Señora araña
El hallazgo de un arácnido fenomenal en Australia produce la natural desazón
La noticia de la aparición de “la madre de todas las arañas” en una vivienda humana en Australia ha empequeñecido hasta las informaciones sobre las primarias en el PSOE. Más allá de que, es sabido, no hay araña tan grande como la que aparece en la bañera de tu segunda residencia y de la que te has de ocupar tú solito —tras la defección de la parienta— a la voz de “aquí hay que echarle coraje, Manolo”, el arácnido antípoda es realmente de los que no se ventilan a golpe de zapatilla. No, la noticiosa araña australiana es una bestia de 20 x 25 centímetros, vamos, que la metes en la fiambrera y salen las patas por fuera. Dejó impresionado hasta al empleado de control de plagas de la próvida empresa All Year Pest Solutions al que se encomendaron juiciosamente los vecinos tras rociar de insecticida al bicho y éste reaccionar como si lo bañaran en pachuli. Fue el valiente exterminador el que acuñó la denominación de “madre de todas las arañas” tras asegurar que no había visto cosa semejante en 17 años de profesión (y mira que 17 años de control de plagas en Australia ha de dar para mucho).
El animal es un esparásido o araña cangrejo gigante, una araña cazadora sin tela capaz de comer hasta lagartijas y que es la mayor en diámetro del mundo (llega hasta los 30 centímetros) aunque la supera en peso la bonita tarántula Goliath (Theraphosa blondi), que esa la encuentras en la bañera y si te lo pide hasta le pasas el suavizante. La araña cangrejo king size es capaz de saltar e incluso de hacer el flip flap (no es broma, tiene una locomoción espectacular); ataca si la molestas, que es un concepto muy elástico en una araña, y su veneno no es peligroso si eres una persona sana (otro concepto sumamente elástico).
A mucha gente le (nos) dan mal rollo las arañas. Se ha tratado de hallar una causa lógica a la aracnofobia, como la despoblación que causó una plaga de ellas en Abisinia hace 2.000 años, pero no todo cuadra. También hubo episodios de histeria colectiva en la Edad Media en el sur de Italia conocidos con el animado nombre de tarantismo o tarantolismo, que se creían producidos por la mordedura de la tarantola (la tarántula europea). De ahí la expresión “Ti ha morso la tarantola”, que se usa aún para una persona inquieta. El remedio para la picadura era, creo recordar, y ahí queda el dato útil, bailar la tarantela.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.