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RTVC
Tribuna
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Respuesta a los medios hegemónicos

El contenido de RTVC suele ser catalogado de propagandístico, pero quienes nos critican no mencionan que somos los únicos en reportar desde territorios apartados de Colombia, que invitamos a opositores del Gobierno y que hemos cubierto situaciones tan lejanas como la de Níger, Sudán o Bangladesh

RTVC Bogotá
Sala de transmisión de Radiónica, en las instalaciones de RTVC en Bogotá, Colombia, en julio del 2023.Diego Cuevas

Se ha dedicado un número significativo de notas en algunos medios hegemónicos sobre el papel de RTVC al que se suele catalogar como propagandístico. En varios he dado mi testimonio en calidad de analista político para los programas Noches de Opinión y El Calentao. En la pieza de EL PAÍS de Camila Osorio por primera vez fui citado de manera acertada y respetuosa. Aun así, me siento en el deber de responder de forma más amplia a señalamientos sin fundamento sobre la citada vocación de propaganda.

Es extraño que, salvo en pocos casos como el de La Silla Vacía, sólo se ejerza “periodismo al periodismo” al sistema de medios públicos y se hagan someras alusiones a los abusos de las mesas de trabajo que incluyen maltrato a invitados, censura, autocensura y afirmaciones clasistas. Solamente comentarios escandalosos como los de Luis Carlos Vélez sobre la COP 16 o Néstor Morales sobre Buenaventura activan las críticas, pero sin estas grotescas declaraciones poco o nada se controvierte. Información parcial, titulares engañosos, informaciones sin contexto y hasta noticias falsas están en el manual de algunos medios que avanzan en rating a expensas de la ética. ¿Cuántos artículos dedica esta prensa a la posición abusiva de ciertos medios corporativos?

En los espacios en que participo en RTVC reivindico una línea editorial (no ideológica) liberal- progresista, esto es: la presunción que la violencia colombiana tiene causas estructurales y no es simplemente consecuencia de la falta de autoridad; la defensa de la ampliación del catálogo de derechos humanos; el desarrollo sostenible en los términos en que la ONU lo ha planteado desde el informe Bruntland; el rechazo a los discursos antiderechos tan de moda en el mundo; y el análisis reposado de la actualidad internacional vetando cualquier asomo de estereotipos, entre otros. Claro está, en un país de marcada tendencia conservadora el abordaje de temas desde esta óptica es fácilmente catalogable como propaganda.

En buena parte de las piezas que circulan con esta descabellada tesis se omite que éste ha sido el único medio que todos los días reporta desde territorios donde no llegan los medios hegemónicos, Algeciras, Convención, El Tambo, Fonseca, Fundación, Mesetas, San Jacinto, San Andrés, San Vicente del Caguán y Tumaco, entre otros. En El Calentao, emisión en la que llevo 4 meses, todas las mañanas se hacen extensas rondas con noticias de las regiones que dan cuenta de dinámicas comunitarias ligadas a los problemas, preguntas y dudas de la gente que no fueron retomadas por ninguna de las notas en Cambio, La Silla Vacía y EL PAÍS, y en donde categóricamente se reduce nuestro papel a la propaganda. Debo expresar mi extrañeza porque solicité a la revista Cambio un espacio para dar mi testimonio porque me sentí muy mal citado por parte del periodista. Jamás recibí respuesta. Parece que no existe la posibilidad de confrontación, solo la difusión de una de las versiones.

Estos artículos que sugieren la propaganda pasan por alto que, en Noches de Opinión, espacio en el que completo un año, he tenido a figuras alejadas de la línea progresista actual como Marcos Peckel, Gaby Arellano, Alejandro Gaviria o Andrés Forero, entre otros. En cada informe que publicamos en redes sobre Gaza o Líbano nos reclaman ignorar al Cauca o el severo autoritarismo que padece Venezuela. ¿Saben esos medios que nos critican que todos los días reportamos desde El Tambo, Cauca? ¿Están al tanto que dedicamos tres emisiones al tema venezolano con voces de la oposición? Me veo en la obligación de recordar -asumiendo cierto tono de inmodestia- que hemos sido el único medio que ha realizado al menos una hora de emisión al golpe de Estado en Níger (un país que buena parte del periodismo hegemónico ni sabe que existe), varias secciones explicativas sobre la violencia en la República Democrática del Congo, la guerra civil en Sudán, el genocidio rohinyá en Birmania, la caída de Sheik Hasina en Bangladesh o el giro autoritario de Narenda Modi en India, entre otros.

A esos medios hegemónicos de radio y televisión que nos rotulan de gobiernistas les pregunto: ¿cuántos análisis han dedicado a estos temas internacionales pensando en el interés creciente de los colombianos por el mundo? ¿por qué siguen etiquetando a quienes califican la situación en Gaza de genocidio como idiotas útiles del gobierno? ¿Por qué omiten los informes de oenegés y de agencias de Naciones Unidas que dan cuenta del exterminio sistemático y una estructura de limpieza étnica y apartheid? Coincidir con la postura de Petro no nos convierte en su agencia de noticias.

La línea editorial que defiendo en nombre propio, pues no ejerzo la vocería de RTVC, apunta a llenar un vacío dejado por desidia e interés lucrativo de los medios hegemónicos. Pasan por alto la importancia de las regiones de las que diariamente obtengo lecciones valiosas de democracia local y que trato de poner en perspectiva nacional, desde lo regional hacia el nivel central, y no al contrario como hasta ahora ha sucedido. Los colombianos tienen derecho a un orden mediático alternativo con información y análisis nacional e internacional a la altura de las difíciles circunstancias. Bienvenido el debate en esos términos y rechazo a la descalificación sistemática e infundada.


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