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Elecciones en Colombia
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

“Voto castigo” al Pacto Histórico

El presidente ha gastado muy rápido su capital político, pero el triunfo de Galán va más allá

Gustavo Bolívar, quien aspiraba a la Alcaldía de Bogotá, tras votar este domingo.
Gustavo Bolívar, quien aspiraba a la Alcaldía de Bogotá, tras votar este domingo.Santiago Mesa

Apenas un año y cuatro meses después de haber elegido al primer presidente de izquierda, Colombia se mueve a la derecha en las elecciones regionales en las principales ciudades y eso plantea retos inmensos en los meses que vienen para avanzar en las agendas a nivel nacional y local. ¿Podrá el presidente Gustavo Petro trabajar con los alcaldes de partidos que le hacen oposición? ¿Entenderán esos mandatarios locales que, si en la elección les sirvió hacer campaña desde la oposición, ahora conviene trabajar de la mano con el Gobierno nacional? Por el bien de Colombia ojalá uno y otros estén a la altura del reto, pero no hay que hacerse demasiadas ilusiones.

Los analistas discutían antes de la jornada si estas elecciones serían un plebiscito en torno al presidente Gustavo Petro. Si bien la política regional tiene siempre en Colombia una dinámica propia y hay alianzas imposibles en la política nacional, es claro que los resultados son un golpe para el Gobierno y para la izquierda en general. La realidad política de Colombia muestra una cara muy distinta a la que reflejó en la elección presidencial y a la que mostró también hace cuatro años en la elección regional. En el 2022 ganó la izquierda y el grito era de cambio. En el 2019 los alternativos lograron alcaldías importantes. En el 2023 los partidos tradicionales y los clanes regionales, con todos sus cuestionamientos a cuestas, se anotan triunfos importantes y salen renovados. La política es dinámica, dicen por ahí.

Basta revisar lo ocurrido en Bogotá, ciudad fundamental en la elección del presidente Gustavo Petro: Carlos Fernando Galán conquistó a una capital que en varias elecciones se inclinó hacia la izquierda y la centro izquierda. El resultado es contundente porque Galán ganó en primera vuelta y con una votación que ronda el 49 por ciento, algo que no lograron los alcaldes recientes en la capital. Gustavo Bolívar, el candidato del Pacto Histórico y del presidente, quedó rezagado y no logró ni el segundo lugar.

Ese resultado se debió en buena parte a ese “voto castigo al Pacto Histórico” como lo llamó el candidato derrotado Gustavo Bolívar. El presidente ha gastado muy rápido su capital político, pero el triunfo de Galán va más allá: se trata de un candidato, ahora alcalde electo, que no generó resistencias ni muchas pasiones encontradas. Eso es extraño porque justamente hoy en el mundo los políticos que triunfan son los que calientan pasiones, los radicales, los extremistas. Galán, por el contrario, desde el centro, cargado a la derecha porque eso convenía en la campaña, planteó un mensaje mesurado, no movió odios, ofreció continuismo en el proyecto Metro que enfrentó a la alcaldesa saliente con el presidente, se desmarcó de ella en materia de seguridad y logró así sumar desde el centro a la derecha y también a muchos votantes de izquierda desencantados con el Gobierno Nacional. Bogotá tiene más voto de opinión que voto amarrado y eso sirve porque la ciudad lee realidades políticas y se mueve con independencia. Lamentable, eso sí, el retroceso en materia de género al ver de nuevo un tarjetón con solamente hombres como opción.

Si sumamos al resultado en Bogotá, los triunfos de Federico Gutiérrez en Medellín, Alejandro Char en Barranquilla, Alejandro Éder en Cali, por mencionar algunos, es claro que al presidente le va a tocar sentarse a buscar alianzas con opositores si quiere avanzar en los cambios que ha planteado y que pasan por las regiones. En una democracia madura esta sería una oportunidad para buscar consensos, unidad nacional, puntos de encuentro. En Colombia no sabemos. El presidente Gustavo Petro comenzó el Gobierno sumando y haciendo llamados a la unidad, con lo cual hubo esperanza de reformas consensuadas. Poco después fue ganando su lado más radical como parte de múltiples errores cometidos, pero también, hay que decirlo, en respuesta a un establecimiento que tampoco ha dado muestras de querer cambios de fondo.

Cabe preguntarse cómo se lee en el Congreso el resultado y qué pasa con las reformas que se tramitan. Cerrada la campaña, lo lógico sería que se le pusiera seriedad y velocidad a los debates sin el ruido de las elecciones, aunque lo real es que sin duda a partir del cambio en los gobiernos locales comience a calentarse de manera temprana la campaña presidencial porque ante esta derrota de la izquierda serán muchos los interesados en posicionarse como los candidatos anti Petro para comenzar la carrera. Ojalá los líderes políticos escuchen lo que dicen las urnas. Lo que dijeron este 29 de octubre y lo que vienen diciendo de tiempo atrás porque sigue ahí el reclamo de la gente que pide mayor inclusión, más justicia social, más desarrollo regional, más seguridad, mejores condiciones de vida.

La violencia que ha estado ahí en cada elección, también se asomó esta vez alterando los comicios en Ricaurte Nariño y Santiago en Putumayo. Lo más grave, sin embargo, ocurrió la víspera en Gamarra, César. Aunque las estadísticas digan que no fueron los comicios más violentos de la historia, para los hijos de Duperly Arévalo Carrascal, la funcionaria de la Registraduría asesinada en el incendio en Gamarra, su tragedia va más allá de cualquier análisis. Esos niños perdieron a su madre y con ellos perdemos todos porque cuando las pasiones políticas llevan a creer que incendiar sirve para algo, es que seguimos sin salir del fondo. Esos estallidos no se dan solos. Son responsables los autores materiales, que deben pagar ante la justicia, y también los líderes que calientan odios y pasiones. Por eso, el mayor reto que tienen el presidente y los mandatarios electos es encontrar la manera de trabajar juntos a pesar de las enormes diferencias que se ven, por lo menos en lo que tiene que ver con las ciudades principales.

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