Los médicos revisan la gestión del covid-19 en Colombia: “No estamos preparados para otra pandemia”

El covid-19 puso a prueba el sistema de salud cuando aterrizó en Colombia en marzo de 2020. Los hospitales en todo el país sufrieron una presión máxima para atender los miles de casos de coronavirus que se reportaron diariamente durante una emergencia sanitaria que se extendió por más de dos años, hasta junio de 2022. El trabajo de los médicos fue fundamental para combatir una pandemia por la que murieron más de 140.000 personas en un país con 50 millones de habitantes. Ahora, a cinco años del inicio de la contingencia, los trabajadores sanitarios revisan los avances y retrocesos del país en materia de virología, salud pública y preparación ante una nueva pandemia, y encuentran que el país no está listo para una situación similar.

Cuando el Gobierno del entonces presidente Iván Duque anunció en marzo de 2020 una cuarentena estricta para la población y declaró la emergencia nacional, no había aún una hoja de ruta clara sobre cómo combatir un virus que ya causaba cientos de muertos al día en Europa. La primera fase fue “un caos absoluto”, sostiene Ana María Soleibe, presidenta de la Federación Médica Colombiana (FMC). Los cierres demostraron, según la dirigente médica, “la fragilidad del sistema sanitario” y la precariedad que enfrentaban los profesionales: “En ese momento se levanta el tapete y se observa la basura. Se hicieron muchas promesas y pocas se cumplieron. Muchos trabajadores de primera línea tuvieron que ingeniárselas con bolsas plásticas porque no se les entregaban los recursos para protegerse”.

Esta lectura tiene matices. Jaime Arias, exministro de Salud y uno de los inventores de la ley 100 de 1993, que creó el sistema de salud actual, admite que los primeros meses fueron “muy inciertos”, pero considera que “Colombia lo hizo mejor que muchos otros países de América Latina”. Aunque la forma de estimar el impacto final varía, Colombia suele aparecer como el quinto o sexto país de la región con mayor número de muertos en relación con su población, por debajo de Perú, Chile, Brasil, Argentina y Paraguay. “Hubo una respuesta muy positiva, vimos a gobiernos municipales y al sector privado ponerse de acuerdo por primera vez”, argumenta el también expresidente de Acemi, un gremio empresarial de la salud.

El epidemiólogo y experto en salud pública Luis Jorge Hernández coincide en que el sistema “respondió como pudo”. “Aquí no vimos casos como el de Ecuador, con gente tirada en la calle o de familias haciendo recolectas de dinero para que atendieran a un paciente”. Para el profesional, hubo una importante colaboración público-privada que permitió avances como que las Unidades de Cuidado Intensivo (UCI) se multiplicaran de 5.000 a más de 13.000 en el momento de más contagios. El peor momento de la pandemia se vivió a mediados de 2021, cuando se llegaron a reportar más de 30.000 contagios y más de 500 muertes al día.

La desigualdad que permea todas las capas de la sociedad colombiana se acrecentó con la llegada de las vacunas. Para julio de 2021, cuatro meses después de la llegada de los primeros lotes, la brecha de vacunación entre los hogares pobres y ricos era de 23%, según una encuesta del estatal Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane). Los expertos consultados lamentan la situación mundial durante la compra de las vacunas, pues los países más ricos acumularon más inyecciones desde el principio, dejando a los países del denominado Sur Global de último lugar. Para la doctora Soleide el “poder internacional que controlaba ese mercado costaba vidas”. “Muchos países quedaron rezagados y condenados a morir, especialmente en África, y Colombia también estuvo muy al final de la fila”.

Un cambio en el sistema

Cinco años después del inicio de la pandemia, Colombia debate una reforma integral de su sistema sanitario. El presidente Gustavo Petro propone convertir a las aseguradoras, las Entidades Promotoras de Salud (EPS), en entidades que solo auditen los cobros que hagan los prestadores al Estado. Para el Ejecutivo, esta propuesta fortalecerá el sistema que lleva frágil muchos años y que se endeudó al máximo durante la emergencia sanitaria.

Hay opiniones divididas. Para el exministro Arias, la reforma quiere “sepultar al sector de la salud” y Petro “ha hecho inimaginable el deterioro” de la sanidad. El epidemiólogo Hernández profundiza: “Claro que hacía falta una reforma, pero esta quiere hacer desaparecer a las aseguradoras, que tienen un rol de mediador y cercanía con los pacientes. Con el nuevo modelo no está claro quién responde por la gestión del riesgo del paciente”.

En la antípoda opuesta, la presidenta de la FMC considera que el modelo actual ha afectado negativamente a los trabajadores de salud, al tener “contratos por prestación de servicios, sin derecho a vacaciones, sin prestaciones sociales y que tampoco da derecho al pago de la incapacidad”. Soleibe defiende que la propuesta presidencial fue “construida por la sociedad civil” para “acabar con la burocracia y priorizar al ciudadano”.

Vacunas, por mejorar

La pandemia también reveló deficiencias de carácter científico. John Mario González, médico y catedrático de la Universidad de Los Andes, señala la incapacidad de Colombia de producir sus propias vacunas. “Varios países de la región como Brasil y Cuba desarrollaron inyecciones. También están México y Argentina que tenían una gran capacidad de distribución. Aquí no tenemos nada de eso”, lamenta. González destaca algunas iniciativas para corregirlo con colaboración privada como Bogotá BIO, en la capital, o la recientemente inaugurada planta de VaxThera en Rionegro (Antioquia).

El Instituto Nacional de Salud (INS) trabaja en mejorar la soberanía sanitaria del país, comenta su directora, Diana Marcela Pabón. La funcionaria lamenta que no se produzcan vacunas en Colombia desde hace más de 20 años y asegura que proyectos como el de VaxThera allanan el camino para esta meta.

Ante este panorama, los expertos coinciden en que ha decaído el impulso que se le dio al sector salud al inicio de la emergencia, y el sector ha regresado a un estado de fragilidad que ya parece ser la norma. “No estamos preparados para una nueva pandemia”, concluye Soleide. Ella argumenta que si no se aprueba la reforma, el sector ahondará su crisis y hará imposible mejorar la red de prevención. Para Pabón, el principal reto es expandir la vigilancia y la capacidad diagnóstica, especialmente en las zonas rurales.

Otros expertos sostienen que la falta de preparación es global. El epidemiólogo Hernández considera que acciones como la del estadounidense Donald Trump de sacar a Estados Unidos de la Organización Mundial de la Salud, recortando su presupuesto anual, tendrán un grave impacto. “Ningún país está listo porque cinco años después estamos ignorando lo que ocurrió y no estamos aprendiendo la lección”.