Los mercados atisban la recuperación
España despide la recesión con el aval de los inversores internacionales Los expertos avisan que la mejora es el primer paso de un largo camino, lleno de riesgos
La economía española despide la recesión más prolongada de su historia reciente. Es la segunda vez en un lustro que su producto interior bruto (PIB) trimestral, la síntesis estadística del crecimiento, abandona los números rojos. Pero, a diferencia de lo ocurrido en 2010, tras la enorme ola destructiva que desató el crac de Lehman Brothers, zarpa con el viento a favor de los mercados. Los inversores otean el inicio de la recuperación, un horizonte distante aún para la inmensa mayoría de los ciudadanos, sitiados por el paro, las deudas, los recortes y las bajadas salariales. Los expertos coinciden en que queda por delante un largo camino, no exento de riesgos. Pero señalan también, que, como la crisis, la recuperación se anuncia en los mercados. Y que ese primer paso está dado.
El mundo de las finanzas parece discurrir estos días por una órbita muy distinta de la que trazaría un país con seis millones de parados. Pero las continuas muestras de entusiasmo —desde el “¡Viva España!” que proclama el último informe de Morgan Stanley, a la afirmación de que “a España le está llegando dinero para todo”, del presidente del Santander, Emilio Botín—, la apuesta por inversiones, acciones y bonos españoles, tiene base real. Y, sobre todo, tiene consecuencias reales.
La Bolsa española ha pasado esta semana la cota de los 10.000 puntos y atesora la mayor revalorización, un 23% en lo que va de año, entre las plazas financieras occidentales. La prima de riesgo, ronda los 240 puntos básicos, que es la diferencia de rentabilidad con el bono alemán mas corta en dos años. El Tesoro paga menos del 1% por financiarse a un año, un coste similar al de antes de la crisis. Bancos y compañías amplían capital o colocan bonos. Y algunos fondos extranjeros compran ya carteras inmobiliarias.
Euforia financiera
“Que el Tesoro pueda endeudarse al 1% es una excelente noticia”, señala José Antonio Herce, de Analistas Financieros Internacionales (AFI), quien también destaca “las bendiciones de la Comisión Europea al fin del programa de rescate a la banca española”. Herce recalca que “lo de los mercados son datos objetivos, y conviene que siga así, porque los fundamentos reales de la economía no van a mejorar de manera perceptible en los próximos trimestres”. Varias pruebas tomarán el pulso a esta incipiente fiebre financiera por España: el Banco Central Europeo revisará la calidad de los activos de la banca europea antes de asumir la supervisión financiera, en 2014. También están pendientes las subastas de las entidades nacionalizadas NCG Banco y CatalunyaCaixa. Y queda por dilucidar si la banca necesitará alguna ayuda más para provisionar las posibles pérdidas asociadas a la refinanciación de créditos.
La diferencia, esta vez, es que los analistas creen que “los bancos españoles, después de su cura de adelgazamiento, están en mejor posición que sus homólogos europeos”, en palabras de Tristan Cooper, analista de la gestora Fidelity. Al mayor interés de los inversores extranjeros contribuye también que los mercados emergentes pierden atractivo, o que el anuncio de la retirada de inyecciones de liquidez en EE UU, incentiva la búsqueda de inversiones fuera de Estados Unidos. El Gobierno confía incluso en que las agencias de rating ratifiquen a finales de año que ya descartan calificar la deuda pública española como bono basura.
El trampolín del BCE..., y de las exportaciones
“El choque de desconfianza que se produjo a partir de 2011, la idea de que el euro se iba a romper, y se iba a romper por España, eso ha desaparecido de la percepción de los inversores”, subraya Josep Oliver, catedrático de la Universidad Autónoma de Barcelona.
Las costuras del proyecto europeo estaban a punto de reventar en la primavera de 2012. “Solo cuando el Gobierno de Rajoy asumió la situación, pidió un rescate para la banca y aprobó un ajuste presupuestario duro se aflojó la presión: Bruselas levantó el pie de la austeridad y, poco después, el Banco Central Europeo interviene”, resume Oliver.
Desde entonces, desde “el sermón de las 21 palabras”, como bautiza Herce a la frase con la que el presidente del BCE, Mario Draghi, plasmó el compromiso (no ha tenido que llevarlo a la práctica) de comprar bonos de países que necesiten el rescate europeo, la presión remite poco a poco. A principios de este año, Simon Nixon, comentarista de cabecera del diario económico estadounidense The Wall Street Journal publica un artículo en el que asume que las apuestas contra el euro han fracasado. En agosto, Nixon, una referencia en los círculos financieros, refleja la percepción creciente entre los inversores de que la crisis en España se había estabilizado, después del apoyo del BCE y de que Bruselas aflojara su obsesión por la austeridad. Y brinda por el éxito del “experimento español”: ganar competitividad por la dolorosa vía de los recortes y las reformas, de la devaluación interna, la alternativa elegida a la imposible devaluación de la moneda.
A esa percepción contribuye un puñado de datos positivos, que sintetiza William Chislett, investigador asociado del Real Instituto Elcano, en un trabajo recién publicado, titulado “¿España emergente?”: “La economía está a punto de salir de la recesión, las exportaciones continúan creciendo, el número de turistas establecerá este año un nuevo récord, la balanza exterior arroja su primer superávit desde 1997, la inversión directa en el país aumenta, los resultados de la banca mejoran, dos tercios de los ingresos de las empresas del Ibex 35 se generaron en el extranjero”. Chislett prologa su trabajo con una cita que toma prestada a George Orwell — “Ver lo que hay delante de nuestras narices requiere un esfuerzo constante”—, que abunda en la idea reflejada esta misma semana por la publicación británica The Economist: “La de España es ahora una historia de esperanza”.
El termómetro laboral de la crisis
La notable mejora en la percepción de los inversores financieros, los buenos resultados del sector exterior, la recién ganada confianza en los foros internacionales o la salida de la recesión, empequeñecen cuando se contrasta con las fallas de la economía española: para alcanzar la recuperación, aún se tendrán que luchar muchos asaltos en un cuadrilátero imaginario delimitado por lúgubres coordenadas: 0% (crecimiento anémico), 25% (tasa de paro enorme), 50% (caída esperada de los precios inmobiliarios) y 100% (deuda pública con relación al PIB). La euforia en los mercados es solo el toque de gong que da inicio al primer asalto.
La próxima semana, el Banco de España debe corroborar que el PIB avanzó un 0,1% en el tercer trimestre. Pero ni el Gobierno cree que el crecimiento supere el 1%, antes de 2015. Solo si la mejora de la financiación internacional permite desatar el nudo del crédito a pymes, en caída libre, habrá mejores expectativas. “Es difícil a corto plazo, la economía española sigue muy endeudada, pese a que se conceden menos préstamos, el crédito vivo aún equivale al 15% del que existe en la zona euro, cuando el peso de nuestra economía es del 12%”, puntualiza Oliver.
El próximo jueves se publica también la Encuesta de Población Activa (EPA) del tercer trimestre, el termómetro más fiable del mercado laboral. Otras estadísticas, como el paro registrado o las afiliaciones a la Seguridad Social apuntan a una estabilización del deterioro en el maltrecho mercado laboral, con casi seis millones de parados. Los ligeros avances reflejados tienen mucho que ver con los trabajos de temporada (turismo, agricultura, construcción) de los meses centrales del año. “Pero los datos observados, cuando corregimos de estacionalidad y calendario, son cada vez mejores”, asegura Herce. Los servicios de estudios dan por hecho que se volverán a destruir puestos de trabajo en el paso de 2013 a 2014, pero también que ese retroceso, también estacional, será menor que en otros años de la crisis. Herce y Oliver coinciden con el pronóstico del Gobierno, que vaticina una mínima creación de empleo (en la comparación anual) para la segunda mitad de 2014.
Europa, Europa
Los analistas de Barclays creen que España puede beneficiarse aún más de la fortaleza mostrada en exportaciones y turismo si el resto de economías europeas crecen a mayor ritmo del esperado. Y Bruegel, el think tank con base en Bruselas, insiste en que la recuperación europea, y su incidencia en el comercio mundial, es el “verdadero examen a los nuevos brotes verdes”.
Para mantener lejos las dudas sobre el proyecto europeo, que es como decir las dudas sobre España, la integración del euro debe avanzar, más allá de la supervisión única de la banca que asumirá el BCE. En una reciente audiencia ante parlamentarios británicos, Luis Garicano, economista de la London School of Economics, defendió la necesidad de crear, en el ámbito europeo, un sistema de garantía de depósitos bancarios y, también, un sistema de protección de desempleo. “La garantía de depósitos puede ser financiada por los bancos, y las transferencias para los desempleados no superarían el 1% del PIB europeo”, argumentó. Mucho dependerá de lo que negocien la CDU de Merkel y el SPD en pos de la gran coalición en Alemania.
El ‘momento 2014’
“España dirá definitivamente adiós a la crisis en 2014”, aventuró ayer el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro. El Gobierno del PP oscila entre la exaltación de cualquier indicio positivo, y la cautela. En un lado de la balanza pesan los antecedentes, la frustración generada por mensajes de optimismo (los brotes verdes) que resultaron exagerados, tanto en la anterior Administración socialista, como en la actual. En el otro platillo, que el próximo año precede al ciclo electoral de 2015 (locales, autonómicas y generales), al que el Gobierno quiere llegar con algún mensaje positivo.
En 2014, las Administraciones españolas se jugarán buena parte de sus posibilidades de cumplir con el ajuste presupuestario pactado con Bruselas, un asunto seguido muy de cerca por los mercados, pero que lastra las opciones electorales. Además, Rajoy ha decidido integrar la reforma del sistema fiscal y de la financiación autonómica, un proceso de enorme complejidad que también pretende sacar adelante el próximo año. Y, de fondo, cuando no en primer plano, la consulta sobre la autodeterminación en Cataluña, una fuente de tensiones políticas que llama la atención de inversores y medios internacionales, como reflejó The New York Times esta misma semana.
¿Recuperación para todos?
En su reciente análisis sobre la mejora de perspectivas de la economía española, The Economist se preguntaba cuándo esos primeros indicios de crecimiento serán capaces de generar un “círculo virtuoso” con mayor consumo, mayor recaudación fiscal y más empleo. “Es posible que se cree empleo con crecimientos bajos, y eso no tendrá tanto que ver con la reforma laboral, como con que esto es una economía de servicios, pero será empleo precario, y todavía habrá ajustes salariales, lo que mantendrá la renta disponible en niveles bajos. Nada de eso ayuda, el consumo seguirá deprimido un tiempo”, contesta Oliver. Para muestra, las otras noticias de los últimos días: la suspensión de pagos de Fagor, los despidos en Panrico o la reestructuración de deuda de El Corte Inglés.
Si la recuperación que jalean los mercados tardará tiempo en notarse en la calle, corre el riesgo de pasar desapercibida para las familias en pobreza severa, un colectivo (entre uno y tres millones de personas, según la estadística) que no deja de aumentar. “Está estudiado que la pobreza aumenta mucho más en tiempos de recesión, que disminuye en tiempos de expansión”, arguye Luis Ayala, catedrático de la Universidad Rey Juan Carlos y coautor del informe Foessa sobre desigualdad.
Para que la recuperación llegase a ese colectivo, “no solo debería ser intensa, sino también acompañada de un incremento muy rápido en niveles de empleo y salarios”, añade Ayala, “un escenario que nadie ve ahora”. Para atajar la pobreza, el catedrático de Economía insiste en la importancia de los instrumentos redistributivos del Estado, “como la sanidad, la educación o las pensiones”, ahora de capa caída. “La mejora en los mercados financieros es una condición, pero tendrían que darse muchas otras condiciones para que se produzca un cambio real en los hogares con rentas más bajas”, concluye.
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