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Un poderoso empresario de esmeraldas es asesinado por un francotirador en Bogotá

Juan Sebastián Aguilar falleció tras recibir un impacto de bala en su lujoso conjunto residencial

El empresario Juan Sebastián Aguilar en una foto de archivo.
El empresario Juan Sebastián Aguilar en una foto de archivo.CORTESÍA
Lucas Reynoso

El esmeraldero Juan Sebastián Aguilar, conocido como Pedro Aguilar o Pedro Pechuga, fue asesinado en la tarde del miércoles en el norte de Bogotá. Según un informe de la policía citado por El Espectador, había salido de una misa en el lujoso conjunto residencial en el que vivía y estaba parado en la puerta de su casa, rodeado de familiares y un grupo de escoltas, cuando le impactó una bala. Medios locales aseguran que le disparó un francotirador. Aguilar fue trasladado de urgencia a la cercana clínica Los Cobos, donde falleció poco después. Fue el segundo intento en contra de su vida en menos de un año.

El asesinato ha producido conmoción en Bogotá. El alcalde, Carlos Fernando Galán, ha evitado dar detalles sobre la víctima y el crimen, pero ha confirmado que los hechos ocurrieron a la altura de la calle 138, arriba de la icónica carrera Séptima. Es una de las zonas más pudientes y seguras de la capital colombiana. Según Blu Radio, el empresario se había mudado al conjunto Bosques del Marqués, que cuenta con seguridad propia, hace poco menos de un mes. Era consciente de los peligros que enfrentaba: en octubre, dos detonaciones casi lo matan durante una reunión de su empresa de esmeraldas en la calle 116.

La muerte del empresario también ha repercutido entre los esmeralderos, un gremio que se concentra en la zona minera del occidente del departamento de Boyacá. La Federación Nacional de Esmeraldas de Colombia (Fedesmeraldas) ha alertado este jueves, tras conocerse el asesinato de Aguilar, sobre los riesgos que enfrentan sus miembros. “Hacemos un llamado urgente a las entidades del Estado para reforzar las medidas de seguridad en nuestro sector”, ha señalado en un comunicado. “Este lamentable hecho atenta no solo contra la vida de un ser humano, sino también contra los valores de seguridad, paz y respeto que defendemos como gremio”.

El sector vivió varias épocas de violencia a lo largo del siglo XX. De acuerdo con un informe de la Contraloría en 2013, la explotación de esmeraldas en Boyacá “es quizá el ejemplo más paradigmático de la desidia del Estado” en el control de recursos no renovables. “Se ha cedido el control del orden público y la explotación de las minas ha sido usufructuada, en apreciable medida, por organizaciones amparadas por el poder de la fuerza o por sus nexos con grupos armados al margen de la ley. En los municipios productores confluyen violencia y degradación social con poderosos empresarios y grupos armados”, se lee en el texto.

Las oleadas de violencia, que se han repetido con frecuencia, han producido en el pasado distintos asesinatos en Bogotá, ciudad que está a una hora en helicóptero o cinco por vía terrestre de la zona esmeraldera. En 2022, dos casos similares conmocionaron a la ciudad: el asesinato de Maximiliano Cañón cerca del Parque de la 93, y el de Jhon Freddy Bustos en una cafetería de Puente Aranda.

De la seguridad a las esmeraldas

Aguilar desarrolló dos facetas en el mundo de las esmeraldas. La primera fue en la seguridad de las minas. Según el medio local Boyacá 7 Días, su empresa Seguridad Oriental ha estado a cargo de la seguridad de importantes mineras de ese departamento, como Esmeraldas Mining Services (EMS) y Colombian Shared Services (CSS). Además, había sido el jefe del esquema de protección de Víctor Carranza, un fallecido esmeraldero conocido como El zar de las esmeraldas e investigado por vínculos con paramilitares.

Por otro lado, Aguilar era empresario minero a través de sus participaciones accionarias en Esmeraldas Santa Rosa. Según El Tiempo, se sentó en la junta directa de esa empresa con, entre otros, Jesús Hernando Sánchez Sierra, quien sobrevivió en 2022 un intento de asesinato. Una investigación de El Espectador, publicada en enero de 2024, señala que el Clan del Golfo estuvo detrás de ese fallido atentado.

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Sobre la firma

Lucas Reynoso
Es periodista de EL PAÍS en la redacción de Bogotá.
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