La virtud de leer
La lectura no es solo un medio para adquirir información, es el cimiento sobre el que se construyen habilidades esenciales como inferir, reflexionar, cuestionar, imaginar y crear
¿Cuál es el problema de que no leamos? ¿Es realmente un asunto prioritario para el desarrollo de nuestras capacidades? Todo parece indicar que detrás de la gran crisis de aprendizaje alertada por la Unicef y agudizada tras la pandemia del covid-19, existen unas cifras que deben, como mínimo, proponer una meditación alrededor del valor de la lectura y de las implicaciones que tiene su descuido para el desarrollo del conocimiento, la innovación y la vida en sociedad.
De acuerdo con estudios del Banco Mundial y de Unicef, los niveles de aprendizaje en la competencia lectoescritora en el mundo son peligrosamente bajos: solo una tercera parte de los niños y niñas de 10 años pueden leer y comprender una historia sencilla. En Colombia la situación es aún más preocupante: se calcula que ese número se eleva al 60%. Por ejemplo, las pruebas PISA revelan que solo la mitad de los estudiantes colombianos son capaces de ubicar información directa y realizar inferencias sencillas, que es lo más básico que se mide en la comprensión lectora.
El déficit en la literacidad tiene repercusiones graves. Al llegar a la educación superior, muchos estudiantes enfrentan dificultades para comprender la lectura académica, lo que impide su aprendizaje en diversas disciplinas y aumenta su nivel de repitencia y deserción porque escasamente llegan a nivel de inferir, en muy pocos casos alcanzan a lectura crítica. Con ello se limitan sus oportunidades actuales y se compromete su futuro profesional. Está comprobado que la falta de habilidades de lectura y escritura afecta al desarrollo integral de los individuos y, por ende, de la sociedad en su conjunto.
Del latin legere —recoger o recolectar—, leer se refiere al ejercicio de escoger las palabras de manera visual, auditiva o con el tacto para extraer significados y cosechar un aprendizaje. Saber leer y escribir, y comprender lo que se lee, es una herramienta clave que cada niño y niña necesita para avanzar en su trayectoria educativa. La lectura no es solo un medio para adquirir información, es el cimiento sobre el que se construyen habilidades esenciales como inferir, reflexionar, cuestionar, imaginar y crear.
A propósito de la 18ª Fiesta del Libro y la Cultura de Medellín, que se celebra en septiembre, se pone de nuevo sobre la mesa el poder de la lectura. Esta celebración nos invita a reflexionar acerca de la urgencia de una acción colectiva para intensificar el hábito lector desde la infancia y romper con la crisis de analfabetismo funcional que se agrava en contextos donde los niños no tienen acceso a libros o a entornos que fomenten la lectura.
Se trata de una virtud fundamental que merece nuestra atención y reflexión. Aristóteles nos enseña que las virtudes se cultivan a través del hábito, que desarrolla la voluntad, la acción sabia y justa. Entender la lectura como virtud es elevar a superior su condición en la sociedad, es otorgarle al libro el poder de transformar nuestra forma de ver el mundo. La lectura es un acto de valentía y un viaje hacia lo desconocido, hacia los significados; un camino a explorar no solo el mundo exterior, sino también nuestro interior.
Al enfrentarnos a un texto, hay preguntas que enriquecen nuestra experiencia de lectura, fomentan el pensamiento crítico y analítico, y nos entrenan para evaluar la información en un entorno donde la desinformación es común: ¿Cuál es el mensaje central? ¿Qué emociones o experiencias está transmitiendo el autor? ¿Cómo se relaciona este contenido con mi vida y mi entorno?
Y, por supuesto, también está la imaginación. La lectura nos permite soñar y explorar posibilidades que aún no hemos vivido. ¿Qué mundos imaginativos nos ofrecen los libros? Las historias de descubrimiento reflejan las experiencias humanas, que nos unen en nuestra fragilidad y belleza compartidas, y nos inspiran a crear nuestro propio futuro.
Finalmente, leer con la intención de comprender es un acto de amor hacia el conocimiento y hacia la narración que es la vida. Leemos para cultivar la imaginación, para reflexionar sobre la vida, para compartir los mundos que otros crearon, para conocer y debatir las ideas que otros nos plantean. ¿Cómo podemos, entonces, ser embajadores de la lectura en nuestras comunidades? Al fomentar un ambiente donde se valore la lectura, contribuimos a crear una sociedad más informada, crítica y empática.
Cuando leemos nos sumergimos en experiencias ajenas y exploramos emociones y realidades que, de otro modo, permanecerían fuera de nuestro alcance. Se trata de aprovechar la oportunidad de ser otros para entenderlos, alcanzando una mentalidad más abierta y receptiva. Leer mejora nuestra comprensión de la realidad.
Al abrir un libro, hagámoslo con la intención de preguntarnos por nuestra forma de ver el mundo. ¿Estamos listos para abrazar esta virtud, dejar que la lectura nos transforme y promover que transforme a otros?
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