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Los rescatistas de perros que se tomaron los campos del sur de Bogotá: “Los animales son nuestra razón de ser”

Proteccionistas de Ciudad Bolívar encarnan la lucha por ayudar a los canes desamparados de las zonas rurales de la capital, donde priman el maltrato, el abandono y la sobrepoblación animal

Refugio Canino 07, en Ciudad Bolivar, Bogotá, Colombia
Jasbleidy Dimate y Juan Esteban Castaño alimentan a los animales en el refugio Canino 07, en la vereda Mochuelo Alto, en Ciudad Bolívar, Bogotá, el 17 de noviembre de 2023.NATHALIA ANGARITA

Cada vez que Jasbleidy Dimate se arrodilla, una manada de perros corre a lamerle la cara. Como tú, Salvador, Carla, Simón y Poropo son algunos de los 150 canes a los que Dimate decidió darles una segunda oportunidad. “Los perros le dieron sentido a mi vida”, sentencia la animalista de 41 años, mientras abre un bulto de concentrado para alimentar a los cachorros del Refugio Canino 07. Un espacio que fundó hace seis años para ayudar a los animales desamparados, y que, desde inicios de 2023, opera en Mochuelo Alto, un barrio rural del sur de Bogotá en el que la mayoría de perros vive a su suerte.

“Los peores problemas aquí son el abandono, el maltrato y la sobrepoblación”, recalca Dimate. A finales de agosto, denunció en sus redes sociales el caso de un perro que andaba por una vereda de Ciudad Bolívar con el cuerpo cubierto de llagas ensangrentadas. Aunque Hope se recuperó gracias a un tratamiento que Dimate pagó a punta de donaciones, su historia es similar a las de muchos perros con las que la proteccionista lidia a diario.

“Rescato a los más vulnerables. Los que se están muriendo en la calle”, remata la mujer con la frustración anclada a la garganta. Por cada perro adoptado que sale de su refugio, llega un par que están enfermos, maltratados o abandonados. A veces son animales de raza que la gente deja a su suerte entre las montañas. “Vienen a abandonarlos aquí para que nadie se dé cuenta. Es algo que ha pasado siempre”, cuenta Dimate tras un resoplo de ira. Boxer, pitbull, husky siberiano, pug y pastor belga son algunas de las razas que ha rescatado.

Jasbleidy Dimate y Juan Esteban Castaño, en el refugio en Bogotá, el 17 de Noviembre del 2023.
Jasbleidy Dimate y Juan Esteban Castaño, en el refugio en Bogotá, el 17 de Noviembre del 2023.NATHALIA ANGARITA

Según estimaciones de 2022 del Instituto Distrital de Protección y Bienestar Animal de Bogotá (IDPYBA), más de 66.000 perros deambulan por las calles de la ciudad. La cifra no incluye la población de las áreas rurales, en las que los canes pasan inadvertidos y sobreviven a merced de la caridad. De hecho, Dimate encuentra la mayoría de animales durante recorridos por las veredas de Ciudad Bolívar y Usme, localidades del empobrecido sur de Bogotá en las que es muy común ver perros famélicos merodeando las basuras o amarrados a las afuera de las casas. “No hay una cultura de cuidado a los animales”, sentencia la mujer, entre el ruido de los ladridos.

Juan Esteban Castaño es el único que apoya sus labores en el refugio. Inició como voluntario y hace un año empezó a trabajar de forma permanente junto a Dimate. “Me gusta lo que hacemos y creo que es importante”, apunta el joven de 21 años, que sueña con convertirse en adiestrador canino profesional. Él y Dimate viven en una casa de unos 40 metros cuadrados, ubicada en un rincón del refugio. “Tenemos que estar aquí para ellos. Son nuestra razón de ser y nos necesitan todo el tiempo. Es imposible pensar en días libres o vacaciones”, enuncia Dimate, sentada junto a Nena, una perra negro azabache que la acompaña desde hace 16 años.

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Entre las tareas de alimentación e higiene, los traslados y los tratamientos veterinarios, el tiempo en el refugio se esfuma. Muchos perros llegan con afecciones renales, problemas en la piel, enfermedades como moquillo, distintos tipos de cáncer o incluso condiciones de invalidez. “Tratamos de sacar adelante a los que más se pueda”, resalta Dimate, mientras camina hacia las casetas de madera en las que varios cachorros intentan recuperarse del parvo, un virus que ataca principalmente los intestinos.

Jasbleidy, el 17 de Noviembre del 2023.
Jasbleidy, el 17 de Noviembre del 2023.NATHALIA ANGARITA

“Me encantan los bebés. Hago lo posible para que se salven”, exclama Dimite entre caricias y juegos con los cachorros que menean la cola alrededor de ella que, al igual que Castaño, tiene los antebrazos repletos de pequeños rasguños y las uñas curtidas de tierra.

Para ellos, los esfuerzos se justifican a la hora de salvar y cambiar vidas. “Queremos que tengan un hogar en donde les den el amor que se merecen”, asegura Dimate esperanzada. La única exigencia para las adopciones es que las personas muestren la voluntad firme de cuidar a un perro de por vida y que aporten una donación para que el refugio continúe sus labores en la finca que rentan desde enero de 2023.

Antes, la mujer trabajó en una casa en la que llegó a tener varias decenas de canes. “Era muy difícil todo allá y el dueño me pidió varias veces que me fuera”, comenta la rescatista, convencida de que mudarse al campo ha sido la mejor decisión. Ahora, su refugio está abierto todos los días para quienes quieran visitarlo.

Juan Esteban Castaño, junto a un gato rescatado.
Juan Esteban Castaño, junto a un gato rescatado.NATHALIA ANGARITA

“Dependemos de la gente. Sin las donaciones, nada sería posible”, apunta Dimate, que tras cálculos apresurados apunta a decir que los gastos mensuales del Refugio Canino 07 rondan los 13 millones de pesos (poco más de 3.000 dólares), entre dos bultos de comida diarios, material de limpieza, medicinas y visitas al veterinario para tratamientos, vacunas y esterilizaciones. “Esterilizar es lo más importante para responder al problema de los perros”, apunta la proteccionista.

El IDPYBA apoya al refugio con dos esterilizaciones al mes, una cifra mínima para un lugar que mantiene 150 animales en promedio. Natalia Parra, subdirectora de Cultura Ciudadana y Gestión del Conocimiento del IDPYBA, asegura que el presupuesto de la entidad no permite ayudar lo suficiente a los cerca de 400 refugios reconocidos en la ciudad. “Lamentablemente, los animales continúan en la cola de las prioridades”, zanja la funcionaria, una animalista de larga trayectoria. En 2022, la institución contaba con un presupuesto de unos 34.000 millones de pesos (alrededor de 8 millones de dólares), que se redujeron a 28.000 millones (unos 7 millones de dólares) en 2023, según datos de la entidad.

Parra explica que muchos de los esfuerzos del IDPYBA están orientados a un cambio en las conductas ciudadanas. “Realizamos varias intervenciones en las comunidades para que la gente aprenda buenas prácticas con sus mascotas de compañía y con el resto de los animales”, apunta.

Perros rescatados en el refugio Canino 07.
Perros rescatados en el refugio Canino 07.NATHALIA ANGARITA

Dimate considera que esas estrategias no han surtido efecto, pues es testigo de las mismas realidades en las zonas rurales. “Aquí hay personas que cogen los perros para sacarles cría y luego venderlas. Personas que ponen los perros a pelear para lucrarse. Gente que abusa sexualmente de los animales. En fin, muchas cosas a las que nadie les pone cuidado”, denuncia la animalista, quien perdió la cuenta de los derechos de petición que ha presentado ante el IDPYBA para alertar sobre situaciones de peligro. “A veces me contestan que van a los lugares y que no hay nadie. Repiten lo mismo si vuelvo a preguntar por los casos”, remata con frustración, mientras mira a Theo, un perro blanco de aspecto pitbull con varios cortes en la cabeza.

La desconfianza de la rescatista hacia los tomadores de decisiones la motiva a soñar con ayudar a más animales. “Quiero tener cinco refugios. Ya tengo en la cabeza cómo quiero que sean”, exclama con una sonrisa. Dimate, que también tiene una docena de gatos en el refugio, se imagina suelos de concreto, zonas verdes bien cortadas y fumigadas, más casetas de madera y otros proyectos que consumen su vida y la de Castaño.

Después de darle la comida del mediodía de los cachorros, los dos rescatistas suben a la minivan del refugio varias cajas de salchichas que les donaron. Planean llevárselas a Martha Rosas, una colega de otra zona de Usme que abre las puertas de su casa todas las noches para que varios animales puedan dormir bajo techo. Al igual que a Dimate, como si la bondad se pudiese olfatear, un séquito de perros también la persigue por dondequiera que va.

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