Salida de Martha Lucía Zamora: otro golpe desde adentro

El Gobierno del presidente Gustavo Petro enfrenta otro escándalo desatado por una denuncia que sale de su propio equipo. La directora de la Agencia de Defensa Jurídica del Estado Martha Lucía Zamora renunció por solicitud del presidente y al hacerlo dijo tener información sobre una reunión en París en torno a la licitación de pasaportes que ha estado desde hace varios meses en el ojo del huracán. El presidente al pedir esa renuncia toma una decisión que parece precipitada. La funcionaria dice que no fue escuchada, que el presidente solamente tiene un lado de la historia. Por eso surgen de nuevo las dudas sobre la capacidad del mandatario para manejar el disenso entre sus colaboradores.

Las diferencias de criterio son activos en toda democracia y en todo equipo. Tramitarlas con eficacia es una de las cualidades del buen líder que logra sumar en la diferencia. Sin embargo, el presidente en no pocas ocasiones ha preferido salir rápidamente de los funcionarios que plantean argumentos distintos a los suyos. Ya en otras oportunidades ha sacado funcionarios sin una previa conversación. Así salieron los ministros Alejandro Gaviria, Cecilia López y José Antonio Ocampo, entre otros. Esos cambios en un gabinete que era plural en lo político y en experiencia, significaron un golpe grande para un Gobierno que no deja de invitar a un Acuerdo Nacional, pero no logra ese acuerdo con los más cercanos. Muchas personas que conocen el trabajo de Martha Lucía Zamora consideran que con esta salida pierde el Gobierno. Sus colaboradores la despidieron entre aplausos.

Minutos después de conocerse la renuncia, el presidente Petro dijo que tenía “distancia con la manera como se ha llevado la defensa de la nación en varios temas” y que esa renuncia se había pedido “por problemas diferentes antes de que ocurrieran los hechos”, detalle final que desmiente Martha Lucía Zamora. Se refería el presidente al incidente en el que el canciller Álvaro Leyva, al parecer salido de tono, le reclamó a la funcionaria por discrepancias en la manera de enfrentar la demanda interpuesta por la empresa Thomas Greg and Sons tras la licitación de los pasaportes declarada desierta.

El presidente insistió hoy en que en su Gobierno no habrá licitaciones de un proponente. Hace bien en su intento por combatir la corrupción que se viste de “sastre” en esas licitaciones con pliegos hechos a la medida de un proponente. No obstante, esa es una batalla que debe darse con las herramientas jurídicas adecuadas para evitar que a la postre le terminen costando más caro al Estado. La licitación de pasaportes enfrenta varias investigaciones y se avecina una más.

Martha Lucía Zamora informó sobre su renuncia en entrevista con el periodista Daniel Coronell en la W, quien había denunciado unos días atrás que el canciller Leyva le reclamó a los gritos, en un pasillo de la Casa de Nariño, porque ella no estaba defendiendo al presidente en esa demanda, ante lo cual la respuesta de Zamora fue decir que su obligación era defender los intereses del Estado y no al presidente. Ella considera que los errores en el manejo de la licitación son tan graves que el pleito se puede perder y es mejor abrir la puerta a una conciliación porque eso convendría más a las finanzas del Estado. Sin conocer la letra menuda del proceso y sin tener claro cuál sería la mejor estrategia de defensa, acierta la funcionaria al recordar un principio clave: la Agencia y todas las entidades públicas están al servicio del Estado, de los ciudadanos y no de los funcionarios de turno. Eso se suele confundir con frecuencia y por esa razón hay tantos abusos de poder.

Esta renuncia podría ser una más por discrepancias con el presidente, pero en su salida Martha Lucía Zamora lanza una versión según la cual se habría realizado una reunión en París en la que participaron funcionarios del Gobierno y el hijo del canciller con personas que tendrían interés en la licitación de los pasaportes. Al momento de escribir esta columna es poco lo que se conoce del tema, pero es claro que se abre una nueva línea de investigación en un caso que ha generado todo tipo de sospechas. Es importante saber qué pasó, quiénes se reunieron y de qué hablaron en ese hotel en París. Jorge Leyva, hijo del canciller dijo en La FM “que quien quiera hacer una acusación de algo ilegal puede hacerla, pero debe probarla”.

“Hay algo que no encaja”, dijo Martha Lucía Zamora en la entrevista. “No fue gratuito lo que sucedió, ni los gritos, ni el lugar donde estaba, ni el comité de conciliación al que fui citada”. Efectivamente, mientras más versiones se conocen, más raro suena todo este asunto. Muy extraño que el presidente pida la renuncia de una alta funcionaria sin antes hablar con ella para conocer de primera mano lo que tiene para contar en un asunto tan delicado en donde varios parecen jugar con cartas marcadas. Sobre el conflicto de interés del hijo del canciller ya se había conocido una denuncia en un debate de control político en el Congreso y sin duda amerita investigación.

Por el bien de su Gobierno y del país, el presidente debería escuchar, antes de sacarlos del cargo, a los funcionarios que le dicen justamente lo que no quiere escuchar. Los aduladores proliferan como bufones alrededor de quien tiene el poder y con la misma facilidad lo traicionan. Quienes tienen el carácter de decirle al emperador que va desnudo son valiosos y necesarios si se quiere acertar más allá de los deseos y las obsesiones personales. El poder encierra, aleja de la realidad y el presidente que quiere batallar contra la corrupción debe caminar con cuidado porque hay muchos intereses, los corruptos conocen muy bien las debilidades del Estado y hay piedras en cada paso del camino. En el caso de los pasaportes, hay mucho por saber.

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