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La presidencia de Ricardo Roa al frente de Ecopetrol queda en entredicho tras las revelaciones del hijo de Petro

Los partidos políticos de la oposición piden la cabeza de Roa Barragán, gerente de la campaña presidencial de Gustavo Petro, hoy al frente de la mayor compañía del país

Ricardo Roa Barragán, cabeza de la petrolera de mayoría estatal Ecopetrol en 2023.
Ricardo Roa Barragán, cabeza de la petrolera de mayoría estatal Ecopetrol en 2023.ecopetrol
Camilo Sánchez

Las declaraciones de Nicolás Petro, hijo del presidente colombiano, ante la Fiscalía General de la Nación han caído como un meteorito político en el país. Acorralado tras las acusaciones por lavado de activos y enriquecimiento ilícito, el primogénito del mandatario ha revelado este jueves ante el ente acusador que la campaña presidencial de su padre habría recibido fondos de manera irregular. Partidos de oposición como el derechista Cambio Radical o el Centro Democrático no han tardado en reaccionar ante la noticia y han pedido la renuncia de Ricardo Roa Barragán, gerente de la campaña presidencial de la coalición progresista Pacto Histórico, hoy al frente de la petrolera y mayor compañía de Colombia.

Al impulsarlo para ese cargo, el presidente Gustavo Petro rompió con la tradición de los últimos años, que privilegiaba hasta cierto punto la distancia entre la dirección de la empresa de mayoría estatal y el mundo político. Catapultó a un íntimo amigo suyo para la gerencia de la compañía del logo de la iguana. Así fue como la junta directiva aprobó por mayoría la hoja de vida del ingeniero mecánico de 62 años, experto en asuntos eléctricos, y el pasado 11 de abril fue anunciado su nombramiento. Dentro de las altas esferas de la empresa, sin embargo, más de uno presentía que su gestión al frente de las cuentas de la campaña de 2022 podría suponer en cualquier momento un problema.

Roa se ha habituado a dar declaraciones concisas y medidas y a eludir otras solicitudes de entrevista bajo el argumento de que “no quiere hablar de su vida privada”. En junio el portal La Silla Vacía reveló que su pareja habría recibido contratos del Estado. Y casi en paralelo circularon los señalamientos del saliente embajador en Venezuela, Armando Benedetti, quien, entre excesos verbales, acentuados según él por el alcohol, aseguró que una suma indeterminada de dineros ilícitos habría entrado a la caja del ‘petrismo’ en su feudo electoral en la costa Caribe. Ahora irrumpe el caso del hijo del presidente ante la Fiscalía.

Los focos entonces se posan sobre un funcionario cuyo mandato está condicionado por un proceso que se va desenvolviendo como una madeja de señalamientos por posible corrupción. Roa Barragán contaba con un perfil ejecutivo solvente de más de 30 años en el sector energético. Su especialización en sistemas gerenciales y su cargo como presidente del Grupo de Energía de Bogotá durante la alcaldía de su amigo Gustavo Petro lo acreditaban como sucesor de Felipe Bayón al frente de una compañía cuyo 88,48% es de propiedad estatal y hoy se sitúa como la quinta más grande de Latinoamérica.

Pero a pesar de su buena trayectoria, Roa ha generado desde tiempo atrás inquietud entre los más escépticos. Tras salir de la empresa de energía de la capital, viajó a Tegucigalpa (Honduras) en 2019 para asumir la dirección de la Empresa de Energía de Honduras. Fue un salto sin escala desde la izquierda colombiana al conglomerado de un aliado de la derecha más rancia: el controvertido magnate antioqueño William Vélez Sierra, propietario del 51% de la energética hondureña. Se trata de un amigo cercano y financiador de las andaduras políticas del expresidente Álvaro Uribe Vélez, en cuyo Gobierno recibió abundantes contratos estatales.

Pero las pérdidas de la compañía eléctrica y las fricciones en Tegucigalpa con el entonces presidente del país centroamericano, el conservador Juan Orlando Hernández, precipitaron su regreso a Colombia. El diario El Heraldo de Honduras informó en 2021 que el Gobierno hondureño acusó al consorcio colombo-centroamericano, que tenía un contrato de concesión, de cobros adulterados en las facturas de los usuarios y del derroche injustificado de energía. En suma, las autoridades locales señalaron que el servicio empeoró a la vez que las tarifas subieron. En septiembre de 2021 Roa anunció una demanda internacional, que superaría los 800 millones de dólares, contra el Estado hondureño por presuntos incumplimientos contractuales del Ejecutivo: “No es más que un acto de expropiación”, sentenció en forma rotunda para explicar aquel pleito.

Roa ha formado parte de numerosas juntas directivas. Tuvo silla en las energéticas colombianas Emgesa y Codensa, la española Gas Natural, o Rep y Contugas de Perú, todas vinculadas con el Grupo Energía de Bogotá. Todo eso, sumado a su formación como ingeniero mecánico de la Universidad Nacional, la institución pública de educación superior más prestigiosa de Colombia, lo situaron desde la victoria electoral de Petro en la baraja de candidatos para asumir las riendas del Grupo ISA, cuyo mayor accionista es Ecopetrol. Pero, tras siete meses de silencio desde su posesión y varios interrogantes en torno al futuro del gerente de la campaña, las fotos de Petro y Roa abrazados se multiplicaron en las redes sociales para anunciar al nuevo presidente de Ecopetrol.

Era la continuación más o menos predecible de una relación política y personal que se remonta en el tiempo hasta 2012, un año clave para entender el recorrido del hoy presidente de la petrolera. Aquel año fue elegido presidente de la Transportadora de Gas Internacional, una filial del Grupo de Energía de Bogotá, cuya junta directiva estaba encabezada por el entonces alcalde, Gustavo Petro. Un trabajo del veterano reportero de investigación Norbey Quevedo desanda con detalle los pasos de Ricardo Roa desde entonces y une puntos para mostrar cómo algunos de los nombres de aquella junta se van entrecruzando en otros cargos posteriores relacionados con el mundo energético.

Ahora los políticos de la derecha han saltado en bloque para pedir la renuncia de Roa Barragán. El representante por Antioquia Juan Espinal, del opositor Centro Democrático, publicó un video donde exige la “renuncia inmediata del presidente de Ecopetrol, que fue gerente de la campaña de Gustavo Petro”. Miguel Turbay Uribe, un joven senador de la misma formación, también dejó su mensaje en la rebautizada red social y aprovechó para echarle leña al fuego: “Ricardo Roa debe renunciar. (…) Es hoy el responsable de esta situación”. Un epílogo inesperado para un alto ejecutivo que tendrá que hacer de equilibrista y tener mucha tenacidad para pilotar la empresa más grande de Colombia y al mismo tiempo esclarecer los señalamientos que han dejado tambaleando su cargo.

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Sobre la firma

Camilo Sánchez
Es periodista especializado en economía en la oficina de EL PAÍS en Bogotá.

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