7 fotosExtracción ilegal a 4.000 metros de alturaMiles de personas arriesgan su vida para recolectar el metal precioso en los Andes 08 ene 2014 - 16:18CETWhatsappFacebookTwitterBlueskyLinkedinCopiar enlaceFelipe Chacón es uno de los pioneros de la minería en Pelechuco (Bolivia). Hace 20 años se fue a vivir a las montañas en busca de oro. Muchos de los compañeros de aquella época han muerto. “Los mineros viven poco”.José Luis PardoLos cascos, los guantes o las mascarillas para proteger los pulmones son medidas de seguridad que hasta hace poco no se aplicaban en esta zona minera. Aun hoy son pocas las cooperativas que obligan a sus trabajadores a tener un equipo completo. La silicosis, una enfermedad respiratoria crónica producida por el polvo del sílice, es muy común entre los mineros.José Luis PardoMuchos jóvenes dejan los estudios por la mina para salir de la pobreza a pesar de la incertidumbre del negocio. “Hay meses en los que no sacas nada”, dice Joel Salazar, un joven de 29 años que se hizo minero para ayudar a su familia.José Luis PardoUn grupo de mineros descansan en la hora del almuerzo. Algunos consumen hoja de coca. Dicen que les ayuda para aguantar las jornadas extenuantes, el frío intenso, y los 4.000 metros de altura a los que trabajan.José Luis PardoDos mineros trabajan en las “piscinas” de la mina, donde se depositan los escombros producto de la extracción. Solo tres de las 72 cooperativas de Pelechuco tiene licencia ambiental. Los ríos de la región están contaminados con mercurio, el agua no es potable y la vegetación se seca.José Luis PardoComerciantes de alpaca en Chejepampa, una explanada en la frontera entre Bolivia y Perú en la que cada semana se monta una feria de contrabando. La venta de este tejido es una de las actividades comerciales tradicionales en la región. Sin embargo, cada vez más agricultores y ganaderos dejan los campos para dedicarse a la mina.José Luis PardoFoto grupal de algunos de los mineros de la cooperativa Rayo Rojo. Una treintena de hombres la fundaron hace 20 años. Vivían en chabolas y extraían el oro manualmente. Hoy el asentamiento es un pequeño pueblo de 600 personas con colegio, comedores y una pista de fútbol.José Luis Pardo