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Estaba especializándose en fotoperiodismo en Barcelona en 2007 cuando conoció a un grupo de inmigrantes. "Eran de los que llegaban a Canarias y los llevaban a otras ciudades", recuerda. Empezó narrando su día a día allí, para mostrar cómo viven en Europa. Pero pensó que no era suficiente, quería retratar el camino e incluso su vida en sus países de procedencia. Inició su propio periplo a Marruecos para convivir y contar en imágenes el drama de la inmigración y ahora planea viajar más al Sur. "Hacer el camino al revés hasta llegar al origen". Venero se considera fotógrafo comprometido y, pese a su herramienta de trabajo, nada objetivo. Por el camino, algunos de los inmigrantes comparten sueños con él y acaban convirtiéndose en amigos. "Por encima de cualquier historia están las personas. Y sí, la finalidad de este trabajo es ayudarles, no directamente, pero si denunciando su situación. Algunos son asesinados por las fuerzas policiales y a diario ves huesos rotos". Una serie fotográfica de su último viaje, en marzo de 2013, le ha convertido en finalista del XVII Premio Luis Valtueña de Fotografía Humanitaria de Médicos del Mundo. "Estoy muy agradecido, esto dará visibilidad al trabajo", dice de este proyecto que se costea gracias a otros empleos y que comenta aquí para EL PAÍS. "Los fotoperiodistas debemos ser conscientes de que por nuestros propios medios no podemos cambiar las cosas y de que no podemos prometer a las personas que protagonizan nuestras historias que les va a llegar ayuda directa. Cambiar el mundo es imposible, pero mostrar lo que ocurre en él sí está a nuestro alcance. Y remover las conciencias de los que pueden cambiar las cosas", zanja. Texto: Alejandra Agudo
10 fotos

El objetivo comprometido

Domingo Venero, finalista del Premio Internacional Luis Valtueña de Fotografía Humanitaria de Médicos del Mundo, pone en primer plano los rostros de los inmigrantes subsaharianos que llegan a Marruecos con la esperanza de dar el salto a Europa

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