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El pequeño Gran Maestro del ajedrez colombiano: “La disciplina es mi mayor talento”

A sus 17 años José Gabriel Cardoso se convirtió en el Gran Maestro más joven de la historia de Colombia, tras alcanzar los 2.500 puntos de ELO en las olimpiadas mundiales de Chennai, India

Jose Gabriel Cardoso ajedrez
José Gabriel Cardozo, el ajedrecista más joven de Colombia.Cortesía
Juan Miguel Hernández Bonilla

José Gabriel Cardoso tenía cuatro años cuando ganó su primer torneo de ajedrez. Su hermana le enseñó a mover las piezas con la intención de entretenerlo. Cuando se dio cuenta de que tenía un talento especial, lo acompañó al campeonato Ajedrez al Parque de Cali, la ciudad donde nacieron, al occidente de Colombia. José Gabriel quedó de primero en el torneo, sorprendió a su familia y a los otros competidores, mucho mayores que él, y salió en los titulares de los periódicos locales: “José Cardoso, de cuatro años, el ajedrecista más joven”, decía una noticia que sus padres aún conservan. En la foto aparece el pequeño prodigio, con una gorra azul, analizando concentrado una partida.

Desde ese momento hasta hoy, José Gabriel no ha parado de ganar. Ganó todos los campeonatos infantiles y juveniles de su ciudad, de su departamento, del país y de la región. En 2019, cuando tenía 14 años, fue tercero en el campeonato mundial de su categoría en Grecia. A los 16, fue el campeón nacional de mayores de Colombia. Y a los 17, su edad actual, se convirtió en Gran Maestro (GM) de ajedrez, el título más alto al que puede aspirar un jugador profesional.

José Gabriel Cardoso, cuando tenía cinco años en una competencia de ajedrez.
José Gabriel Cardoso, cuando tenía cinco años en una competencia de ajedrez.Cortesía

Con ese reconocimiento, que logró hace unas semanas en la más reciente olimpiada mundial de ajedrez, en Chennai (India), José Gabriel se consagró como el Gran Maestro colombiano más joven y el décimo de la historia. Obtuvo el título en una partida ante el GM brasileño Luis Paulo Supi. “La posición era compleja. Yo tenía buenas posibilidades de ganar, pero opté por la repetición de jugadas y quedamos en tablas”, cuenta Cardoso a EL PAÍS, desde Barcelona, donde está jugando el último torneo del Circuito Catalán. Con esa partida, llegó a 2.500 puntos de ELO, un tipo de clasificación de la Federación Internacional de Ajedrez, que es uno de los requisitos para ser Gran Maestro. En el mundo solo hay 550 jugadores de ese nivel.

Jorge Mario Clavijo, su entrenador actual, explica que el siguiente paso en la carrera de José Gabriel es ser el jugador número uno de Colombia. “Ya está muy cerca de lograrlo”, dice Clavijo por teléfono. Cardoso es más ambicioso: “Todos aspiramos a ser Gran Maestro, pero hay que seguir trabajando. El ajedrez no termina ahí. Quiero ser el primer jugador colombiano que llegue a la élite mundial”. Armando López, un profesor cubano que ha sido entrenador de José Gabriel por muchos años, coincide en esa expectativa: “Es un ser humano sencillo, con una gran ambición ajedrecística de llegar a los mejores del mundo”, explica.

José Gabriel Cardozo tras ganar un campeonato juvenil
José Gabriel Cardozo tras ganar un campeonato juvenil Cortesía

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“La disciplina es mi mayor talento”

Desde Barcelona, José Gabriel cuenta que entró a la liga del Valle del Cauca a los cinco años; que entrena de lunes a sábado, a veces media jornada, a veces jornada completa; y que lo que más le gusta hacer en la vida, aparte del ajedrez, es nadar y jugar ping-pong. Como todos los buenos ajedrecistas, Cardoso hace ejercicio para mantener su estado físico y pasa horas frente al computador jugando en línea. “Me encanta el juego de bala, partidos a un minuto y a tres minutos de duración”, dice.

— ¿Cree que para ser de los mejores del mundo se necesita más el talento innato o más la disciplina?

— Para llegar lejos se necesitan las dos, pero el trabajo duro vence al ingenio. La disciplina es mi mayor talento.

El entrenador Clavijo asegura que José Gabriel es organizado, constante y sabe bien lo que quiere. “Eso lo ha logrado gracias al apoyo y a la exigencia de la familia, que ha sido incondicional”. Armando Cardoso, el papá de José Gabriel, cuenta desde su casa en un barrio pobre de Cali, que él y su esposa se turnaban para acompañar al niño a los torneos. “Para lograr el éxito, se necesita el acompañamiento de la familia. Nosotros no dudamos en estar con Gabriel durante todo proceso. Hemos hecho muchos sacrificios. Somos una familia humilde que ha sacado recursos de donde no tenía para que él pueda cumplir sus sueños”, dice. Y concluye: “ahora estamos muy felices con lo que está consiguiendo. Quiero que sepa que estamos muy orgullosos”.

El padre de José Gabriel recuerda los tiempos lejanos cuando aún le ganaba a su hijo. “Jugábamos los domingos. Cuando él perdía la dama, yo se la perdonaba para que no se desanimara, le dejaba devolver la jugada, pero la mamá me decía que no lo malacostumbrara, que tenía que aprender a perder. Ahora él me gana, así juegue sin dama, ya está en otro nivel”, bromea Cardoso papá. Para él y para toda la familia fue muy emocionante ver los últimos partidos de José Gabriel en la India, como uno de los cinco jugadores que representaron a Colombia en las olimpiadas. Por el cambio de horario les tocaba trasnochar para verlo en vivo, a veces jugaba a las 3 o 4 de la mañana, pero nunca dejaron de acompañarlo ni de hacer fuerza por él.

Don Armando hace un llamado al gobierno para que incluya el ajedrez como una materia obligatoria en los colegios de Colombia y para que apoyen con más recursos a los jóvenes talentos. “No tenemos casa propia, vivimos en arriendo en un lugar pequeño. Gabriel no tiene cuarto, él duerme en un rinconcito”. A pesar del tamaño de la casa, hay un lugar especial para los cientos de medallas, diplomas y trofeos que ha ganado José Gabriel. “Si en Colombia se apoyara más el ajedrez, podríamos ser potencia. Hay mucho talento”.

José Gabriel Cardoso con el resto de integrantes del equipo olímpico de Colombia, en Chennai (India).
José Gabriel Cardoso con el resto de integrantes del equipo olímpico de Colombia, en Chennai (India).

El arte del sacrificio

José Gabriel reconoce que en el ajedrez, como en la vida, hay que sacrificar cosas valiosas para lograr el éxito. Su padre lo confirma: “Él tiene un juego lucido, brillante, transparente, espontáneo, de sacrificio”. En el ajedrez, un sacrificio es un movimiento que entrega una pieza para obtener una ganancia táctica o una compensación en la posición, perder algo importante a propósito para estar más cerca del jaque mate. “El ajedrez tiene de todo, cálculo, imaginación, lógica, intuición y sacrificio”, dice Gabriel.

Al fondo del teléfono se escucha el murmullo de sus compañeros de equipo, que también están en Barcelona. Uno de ellos es Santiago Ávila, su eterno rival. Es un joven de 18 años, de Palmira, en el Valle del Cauca, con quien Gabriel disputaba las finales de los torneos infantiles. “Tienen una rivalidad muy linda”, dice el maestro Clavijo, “creo que son los mejores de Colombia en este momento, o pues lo van a ser dentro de poco”. Hoy en día, el mejor jugador del país, según el ranking oficial, es Jaime Cuartas, un antioqueño de 47 años que desde hace tiempo vive en España con su familia.

Los entrenadores Clavijo y López coinciden en afirmar que el ajedrez ayuda a los niños y a los jóvenes a tomar mejores decisiones. “Uno se acostumbra a analizar siempre antes de hacer una jugada, a ver con rapidez las combinaciones posibles y las consecuencias. Eso después se ve reflejado en la vida cotidiana”, dice Clavijo. Y añade: “normalmente los jugadores de ajedrez tienen buena lógica matemática, desarrollan la capacidad de abstracción y de cálculo al imaginar una posición y mover las piezas en la mente”. Cardoso, que es prueba de esas virtudes, insiste en que lo más importante que le enseñó el ajedrez cuando era niño fue la concentración. “Estar frente a un tablero te obliga a parar por un momento, a mirar con cuidado, tienes que tranquilizarte y aprender a ser paciente, eso me lo enseñó mi hermana y eso se necesita para jugar bien ajedrez”. Cardoso dice que más adelante quiere estudiar una carrera universitaria, pero que le gustaría poder vivir dignamente y ayudar a su familia con el ajedrez. “Creo que sí se puede vivir del ajedrez en Colombia, sobre todo enseñando. Ser gran maestro te abre muchas puertas, no solo para el ajedrez, sino para la vida, eso te garantiza un trabajo casi que fijo”.

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Sobre la firma

Juan Miguel Hernández Bonilla
Periodista de EL PAÍS en Colombia. Ha trabajado en Materia, la sección de Ciencia de EL PAÍS, en Madrid, y en la Unidad Investigativa de El Espectador, en Bogotá. En 2020 fue ganador del Premio Simón Bolívar por mejor reportaje. Estudió periodismo y literatura en la Universidad Javeriana.

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