Solo los presidentes latinoamericanos de Cuba y de Nicaragua asisten a la toma de posesión de Maduro
Los otros dos jefes de Estado adicionales fueron Brahim Gali, primer ministro de la República Árabe Saharaui Democrática, y Gaston Browne, primer ministro de Antigua y Barbuda. China y Rusia, aliados claves para Venezuela, enviaron delegados especiales
Se dice que la Venezuela de Nicolás Maduro está cada vez más aislada, pero el presidente del país no parecía preocupado al respecto este viernes durante su posesión en la Asamblea Nacional. “Visitantes y delegados de 125 países, ante el pueblo de Venezuela, juro por Bolívar que haré cumplir todos sus mandatos, las obligaciones que la Constitución y ley establecen”, dijo al ser proclamado presidente, a pesar de que nunca mostró las actas electorales que demostraran su victoria en las pasadas elecciones de julio, y que ese gesto lo alejara incluso de líderes de izquierda del continente. La cifra de 125 fue algo engañosa, porque no todos los presentes en la proclamación de Maduro eran oficiales diplomáticos, y muy pocos eran jefes de Estado o cancilleres. Entre los únicos mandatarios que acompañaron a Maduro en su día estuvieron el comandante Daniel Ortega, de Nicaragua; el heredero del castrismo, Miguel Díaz-Canel, de Cuba; Brahim Gali, primer primer ministro de la República Árabe Saharaui Democrática; y Gaston Browne, primer ministro de Antigua y Barbuda.
Hubo otros delegados especiales. Viacheslav Volodin, presidente de la Duma, fue el encargado por Putin de viajar a Caracas. Algeria, otro aliado fiel, envió a Ibrahim Boughali, presidente del partido oficialista. Países claves para Maduro, como China e India, enviaron delegaciones oficiales. Pero en América Latina la delegación fue muy pobre.
Maduro ya había expulsado a mitad de año al cuerpo diplomático de países latinoamericanos cuyos líderes están en la derecha política, como Argentina, Costa Rica, Perú, Panamá, República Dominicana y Uruguay. Aunque una aliada fiel, la presidenta de Honduras Xiomara Castro, no viajó a Caracas, sí estuvo presente el expresidente Manuel Zelaya. Buena parte de la izquierda democrática de América Latina, sin embargo, estuvo ausente. Gabriel Boric, de Chile, finalizó esta semana la misión de su embajador en Venezuela, Jaime Gazmuri, cinco meses después de que Maduro también expulsó al cuerpo diplomático chileno de Caracas. “El Gobierno de Maduro es una dictadura”, dijo esta semana Boric, el más duro crítico desde la izquierda.
El colombiano Gustavo Petro, el brasilero Luis Ignacio Lula da Silva, y la mexicana Claudia Sheimbaum, no asistieron ni enviaron a altos representantes al evento, pero sí hicieron presencia sus embajadores en Caracas. Lula, Petro y el expresidente Andrés Manuel López Obrador intentaron el año pasado encontrar una salida diplomática al régimen venezolano, un esfuerzo que fracasó cuando Maduro se rehusó a mostrar las actas electorales. Desde entonces ninguno de los tres ha reconocido al opositor Edmundo González como presidente, pero tampoco decidieron viajar a reconocer y celebrar a Maduro este viernes.
En el caso de Brasil, enviar únicamente a la embajadora es un gesto que claramente demuestra la molestia de Lula con su vecino venezolano: es una delegación de un nivel inferior a la enviada a la asunción del ultraliberal Javier Milei, en Argentina, que estuvo encabezada por el canciller, Mauro Vieira. Lula ya había demostrado transparentemente su enojo con Maduro en octubre del año pasado, cuando vetó el ingreso de Venezuela a los BRICS, lo que desató la furia del chavismo.
Sheimbaum, por su lado, dijo este viernes que México nunca ha estado a favor de la “criminalización de la oposición política”, en referencia a la corta detención el día antes a la opositora María Corina Machado. Pero la mexicana ha mantenido una postura en la que no quiere opinar o intervenir de ninguna forma en temas internos de Venezuela. Gustavo Petro ha criticado detenciones en Venezuela, en particular a las de esta semana al excandidato presidencial Enrique Márquez y el defensor de derechos humanos Carlos Correa, razón por la cual dijo que no viajaría a Venezuela. Su canciller, Luis Gilberto Murillo le pidió internamente no enviar tampoco al embajador Milton Rengifo al evento. Pero Rengifo estuvo presente, finalmente, mientras Petro argumentó en X que debía mantener relaciones diplomáticas con Venezuela porque no hacerlo afectaría a millones de ciudadanos venezolanos en Colombia, y colombianos en Venezuela.
A miles de kilómetros del evento de Nicolás Maduro, las potencias más críticas del régimen se pronunciaron en contra mientras el presidente de Venezuela daba su discurso. La Unión Europea impuso sanciones, anunciadas el pasado diciembre, a 15 cargos venezolanos por “socavar la democracia y los derechos humanos” (se suman al castigo que ya pesa sobre otras 55 personas). Bruselas, sin embargo, si bien no reconoce a Maduro como el legítimo presidente, tampoco lo ha hecho con el opositor Edmundo González.
Algo distinto pasa en norteamérica. Canadá también anunció este viernes que impone sanciones a 14 funcionarios y exfuncionarios de Maduro “Canadá reconoce que Edmundo González ganó las elecciones del 28 de julio y es el presidente electo de Venezuela”, dice una publicación en X de la oficina de Política Exterior. Y en Estados Unidos, el secretario de Estado, Antony Blinken, reiteró que no reconocen a Maduro como presidente de Venezuela y reclaman juramentar al opositor González, a quien llaman el presidente electo. La investidura de Maduro, dijo Blinken este viernes, es “un intento desesperado por tomar el poder”.
Estados Unidos, además, ha elevado hoy a 25 millones de dólares la recompensa que ofrece por información que conduzca a la detención del líder venezolano Nicolás Maduro, y del ministro del Interior, Diosdado Cabello. También ofrece una recompensa de quince millones de dólares por información similar que permita el arresto del ministro de Defensa, Vladimir Padrino. Se suman a una decena de sanciones que el país ya ha tomado contra Maduro y su entorno.
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