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Pacto histórico
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El avance del Pacto Histórico

Mírese por donde se mire, los resultados de la consulta popular de la izquierda son positivos: son un espaldarazo a Petro y afianzan a Iván Cepeda como un candidato con amplias posibilidades para las próximas elecciones

Los resultados electorales del pasado domingo dejan para las fuerzas que respaldan al presidente Gustavo Petro un balance ampliamente positivo. Obtener 2 millones 700 mil votos en un ejercicio solitario —dado que ninguna otra fuerza política utilizó el mecanismo de consulta interna o interpartidista— es un éxito, mírese por donde se mire. Haría bien la oposición en reflexionar sobre esto, en lugar de repetirse mentiras y tratar de tapar el sol con un dedo.

Cada uno tiene derecho a comerse su propia propaganda. Valora Analitik, por ejemplo, afirmó que el movimiento oficialista habría perdido cerca del 50% de su respaldo electoral. Falso. Los resultados de 2022 con los de este año no son comparables, pues en aquel entonces participó todo el espectro político: hubo tres consultas —la del Pacto Histórico, la de la coalición Centro Verde Esperanza y la de Equipo por Colombia— y coincidieron con las elecciones al Congreso. El antecedente más cercano de una consulta en solitario lo protagonizó el Partido Liberal en 2017, cuando Humberto de la Calle resultó ganador con 365.658 votos sobre Juan Fernando Cristo, que obtuvo 324.777. En total, participaron 744.521 votantes en todo el país, contando los votos nulos y los no marcados.

Nuevos liderazgos políticos

La votación por Iván Cepeda lo deja como un candidato con amplias posibilidades para las próximas elecciones. Hizo una campaña publicitariamente modesta, aprovechó el viento de cola del proceso penal contra el expresidente Álvaro Uribe, y ni siquiera el fallo del Tribunal Superior de Bogotá logró desanimar a sus parciales. Cepeda se convierte en el nuevo líder de las fuerzas progresistas: no es un petrista “pura sangre”, tiene identidad política propia, la cual ha venido construyendo a lo largo de su trayectoria. Destaca su talante sereno y maduro; da la impresión de que piensa antes de hablar, y posee la rara virtud de saber poner límites a sus contradictores sin recurrir al insulto ni a la descalificación, lo cual se agradece mucho en estos tiempos.

Ahora bien, no es oro todo lo que reluce. Durante los meses venideros tiene varios retos: el primero, compactar el Pacto Histórico y suturar las heridas que abrió este proceso. Deberá superar la tradicional antropofagia que ha caracterizado a las izquierdas en Colombia. “La izquierda unida jamás será izquierda”, reza un viejo adagio. Puedo equivocarme, pero no vi por ninguna parte un mensaje suyo para Carolina Corcho, lo cual es un síntoma de que las cosas por dentro no están del todo bien. El otro desafío será demostrar solvencia en temas cruciales como economía, desarrollo, seguridad y relaciones internacionales. Su discurso debe ir más allá de la paz y los derechos humanos.

Carolina Corcho, por su parte, fue una auténtica revelación. Setecientos mil votos son un triunfo innegable y un caudal electoral que no puede desecharse. También hizo una campaña modesta. A pesar de cargar con el lastre de la crisis del sistema de salud y que, al inicio del debate, las EPS intentaron presentarla como una ministra intransigente y poco dialogante, logró un posicionamiento relevante. Su juventud y formación la proyectan como una figura trascendente. Al igual que Cepeda, no es un producto del marketing político. Si llega a ser cabeza de lista al Senado, puede contribuir a consolidar el Pacto Histórico, que solo podrá sumar y multiplicar si aspira a ser mayoría.

La urgencia de reformar el sistema político y electoral

Para analizar estos resultados hay que tener en cuenta otro hecho significativo: la incertidumbre que rodeó la consulta, en buena parte por las “garantías hostiles” del sistema electoral colombiano y la interpretación que hace de las normas el Consejo Nacional Electoral. Para realizar la consulta, el Pacto Histórico vivió un auténtico viacrucis. A una semana de hacerse, aún no se sabía si se trataba de una consulta interna o interpartidista, argumento que esgrimió Daniel Quintero para retirarse de la misma. Sin embargo, apareció en el tarjetón y obtuvo 150 mil votos. Se contó sin contarse.

Una realidad que deja la jornada es que el sistema político y electoral está en mora de reformarse. Prueba de ello es que cinco organizaciones intentaron fusionarse en un solo partido —Colombia Humana, Polo Democrático Alternativo, Partido Comunista, Progresistas y la Minga Indígena Política y Social—, y no pudieron hacerlo porque el Consejo Nacional Electoral (CNE) decidió no incluir a Colombia Humana ni a Progresistas por “incumplimiento de requisitos legales y estatutarios específicos”, ni a la Minga Indígena por carecer de personería jurídica. A estos dos partidos no les queda otra opción que disolverse para poder participar. El sistema electoral se ha vuelto solo para expertos: un complejo laberinto que prohíja el surgimiento de oligarquías políticas y fomenta la fragmentación, no la existencia de proyectos de sociedad y Estado con objetivos concretos.

Si bien los partidos son considerados los principales actores de una democracia, la Constitución priorizó la apertura para favorecer una competencia más allá de ellos, concediendo al pueblo la fuente directa de la soberanía y la participación. Sin embargo, las reformas de 2003 y 2009 terminaron consagrando una partidocracia que sustituyó el espíritu de la Constitución: un verdadero golpe de Estado al constituyente primario. Con ellas se conculcaron los derechos de participar, de elegir y ser elegido, pues en la práctica consagraron la obligatoriedad de estar afiliado a un partido, lo cual contradice el espíritu de la Carta del 91.

Aún falta trecho

Es indiscutible que el Pacto Histórico avanzó sensiblemente con la realización de esta consulta. Para el presidente Petro fue un espaldarazo, de allí su inocultable alegría. Sin embargo, las directivas, con Cepeda a la cabeza, deben leer con detenimiento el momento que se vive, tanto en lo interno como en lo externo. Las amenazas que se ciernen sobre el país son grandes y desafiantes. Las relaciones con Washington atraviesan el peor momento de la historia contemporánea, agravadas por la situación en Venezuela. El presidente Trump ha dicho que ha autorizado “operaciones encubiertas” en el país vecino y que no descarta acciones en tierra. Pasos de animal grande.

El Pacto Histórico tiene que demostrarle al país que merece una nueva oportunidad, y que el período actual le ha servido para consolidarse como alternativa real frente a las fuerzas tradicionales que han gobernado Colombia. Aún tienen mucho trecho para recorrer. Quedan por delante las elecciones de marzo y hacer realidad la articulación del Frente Amplio.

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