexual, con materiales pedagógicos que abordan temas como autoestima, menstruación, diversidad sexual, anticonceptivos, aborto y violencia. Esta caja permite replicar la información con versiones para docentes que incluyen actividades, metodología y rutas de atención.

Mariana Sanz de Santamaría seguirá luchando para hacer visible lo invisible, un mantra de Poderosas para desdibujar esas cifras que no parecen reales en la era digital y de la inteligencia artificial: el 34% de mujeres encuestadas por el DANE en 2021 no tenían conocimiento sobre la menstruación antes de su menarquia y el 45% desconoce el origen de su sangrado mensual. “No se trata solo de enseñar biología. Se trata de enseñar libertad. Cuando una niña entiende su cuerpo, nadie más puede decidir por ella”.

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