Nos vamos a Alemania
El Gobierno de Berlín pide ingenieros y en España el llamamiento ha desatado una verdadera fiebre. Pero no es oro todo lo que reluce
Javier Lozano, 28 años, espera inquieto en su casa de León a que le llamen de Ferchau Aviation, una división de la empresa de ingeniería alemana del mismo nombre. Lozano, que terminó Ingeniería Técnica Industrial en la rama de mecánica, en 2006, no ha encontrado todavía un trabajo que le llene en España, y sueña con abrirse camino en Alemania. Un país del que sabe poco, "lo asocio a las salchichas", bromea. En España hizo varios cursos, y hasta trabajó en la firma alemana Kraft, en León. "Me gustó. Son gente seria". Abrirse a nuevas experiencias, ampliar su formación, es uno de sus sueños hasta ahora incumplido. Pero en abril tuvo noticias a través del portal Eures, una red creada por la Unión Europea para favorecer la movilidad laboral entre los países miembros, de que se preparaba un encuentro en Madrid entre empresas alemanas e ingenieros españoles interesados en emigrar. Envió su currículo, una carta de presentación, y al poco tiempo supo que su perfil encajaba con una de las ofertas de trabajo alemanas. Lozano era uno de los más de doscientos jóvenes preseleccionados para entrevistarse con directivos de empresas alemanas en Sevilla, Barcelona y Madrid. "La entrevista fue en inglés. Yo no hablo alemán, pero estoy dispuesto a aprenderlo. Me dieron muy buena impresión. No me han concretado todavía las condiciones del empleo porque tendrá que haber más contactos antes de que me lo ofrezcan", razona, sin ocultar su entusiasmo. De una cosa está seguro, si le aceptan, podrá aspirar a un sueldo digno. Los ingenieros recién contratados ganan en torno a 40.000 euros al año.
Según la institución que engloba a las cámaras de comercio alemanas, el año próximo su país creará 400.000 empleos
"Tengo amigos trabajando allí. Las condiciones son buenas, y el salario mejor", dice Sergio García, ingeniero industrial
Como Javier Lozano, centenares de ingenieros españoles esperan ilusionados a que se hagan realidad por una vía o por otra las vagas promesas de un empleo en Alemania. La primera en anunciarlo, en enero pasado, fue la canciller Angela Merkel, cuando declaró que su país necesitará 100.000 ingenieros en una década. Sus palabras llegaron a oídos de muchos profesionales, que inundaron con mensajes y llamadas de teléfono a las universidades politécnicas y a los colegios profesionales de ingeniería de toda España. Alemania, un país con gran prestigio, empezó a cobrar, de pronto, una aureola casi celestial. Pasó a ser un nuevo Eldorado, lleno de promesas profesionales y económicas para un montón de jóvenes desalentados ante las malas perspectivas de la economía española. Pero ¿es realmente así?
Los organizadores de los encuentros de movilidad laboral alertan de que las cosas se están sacando de quicio. Se han celebrado decenas de entrevistas, "pero los contratos se firman con cuentagotas, no hay que exagerar el tema", explica María José Arias, del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) y responsable de la red Eures en España. Eures, surgida hace 15 años para coordinar los servicios de empleo público de los países de la Unión Europea, pretende fomentar y facilitar la movilidad laboral, que, en palabras de Arias, "es el eje de la política europea".
Existe un proyecto común entre España y Alemania, dos países con un interés especial. "Se denomina, precisamente, 'Puentes de cooperación permanente España-Alemania', y con él se trata de facilitar el acceso al servicio público de empleo alemán a cualquier persona interesada en ese mercado de trabajo", explica Arias, un poco abrumada por la magnitud de las expectativas que se han creado al hilo de estos seminarios. Es un hecho que, al menos en teoría, la cooperación podría ser muy fructífera entre ambos países. En España hay más de cuatro millones de parados, mientras las empresas alemanas calculan crear unos 400.000 nuevos puestos de trabajo en los próximos 12 meses, según la institución que engloba a las cámaras de comercio alemanas.
Si uno abre el portal Eures, puede enterarse de que una parte considerable de los más de un millón de puestos de trabajo disponibles en los distintos servicios públicos de empleo integrados en la red son germanos. Y es que la principal locomotora de Europa, la economía que primero se ha sacudido la crisis, empieza a sufrir de una manera preocupante los efectos de la baja natalidad de las últimas dos décadas. Los alemanes, grandes planificadores, se han dado cuenta de que al paso que van las cosas, les faltarán 100.000 ingenieros en la próxima década. No solo por la expansión continua de su economía, sino porque no habrá bastantes titulados para reemplazar a los que se jubilan.
"El año pasado no se cubrieron los puestos para formación profesional porque dada la evolución demográfica crítica, empiezan a faltar jóvenes de esas edades. Por la misma razón, no son suficientes los más de 50.000 ingenieros que salen de nuestras universidades anualmente. Necesitaremos otros 12.000", cuenta el director gerente de la Cámara de Comercio Alemana para España Walther von Plettenberg. La institución que dirige aprovechó la celebración del Espacio de Encuentro hispano-alemán 2011, para sumarse a la iniciativa de Eures, y organizar dos seminarios de movilidad laboral en Barcelona y Madrid. Von Plettenberg reconoce que no solo faltan ingenieros. "Necesitamos personal sanitario, en 2030 faltarán unos 40.000 médicos en Alemania. También docentes de español, y mano de obra para el sector de la hostelería". Con dominio del alemán.
Von Plettenberg asegura que las empresas alemanas que acudieron a la cita española (BMW, Frechau, Alkimia, Dataschalt y Aixtron) quedaron contentas con el nivel técnico y los conocimientos de inglés y alemán de los candidatos. "Los ingenieros españoles tienen buena reputación, siempre ha sido una carrera de élite, con mucho renombre. Además tenemos una amistad tradicional y los españoles se encuentran a gusto en Alemania", dice. Aun así, calcula que en esta ocasión se habrán cerrado entre 10 y 20 contratos. Apenas una gota de agua en el mar de las necesidades alemanas, y de los anhelos españoles. "Hay que tener claro que un evento así no pretende ser un lugar de contratación masivo. Las empresas alemanas, igual que las españolas, tienen otras muchas vías de contratación", reconoce. Y están organizando encuentros similares en otros países europeos. Pese a la buena sintonía a la que alude Von Plettenberg, y al precedente de la emigración de los años sesenta, hoy día solo 80.000 españoles viven en Alemania. Y aunque esta comunidad ha crecido con algo más de intensidad a partir de 2008, son cifras pequeñas si tenemos en cuenta que desde esa fecha los jóvenes españoles han emigrado a Argentina a un ritmo de 1.000 al año.
Pero Alemania ejerce una atracción sobre los ingenieros y la crisis no ha hecho más que acentuar esta atracción. Daniel Fernández Egibar, ingeniero aeronáutico de 26 años, explica por qué. "Hasta hace unos 10 años, la carrera tenía muy buenas salidas, luego se han ido encadenando crisis y el panorama laboral se ha deteriorado mucho", cuenta en conversación telefónica desde San Sebastián, donde prepara su estrategia para desembarcar en Alemania. Recién llegado de Chenai (India), donde ha realizado su proyecto de fin de carrera, ha empezado a enviar su currículo a Airbus, y a Lufthansa Technik, a través de Internet. Daniel tiene un motivo añadido para querer irse a Alemania cuanto antes: su novia es de allí, y él ha estudiado un poco el idioma, además de dominar el inglés. "Creo que el nivel de los ingenieros españoles es muy bueno. La carrera es muy dura y mientras la estudias te quejas mucho de eso, pero al final te das cuenta de que la formación es superior a la de otros países". A él le costó ocho años y medio terminar los cinco cursos en la Universidad Politécnica de Madrid. El mismo tiempo que le ha llevado hacerse con su título de ingeniero industrial a Sergio García, que regresó hace poco de Suecia, donde preparó su trabajo de fin de carrera sobre energía eólica.
Sergio, 27 años, pelo muy corto, camisa de cuadros y una sonrisa perenne, también quiere irse a Alemania. "Tengo un par de amigos que trabajan allí. Las condiciones son muy buenas, el salario mucho mejor, y hay expectativas de seguir formándote", dice, sentado en un despacho prestado del elegante edificio que alberga la Escuela Superior de Ingenieros lndustriales, a un paso de la Castellana, en el centro de Madrid. El calor se acumula bajo el magnífico techo de cristal, sostenido por vigas metálicas. Sergio García ha tardado solo unos meses en encontrar trabajo en España, país, por cierto, puntero en energía eólica. Pero quiere irse a toda costa.
"En Ingeniería Industrial el paro es cero", dice la responsable de comunicación de la escuela de Industriales, con 4.000 alumnos, una de las más grandes de España. Pero fuentes del colegio profesional de este colectivo en Madrid (que engloba diez provincias y tiene 11.000 colegiados) reconocen que las cosas han cambiado un poco en los últimos años, y no para bien. "Antes, los alumnos tenían trabajo nada más terminar la carrera y podían elegir. Ahora tardan meses en encontrarlo y tienen que aceptar lo que hay". Y conformarse con sueldos más bajos. Un reciente estudio de la Universidad Politécnica de Valencia concluía que la mitad de los ingenieros que terminaron la carrera en 2008 tenían sueldos mileuristas. El paro, además, era del 5%, y golpeaba sobre todo a los del sector de la construcción.
"Es cierto que las obras públicas, por ejemplo, han sufrido recortes brutales. Los ingenieros quieren irse porque no hay trabajo, además Alemania es interesante por su alto nivel tecnológico", dice Manuel Acero, presidente del Instituto de la Ingeniería de España, que engloba a asociaciones privadas de las nueve ramas de la ingeniería y agrupa a 120.000 profesionales. Acero, que participó en las jornadas organizadas por Eures y la cámara de comercio alemana, ve claro que esta fuga de cerebros "es consecuencia de la crisis coyuntural y de la elección personal de cada uno. La globalización ha acabado con la idea de 'mi país', la gente puede marcharse fuera, lo mismo que nosotros recibimos gente de otros países". Acero ve con preocupación, sin embargo, algunos nubarrones que se ciernen sobre el panorama español. "Aquí se ha dado excelente formación a los ingenieros. Teníamos un buen desarrollo industrial. En energía eólica somos un país líder y aquí se han diseñado aviones caza parecidos a los mirages franceses. Pero no hemos evolucionado, los salarios han subido y muchas empresas se han marchado. Nos hemos dormido en los laureles y no ha crecido nuestro valor añadido. Las empresas del sector nuclear son muy competitivas, pero la energía nuclear no está en su mejor momento. O recapitulamos o perecemos".
Esa misma constatación está detrás del desánimo que se percibe en las palabras de un ingeniero de 30 años, que pide anonimato, ansioso por emigrar. Empleado desde hace meses en una empresa española, se declara descontento. "No veo perspectivas de futuro", dice. "Terminé industriales y trabajé como becario bastante tiempo, pero se acabaron las becas y no me contrataron. Al final he aceptado un trabajo, pero las condiciones no me convencen, y como se escucha ahora hablar tanto de Alemania, me ha entrado a mí también el gusanillo. Con mi edad, si no me voy ahora, no me iré nunca", añade.
Además, la experiencia en el extranjero se valora mucho también aquí. Sergio García cuenta que los seis meses que pasó en Gotemburgo (Suecia), preparando su proyecto de fin de carrera, han sido esenciales para la empresa que acaba de contratarle. "Sé que es el momento de marcharme, de seguir una aventura fuera. Alemania es mi destino principal. De los alemanes se dice que son cuadriculados, puede que un poco lo sean, pero yo me he encontrado con muchos en Suecia, y eran gente abierta, como nosotros. Serios, pero que necesitan también el contacto social. A mí además me va muy bien con mi especialidad, porque después de Dinamarca es el país más importante en energías renovables".
Si algo lamenta Sergio es no haberse enterado antes de la existencia del portal Eures y de los seminarios de Sevilla, Barcelona y Madrid. La primera noticia que tuvo fue esta primavera, cuando se preparaba Induforum, la feria de empleo que organizan los alumnos de industriales todos los años. A partir de ese momento, las ofertas españolas han perdido interés para él. Alemania le espera. De una u otra forma se marchará.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.