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La guerra sin control en el Cauca

Indepaz alerta sobre el reclutamiento de menores por parte de los grupos armados en esa región, donde la senadora indígena Aida Quilcué fue víctima de un atentado el fin de semana

Sally Palomino
senadora Aida Quilcué habla durante un evento político.
La senadora Aida Quilcué habla durante un evento político.rrss

A la senadora caucana Aida Quilcué la han amenazado más de cien veces. A su esposo lo asesinaron en 2008 en un atentado que se cree que iba para ella. Este fin de semana, 14 años después, han vuelto a intentarlo. La senadora indígena denunció que había sido víctima de unos hombres en moto que rodearon su carro en una estrecha carretera del Cauca. Le dispararon por lo menos seis veces. “Acabo de sufrir un atentado, disparan a la camioneta en la que me movilizo cerca de Guadualejo - Puerto Valencia, Tierradentro Cauca”, escribió en Twitter, cuando ya estaba a salvo. Les dispararon muchas veces, ha dicho Quilcué en su narración a los medios. Las imágenes del vehículo en el que viajaba muestran los disparos por atrás, en las llantas, en las ventanas. La senadora se acurrucó dentro del carro, que siguió en marcha a pesar de las balas. Así se salvaron. “El conductor me dijo que me tirara al suelo, y lo hice mientras lográbamos salir. Yo solo escuchaba los impactos”.

Quilcué ese día había estado acompañando a las autoridades indígenas en una reunión para buscar salidas a la violencia en esa región. “Veníamos de Caldono porque han asesinado a más de 20 jóvenes este año y el reclutamiento ha crecido muchísimo”, relataba a Caracol Radio, tras el atentado. Ha denunciado que antes de lo que ocurrió el fin de semana había recibido 120 panfletos intimidatorios, “las amenazas han sido permanentes”, dice. La senadora, líder del pueblo nasa y del Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC), advierte que episodios como el que vivió este fin de semana son comunes en ese territorio “No es una guerra de hoy, la violencia en varias zonas del Cauca es histórica y sistemática”, dice por teléfono. “Es necesario que se tomen medidas urgentes, que se adopte la propuesta de diálogos humanitarios con perspectiva de paz. No podemos seguir viviendo esa guerra”, señala apresurada. Le acaban de comunicar que otra vez hay disparos en la zona en donde ocurrió el atentado el sábado. “Mientras la fiscalía especializada recoge evidencia para la reconstrucción de los hechos del atentado que sufrí hace unos días, está siendo fuertemente hostigada. En el lugar se encuentran también los hombres de protección testigos y guardia indígena”, denunció en Twitter.

Al Cauca lo azotan los mismos males de siempre: los grupos armados, el narcotráfico, la lucha por el control territorial y la impunidad. Quilcué dice que todavía no hay justicia completa en el caso de su esposo, mientras la cifra de asesinatos crece sin que haya responsables. El 27 de octubre fueron asesinados Adelmo Balanta y Yermi Chocué. Ambos eran líderes indígenas y a ambos los mataron con disparos mientras se movilizaban por vías del Cauca. Balanta era miembro del Consejo Comunitario de la Cuenca del Río Cauca y Chocué era una reconocida defensora de derechos, de apenas 25 años. Sus muertes se registraron a unos días de que fuera asesinado Edison Murillo, líder del Consejo Comunitario Cuenca Cauca. Él también murió baleado en una carretera de esa región. La Defensoría del Pueblo ha emitido varias alertas sobre el Cauca. “Las amenazas y los atentados son una muestra del intento de acallar las exigencias colectivas que representan líderes y lideresas de organizaciones indígenas, campesinas y afrodescendientes y firmantes en proceso de reincorporación”, ha advertido la Defensoría.

El primer consejo de seguridad del nuevo Gobierno se llevó a cabo justamente en el Cauca. Su conflicto es relevante en la búsqueda de la paz total que propone Petro. Esa región lleva décadas en medio de la guerra de grupos armados, y ahora enfrentan la violencia de las disidencias guerrilleras y los conflictos sociales por la tenencia de la tierra.

Camilo González Posso, presidente del Instituto para el desarrollo y la paz -Indepaz-, dice que las actuales dinámicas violentas de esa zona del país están dominadas por las pugnas de diferentes organizaciones armadas, que no tienen jerarquía y cuyas redes son difusas. No son grupos armados con un único mando, sino pequeñas células que se asocian a otras. “No son aparatos estructurados, tipo las FARC, sino pequeños grupos que no tienen capacidad de ordenar su propia violencia”, apunta el analista, que dice que aunque siempre ha habido violencia en el Cauca, antes era bajo organizaciones con mando, que podían, si querían, dar una orden a sus tropas y modular la violencia. Ahora, explica González Posso, quienes integran esas organizaciones, muchos disidentes de la guerrilla, son más autónomos en sus acciones. Como ―dice― que ocurre en el caso de los asesinatos a líderes sociales. “La hipótesis mayor es que los agentes de estos crímenes están ligados a grupos residuales, disidentes, pero no porque sus mandos se los ordene, sino porque hay una conducta incorporada de agresión a los líderes como solución de problemas”, señala el analista.

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Menciona las escuelas de sicariato en el Valle y en el norte del Cauca, como un tema todavía sin atender. “Los factores determinantes de la acción inmediata tienen que ver con esas estructuras. Formar sicarios es formar una estructura criminal feroz”, dice el investigador, que cree que la paz total del presidente de Gustavo Petro puede llevar a un desescalamiento de la violencia en esa región, aunque sea por un tiempo. “Puede haber una disminución de las confrontaciones, pero mientras no les toquen sus negocios”, apunta el investigador.

Según Indepaz, este año en el Cauca ha habido 14 masacres, que han dejado 47 muertos.

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Sobre la firma

Sally Palomino
Redactora de EL PAÍS América desde Bogotá. Ha sido reportera de la revista 'Semana' en su formato digital y editora web del diario 'El Tiempo'. Su trabajo periodístico se ha concentrado en temas sobre violencia de género, conflicto armado y derechos humanos.

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