El indecedente (presidente) de la Federación Colombiana de Fútbol

Seguidores del fútbol en Colombia, ¡uníos para exigir la salida del presidente de la Federación de Fútbol, Ramón Jesurún!

Escribo esto haciendo la salvedad que no me gusta ni me interesa el fútbol. Sin embargo, mi llamado para que se alce la voz y se haga toda la presión posible para que el señor Jesurún sea apartado de su cargo de forma definitiva es genuino. No tiene nada de reivindicación, simplemente es un llamado moral. Es lo que debería pasar en un mundo decente del que, me atrevo a afirmar, no hace parte el susodicho directivo.

Vamos por partes. En primer lugar, el episodio del empujón y puñetazo que entre Jesurún y su hijo propinaron a integrantes del equipo de seguridad del estadio donde se jugaba la final de la Copa América ocurrió cuando este estaba en función de su cargo. Él mismo ha reconocido que portaba una escarapela oficial de la FIFA que le permitía ira a donde se le diera la gana. Sin embargo, creo que dicha acreditación no implica que también puede ir golpeando, empujando o pateando a quien mejor le parezca si está dentro del recinto del estadio donde juega su selección. Ser presidente de lo que sea no lo autoriza a agredir a nadie. Él insiste que sí. ¡Vaya filosofía de vida! Por eso reitero: Jesurún no hace parte de un mundo decente.

Pero el asunto no se debe quedar solo en ese episodio. Hay que recordar que el directivo del fútbol colombiano tiene pendiente saldar unas cuentas por una gigantesca estafa que presuntamente contó con su anuencia para que se revendiesen boletas de partidos de la Selección Colombia en tiempos de la eliminatoria para un mundial de fútbol. Ante los jueces se han llevado todas las pruebas que muestran la falta de transparencia del señor Jesurún, pero como la justicia en Colombia tiende a ser benévola con ciertos personajotes, el presidente-boxeador hasta ahora no ha recibido amonestación alguna por engañar a los hinchas de su equipo. ¡Qué desvergüenza! Reitero: Jesurún no es un tipo decente.

Sumemos a esos episodios el prudente y cómplice silencio que guardó Jesurún cuando hubo escándalo e indignación mundial por el beso que a la fuerza le dio el presidente de la Federación de Fútbol Español, Luis Rubiales, a una jugadora del equipo femenino de ese país. Después de largas semanas guardando silencio y escondiéndose, finalmente abrió la boca para decir “me duele que se haya hablado más de eso que de los méritos de la selección española ganando el mundial”. No me cansaré de repetirlo: Jesurún no es un tipo decente y prefiere hablar de goles que de casos de acoso sexual en su gremio. ¡Qué patético!

Pero si hay un elemento que lo resume todo y que debería ser el principal motor para exigir la salida del señor Ramón Jesurún de la Federación es porque él no representa a los hinchas que le han llenado sus bolsillos. Él los ve por encima del hombro. Él se considera mejor que ellos. Él cree que ellos son una suerte de súbditos que se deben plegar ante el gran Jesurún como debió hacerlo el agente de seguridad en el Estadio en la Florida. Jesurún es un ejemplo de todo lo que está mal en Colombia: arribismo, clasismo y corrupción. Lo repito sin cesar: no es un tipo decente. Y no merece estar ahí.

Suscríbase aquí a la newsletter de EL PAÍS sobre Colombia y aquí al canal en WhatsApp, y reciba todas las claves informativas de la actualidad del país.