El Ministerio de Minas se vuelve neurálgico en Colombia
Coinciden en esa cartera una ministra novata y visible, una de las principales apuestas del Gobierno y una de las grandes molestias del momento
El Ministerio de Minas y Energía suele preocupar poco a la opinión colombiana, que suele estar más pendiente de titulares de carteras como Interior, Hacienda o Defensa. Pero en estas semanas una suma de factores lo ha puesto en el centro de las discusiones nacionales. El alza en las tarifas de energía ha llevado a protestas en varias ciudades, especialmente del Caribe, y está presionando la inflación. Además, una de las grandes propuestas del presidente Gustavo Petro desde la campaña es cambiar las fuentes energéticas para usar menos combustibles fósiles y todo indica que allí seguirá en las próximas semanas o meses, con la particularidad de que la ministra, Irene Vélez, no tiene trayectoria política ni experiencia en un sector que tiene mucho de técnico.
Desde campaña se veía venir que este ministerio iba a ganar relevancia por la apuesta por lograr una transición energética en la que Colombia deje atrás los combustibles fósiles (petróleo, carbón, incluso gas) para tener más presencia de fuentes sostenibles, desde el viento o el sol hasta el agua. Esa propuesta, que dio de que hablar desde que Petro la presentó en la campaña, levanta naturalmente el perfil del Ministerio y de su encargada.
Dada la importancia de esa meta, lo usual es que un presidente encargue del tema a alguien muy cercano a él o a un experto. Vélez no cumple ninguna de las dos condiciones. Como contó ella misma en una entrevista con el periodista Yamid Amat, ni siquiera lo conocía. “Nunca había hablado con él. Nos conocimos horas antes de la posesión”. Contó que la oferta del cargo no se la hizo Petro sino su secretaria, vía telefónica. “Alcancé a pensar que era una tomadura de pelo porque esta cartera siempre se había asociado a personas técnicas del sector minero-energético, ingenieros o economistas expertos en la extracción o electrificación”.
Vélez no es una de esas personas técnicas como ella misma indica. Profesora de la Universidad del Valle con doctorado en geografía política, ha hecho investigación sobre extractivismo minero y su impacto en las comunidades afrodescendientes del Cauca. Tampoco es una política de trayectoria, más allá de que su padre, Hildebrando Vélez, sea uno de los académicos más cercanos a la vicepresidenta, Francia Márquez. De hecho Alí Bantú Ashanti, excandidato a la Cámara de Representantes por el movimiento de Márquez, Soy Porque Somos, no la incluye entre las figuras que representan al movimiento en el Gobierno. “Aparte de Francia, solo Aurora Vergara tiene un arraigo afro, el resto responden a otras agendas políticas”, dijo a EL PAÍS hace unos días.
Con un perfil más académico y de investigadora activista, como se ha identificado a sí misma, la ministra le dijo a Amat que ella es “una mujer de conocimientos interdisciplinarios, ambientalista, y tejedora de puentes entre los conocimientos y las comunidades”. Como ministra, esos puentes han sido titulares diferentes a los que suelen tener los ministros de su cartera, y no solo por gestos simbólicos como haber usado calzado deportivo en su encuentro oficial con la ministra de Industria, Comercio y Turismo de España, María Reyes Maroto.
El primero fue el anuncio, en su primera entrevista en un medio, de la intención de comprar gas a la vecina Venezuela. “En caso de que reservas de gas no fueran suficientes, podríamos recurrir a Venezuela”, dijo a la radio cuando el Gobierno llevaba menos de una semana. El tema sigue en la agenda a pesar de que luego Vélez dijo que no es prioritario, ya que el embajador en Venezuela, Armando Benedetti, reiteró este martes que esa compra es necesaria: “hay que hacerlo desde ya, hay que prever para guardar, siete años no es nada”, le dijo a Revista Semana.
Otro titular lo dio un comentario, dicho al paso, en un encuentro del gremio del sector minero, que se debía pedir a los países más ricos que “decrezcan sus economías”. Esa forma de presentar una visión ambiental y económica, sin profundizar en ella, desató un debate que no ha terminado. Y que se enredó porque Vélez abandonó una rueda de prensa al final del mismo evento gremial, después de que le hicieron varias preguntas. Con ese desaire, por el que pidió disculpas unas horas después, no solo se ganó críticas, sino que no profundizó en su propuesta del decrecimiento.
Más allá de la ministra, el Ministerio estará en el centro de debates si Petro insiste en sus propuestas. No solo en la transición energética, que implica que Vélez, como cabeza de la política pública, profundice los avances que ya logró el Gobierno de Iván Duque en multiplicar los proyectos de energía eólica y solar. También en una idea que anunció el presidente en su discurso de posesión, y que hasta ahora no ha avanzado: la interconexión eléctrica de todo el continente.
“¿Hemos acaso logrado la conexión de todas nuestras redes de energía eléctrica? ¿Hay una red de energía eléctrica que cubra a toda América?” dijo Petro. Aunque esas preguntas retóricas no han sido respondidas por una estrategia estatal, el encargo de hacerlo quedaría en cabeza del Ministerio de Minas y Energía.
También estaría en su cabeza la solución del problema de las tarifas de energía, especialmente después de la reacción del presidente a los problemas actuales. Petro anunció que podría “intervenir” la Comisión de Regulación de Energía (CREG), una entidad independiente que define las fórmulas de las tarifas de energía que cobran las empresas a los usuarios, y en la que tiene asiento y voz la ministra Vélez. Los roces entre la CREG y el Ministerio, que ocurren ocasionalmente, suelen pasar desapercibidos. En este caso es improbable que eso ocurra, por la discusión que ya existe.
La CREG es una entidad técnica, en la que Duque nombró tres comisionados días antes de entregar la presidencia a Petro. Como tienen períodos fijos de 4 años, Vélez tiene que relacionarse con una entidad que no controla. Eso, sumado a la presión social por darle una respuesta al incremento de lo que pagan las familias y las empresas, explica la respuesta del presidente. Pero no es una situación nueva, pues desde que se creó hace casi 25 años, los Gobiernos deben enfrentarse a comisionados que no han elegido ellos. Es una situación similar a la que ocurre con la junta directiva del Banco de la República, en la que los ministros de Hacienda trabajan con codirectores técnicos e independientes.
Para ese trabajo cualquier ministro tiene el apoyo de sus viceministros. En este caso, el de Minas sigue vacante y en el de Energía se posesionó este martes Belizza Ruiz, una académica como Vélez pero conocedora de las energías renovables. Profesora de la Universidad Nacional en Manizales, es una ingeniera eléctrica con maestría y doctorado en ingeniería de la Universidad Autónoma de México, que inició su vida académica en postdoctorados sobre energías renovables y energía y ambiente en esa universidad.
“Para la transición energética el debate ha sido muy técnico, y es muy importante que se mantenga así para no poner en riesgo la estabilidad energética del país”, dice María Fernanda Suárez, ministra de Minas y Energía entre 2018 y 2020.
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