Colombia revoluciona su sistema de pagos digitales con Bre-B
El canal electrónico, impulsado por el Banco de la República, abarata los giros instantáneos entre cuentas bancarias. Su reto es superar la baja bancarización y las dudas que vienen desde la Casa Blanca


¿Desaparecerán las tarjetas débito? ¿Qué pasará con el empleo del dinero en efectivo? ¿Gigantes como Visa o Mastercard temen su llegada? Estas y otras preguntas se hallan sobre la mesa de debate con el estreno, esta semana, de Bre-B, el revolucionario sistema de pago digital impulsado por el Banco de la República de Colombia. Para muchos, se trata del cambio más rompedor en la red financiera local en los últimos 30 años. Con el fin de agilizar las operaciones entre personas, pero también en tiendas, restaurantes o comercios, este nuevo escenario permite realizar y recibir transacciones instantáneas, de forma gratuita, utilizando una cuenta bancaria y una clave de identificación en forma de llave (o código QR). Pero unos pocos temen que esta revolución no le guste mucho a la Casa Blanca.
Con Bre-B no será necesario memorizar los interminables dígitos de otras cuentas bancarias, ni ajustarse a horarios laborables para transferir fondos. Además, durante al menos los próximos cuatro años, no se deberán pagar cuotas de gestión ni otros cobros que manejan las entidades financieras en Colombia. Alojado en la aplicación de las 220 instituciones conectadas, el sistema fue incubado durante tres arduos años por el Banco de la República en alianza con una serie de actores privados. Hoy reina el espíritu colaborativo y de innovación en el sector financiero colombiano.
Sin embargo, el caso brasileño sirve de referente para anticipar cómo se desarrolla un mercado tan innovador sobre un terreno en general reticente a los cambios. Hace un par de semanas, el presidente Donald Trump generó nuevas tensiones con el gobierno de Lula al señalar que PIX, la versión brasileña de Bre-B, plantea una competencia desleal contra empresas financieras y tecnológicas estadounidenses como Visa o Apple Pay. Los bancos brasileños, según el Gobierno estadounidense, dan ventajas y publicitan a PIX. Esta situación, además, les da a las autoridades monetarias en Brasilia la delantera frente a las multinacionales en la recolección de datos de los clientes, un activo seminal en la toma de decisiones bancarias.
Ante el temor, para Ana María Prieto, gestora de Bre-B y directora de pagos en el Banco de la República, el caso colombiano tiene diferencias concretas: “Nosotros hemos establecido puentes con diversas infraestructuras privadas que garantizan una plataforma digital sólida. Colombia ha apostado por un modelo público privado”. En otras palabras, acá Bre-B se inauguró con más consenso y participación con los actores privados.
En su opinión, más que una amenaza para un puñado de actores tradicionales, se trata de un sistema que llega para nivelar ciertas inconsistencias en la cancha y fomentar la competencia en el sector. “Esto va a ir mucho más allá de las transferencias entre personas o pequeños negocios. Bre-B va a permear todo el mundo de los pagos a todas las escalas y segmentos”, advierte Camilo Zea, experto en fintech y socio del consorcio colombo brasileño que aportó tecnología para la incubación del sistema de pagos colombiano.
De momento, el Banco de la República ha establecido un límite en el monto de los giros de hasta 12 millones de pesos (algo más de 3.000 dólares). Pero la iniciativa, como también lo ha demostrado el modelo Unified Payments Interface (UPI) de la India, irá a buen seguro rompiendo costuras. Zea añade un ejemplo: “Hace unos cuatro meses, el grupo de inversión brasileño BTG Pactual compró un banco pequeño por alrededor de 67 millones de dólares con PIX. El presidente y el CEO publicaron una foto mostrando la transacción”.
En Colombia alrededor del 77,8% de las transacciones se realizan con dinero en efectivo, según estudios del Banco de la República. Este porcentaje revela uno de los grandes desafíos para Bre-B: ampliar el uso de pagos electrónicos directos a comercios, por un lado, y entre empresas y proveedores por el otro. No sobra recordar que el objetivo inicial es que el sistema evolucione a través de pequeños negocios como tiendas de barrio, farmacias y supermercados. Y a medida que aumente su alcance, según Edwin Zacipa, exdirector de Colombia Fintech, “ayudará a reducir mucho las ineficiencias en recaudo y tesorería, además de contribuir a la formalización empresarial”.
Las billeteras digitales, también conocidas en la jerga como jardines cerrados, son consideradas por algunos expertos como la tecnología que enfrentará mayores desafíos en un futuro cercano. Su mayor problema radica en que operan como carriles exclusivos, donde las transacciones sólo obtienen beneficios entre usuarios de la misma entidad o plataforma. “Por eso crecieron tanto. Pero hay tanto temor entre ellas que ya conformaron un bloque entre Nequi y Daviplata para poder competir o dar la pelea. Eso no va a ser suficiente”, argumenta Zea.
Conviene dejar claridad: Bre-B no es una empresa. No es una sociedad con NIT. Se trata del nombre que el Banco de la República le ha dado a un mercado digital floreciente, regulado, donde el emisor oficia como director de orquesta. Allí, más de dos centenares de entidades privadas compiten para captar clientes, espolear la inclusión financiera, la reducción del uso del efectivo y una mayor formalización de la economía colombiana. La experiencia brasileña, de nuevo, sugiere que, en un mediano plazo, el uso de las tarjetas débito será residual. “Visa y Mastercard están preocupados con esta tendencia global de sistemas de pago en tiempo real porque son más rápidos y mucho más baratos”, aquilata Zea.
De esta forma, Bre-B ya suma en sus primeros cuatro días de operación unos 32 millones de llaves registradas, dado que cada usuario puede sumar hasta cuatro, según un portal oficial que actualiza la información a diario. Ana María Prieto es prudente. Ella es consciente de que pegar saltos tan grandes en un país donde la informalidad aún campea tomará tiempo. No obstante, mantiene una visión ambiciosa. Y plantea que un segundo gran paso importante para Bre-B sería desarrollar un proyecto transfronterizo de pagos digitales: “Suena interesante. Teniendo en cuenta el momento de países como Perú, e inclusive México, a pesar de contar con un sistema más maduro, nos da espacio para explorar e imaginar alguna manera de estar interconectados a través, por ejemplo, de los rieles de las tarjetas”.
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