El reciclaje del plástico se queda corto en Colombia
Acoplásticos, gremio del sector, afirma que solo se recicla una de cada cinco toneladas
En Colombia no hay datos oficiales de cuánto plástico se recicla. La información que entregan las grandes ciudades (Bogotá, Medellín, Barranquilla y Cali) no separa ese producto, que tiene unos efectos particularmente graves sobre el ambiente, del resto de residuos sólidos. El gremio de la industria de los plásticos, Acoplásticos, afirma que el país produce alrededor de 1.4 millones de toneladas plásticos al año y calcula que se reciclan únicamente 300 mil. Pero esa cifra es solo un estimado y lo que sí muestran las cifras oficiales es que, de todos los residuos sólidos que incluyen no solo plásticos sino restos de comida, telas, cartones, metales o vidrios, no se recicla ni el 30%.
La directora de la Unidad Administrativa Especial de Servicios Públicos (UAESP), entidad encargada del sistema de reciclaje en Bogotá, Luz Amanda Camacho, explica que la capital genera más o menos 7.800 toneladas diarias de residuos sólidos, de los que reciclan cerca de 1.300, menos del 17%. Según Camacho, aunque la UAESP ha invertido en mejorar el sistema y la maquinaria para el aprovechamiento de los residuos, al igual que en la formalización y carnetización de los recicladores de oficio, el reto más grande sigue pendiente. Son los baches antes del momento del reciclaje, cuando los ciudadanos deben separar los residuos. “La falta de cultura ciudadana es un obstáculo importante para el reciclaje, el reúso y la recirculación de materiales”, dice.
Medellín, con más de 3.000 recicladores y 23 organizaciones prestadores del servicio de reciclaje, muestra mejores cifras. Los datos del Plan de Gestión Integral de Residuos Sólidos de Medellín (PGIRS), indican que en 2020 la ciudad generó 915.853 toneladas de residuos sólidos y logró reciclar 267.098, el 29,6 %. Para lograrlo, además de mejor separación en la fuente, se suma a iniciativas de la administración como el aumento de camiones recolectores de Emvarias, la empresa pública encargada del servicio; la adición de un tercer día de recolección semanal e incluso la propuesta de una eco-ruta para que los ciudadanos entreguen su reciclaje de manera organizada.
Mientras tanto, la reutilización de residuos sólidos en Cali y Barranquilla está por debajo de Bogotá, con menos del 12%. Si bien las dos ciudades promueven proyectos de economía circular y formalizaciones de sus recicladores de oficio, la falta de infraestructura y de educación en temas ambientales hace difícil que se formalice el sistema de reciclaje.
Mary Angela Peralta, de la Oficina de Servicios Públicos de la Alcaldía de Barranquilla, explica a EL PAÍS que el principal reto es la educación y lograr generar un cambio de hábito en el manejo de los residuos sólidos. Carlos Tulio Fernández, cofundador y gerente general de la empresa caleña Fanáticos del Reciclaje, coincide, “Se debe concientizar a las personas de lo importante que es cuidar el medio ambiente”, dice, y enfatiza en la importancia de crear mecanismos que enseñen a los ciudadanos la manera correcta de separar sus desechos básicos para contrarrestar los efectos del consumo desmedido y contaminante que tenemos.
El problema más allá de la educación
El 24 de octubre la oenegé ecologista Greenpeace publicó un informe que concluye que el reciclaje de plásticos es un “callejón sin salida”. Los datos muestran que en Estados Unidos, uno de los países más contaminantes del planeta, se generan aproximadamente 51 millones de toneladas de residuos plásticos al año y se reciclan solamente 2.4 millones.
La organización explica que un producto plástico se entiende como reutilizado cuando por lo menos el 30% de sus componentes se vuelven a usar. El problema es que los plásticos PET #1 y HDPE #2 (generalmente encontrados en botellas y jarras) aparecen como “reciclables” pero menos del 20% de su plástico termina en la cadena de reciclaje. Lisa Ramsden, activista senior de plásticos de Greenpeace, EE. UU explica que “en términos prácticos, la mayoría del plástico no es reciclable”.
Tatiana Céspedes, del equipo de Greenpeace Colombia, afirma que por eso la organización lleva varios años reiterando que el reciclaje no es la solución a la contaminación, y busca que se “prohíba, se manden leyes y sobre todo se rechace” el uso y la generación de plástico. Agrega que la solución está en usar otras alternativas de empaques y así reducir tanto como sea más posible la producción de plástico, y por lo tanto la contaminación que existe.
En esa línea, Colombia ha venido cerrando espacios al plástico, quizás de forma aún tímida. Primero, la reforma tributaria que sacó adelante el Gobierno de Juan Manuel Santos en 2016 creó un impuesto al consumo de bolsas plásticas, para “desincentivar” su consumo: Luego, en 2017 el entonces congresista liberal sanandresano Jack Housni presentó un proyecto de ley para prohibir el ingreso y uso de bolsas y otros artículos de plásticos de un solo uso al archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, que apoyó en 2018 el Gobierno de Iván Duque y el Congreso aprobó, y hoy es ley. Y ahora el presidente Gustavo Petro incluyó en su reforma tributaria un impuesto para los plásticos de un solo uso, por el que quien produce o importa esos bienes, deberá pagar 2 pesos por cada gramo. Eso significa alrededor de 12 pesos por una bolsa pequeña de supermercado.
Además de esas medidas para prohibir o desincentivar los plásticos más contaminantes, los que se usan una vez y se desechan, hay proyectos de economía circular son. Por ejemplo, la iniciativa del Grupo Ecopetrol y el Aeropuerto el Dorado que en octubre pavimentaron una vía cerca al aeropuerto mezclando asfalto con bolsas de material reciclado o el proyecto de la secretaría de Hábitat de Cundinamarca de construir viviendas con envases usados de Tetra Pak. Pero mientras sigan siendo proyectos puntuales, su contribución a reducir la contaminación por plástico seguirá siendo marginal.
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