"Cuando empecé me pasaba de sobrado"
Hacía veinte años que un italiano no ganaba la Vuelta a España. Lo ha conseguido ahora Nibali, un chico siciliano, el primer ciclista del sur que gana una 'grande'. La suya es la vida de un emigrante que tuvo que marcharse al norte con 16 años
Baja del autocar con un aura de ligereza, como si el cuerpo ya no le pesara. Se sienta en el coche del equipo y dice que apenas ha podido dormir. A las 10.30 todavía estaba en la cama. Un par de horas después y antes de pasar por el control de firmas, repasaba su vida de emigrante. Vincenzo Nibali (Messina, 1984) abandonó su casa con 16 años y emigró al norte. Es el primer chico del sur -terrone como dicen algunos en tono despectivo- que gana una grande. Ayer por la tarde, en la Cibeles -la etapa se la llevó Tyler Farrar- durante el himno de Mameli ni siquiera se quitó la gorra... Un italiano vuelve a ganar la Vuelta 20 años después de Marco Giannetti.
Pregunta. ¿Quién es Vincenzo Nibali?
"Soy introvertido, parece que no tengo mala leche, ¡pero siempre estoy allí!"
"He copiado la forma de correr de Basso: regular, sin hachazos ni grandes ataques"
"Quería hacer ver a todos mi calidad y me equivoqué en las formas. He crecido"
"La vida del emigrante es dura: más si eres ciclista y más si eres del sur"
Respuesta. Un chaval del sur que ha hecho muchos sacrificios y que ahora ve cómo han sido recompensados. Salí de casa con 16 años... me fui al norte, a la Toscana.
P. ¿Cómo es la vida del emigrante?
R. Dura y más si eres ciclista y más si eres del sur. He sufrido porque he tenido que aprender a vivir lejos de mi familia. Supongo que para ellos tampoco debe haber sido fácil dejar salir a un chiquillo. Con esa edad necesitas apoyos. Me estoy dando cuenta ahora cuando veo a mi hermano pequeño. Ha seguido mis pasos y también se ha ido a vivir a la Toscana justo donde yo encontré a mi segunda familia [en un pueblo en la provincia de Pistoia, no muy lejos de Florencia].
P. Es el primer terrone, dicho en modo cariñoso, que gana una gran carrera. ¿Lo vive como una reivindicación?
R. Sí, pero no solo mía. Hay un buen grupo de sicilianos: Visconti Caruso, Tiralongo, Napolitano... y yo. Los del sur también tenemos calidad.
P. ¿Por qué le llaman Lo Squalo [el tiburón]?
R. Me lo puso el fundador de mi primer club de seguidores cuando todavía no era profesional. Porque me gustaba atacar y porque nací en Messina, donde el estrecho.
P. El estrecho también es espejismos, hada Morgana. ¿El Giro, el Tour o la Vuelta también lo son o ya le parecen algo real para usted?
R. El sábado por la noche es cuando empecé a ser consciente de lo que había hecho. He dormido poco pero no por el día tan largo que tuve sino por la emoción. Solo hoy empiezo a darme cuenta de que he ganado la Vuelta.
P. Y eso que a veces da la sensación de que no tiene sangre... ¿No le falta mala leche?
R. Soy introvertido, no me gusta dejar ver lo que siento. A veces me falta una sonrisa, otras puedo parecer tímido y otras parece que no tengo mala leche. ¡Pero siempre estoy allí!
P. Que se lo pregunten si no a Dario Frigo... que cuando estaba en la Fassa Bortolo [su primer equipo] siempre estaba cabreado con usted porque era demasiado insolente.
R. El cambio al ciclismo profesional para mí era tan importante que quería hacer ver a todos desde el segundo uno la calidad que tenía. Pero sí, las formas eran las equivocadas. Me pasé de sobrado. Luego escuché a mis compañeros y fui creciendo poco a poco.
P. ¿Cuándo se dio cuenta de que era un hombre de carreras por etapas y no de clásicas?
R. Con los años... pero incluso cuando era amateur nunca he sido ciclista de clásicas. Siempre he ganado carreras de una semana. Claro que el ciclismo profesional es otra cosa, no es una semana sino tres. Pero los sueños al final se hacen realidad.
P. ¿Y ahora qué? Hay dos líderes en el equipo, Basso y usted. Es un problema tener a dos capitanes...
R. No lo ha sido en el Giro y no lo será el año que viene. Sabremos dividirnos las carreras. Somos amigos, hablamos mucho por teléfono y no vamos a entrar en conflicto ahora.
P. En la prensa italiana ya hablan de usted como del chico que sacará al ciclismo italiano del buco nero [algo así como el infierno]. ¿Le pesa la responsabilidad?
R. He aprendido a vivir las cosas con tranquilidad. Siento la presión pero me he acostumbrado a ella.
P. ¿En qué espejo se miraba desde pequeño?
R. En muchos, pero de quien he copiado la forma de correr es de Ivan Basso: regular, sin hachazos, sin grandes ataques. Más que nada porque las fuerzas son las que son.
P. El año pasado terminó séptimo en el Tour. Este año el equipo ha apostado por Basso, le han dejado fuera y le han obligado a correr el Giro por la sanción de Pellizotti. ¿No correr el Tour no frena su crecimiento?
R. No me obligaron a correr el Giro, simplemente me lo estuve pensando un día. Lo corrí contento porque iba sin presión. No tengo ahora remordimientos por no haber ido al Tour porque he cerrado la temporada con un triunfo.
P. ¿Pero saltarse el Tour no es un frenazo?
R. No. Yo creo que ha sido acertado no correrlo. Si hubiese hecho Giro y Tour no habría tenido tiempo para recuperarme... El Tour es lo máximo, claro, pero no se puede tenerlo todo en la vida y hay que saber contentarse.
P. El primer día de la Vuelta dijo Roberto Amadio, su director, que usted estaba demasiado nervioso, que no sabía todavía manejarse para ser el líder. ¿Ha aprendido ahora?
R. He aprendido sí, he aprendido a tranquilizarme.
P. ¿El Tour es el objetivo para el año que viene?
R. Sí, pero también quiero hacer el Giro. Lo pensaré durante el invierno.
P. ¿Recuerda su primera bicicleta?
R. Sí... era un viejo cuadro que montamos mi padre y yo. Mi padre antes era barnizador [ahora tiene un videoclub]: la limpiamos, la montamos y la pintamos. Así nació mi primera bicicleta. No tenía nombre... era una antigua Viner. Conseguimos hasta reemplazar las pegatinas viejas por unas nuevas.
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