Un libro sigue los pasos de Cabeza de Vaca
El jerezano Álvar Núñez Cabeza de Vaca (1507-1559) es uno de esos personajes irrepetibles que pueblan la historia del descubrimiento de América. Participó en la expedición de Pánfilo de Narváez a la Florida, una empresa que se fue al garete tras un naufragio. Cabeza de Vaca estuvo entre los supervivientes de aquel desastre. Y la historia de su lucha por salir adelante se convirtió con el paso de los siglos en un libro muy leído.
Naufragios, de Cabeza de Vaca, cuenta las peripecias que sufrió el descubridor jerezano junto a sus compañeros. Rubén Caba y Eloísa Gómez-Lucena han publicado La odisea de Cabeza de Vaca en la editorial Edhasa. El libro, que lleva por subtítulo Tras los pasos de Álvar Núñez por tierras americanas, desarrolla una completa investigación sobre el texto de Naufragios y sobre el itinerario del descubridor y sus compañeros. Caba y Gómez-Lucena rehicieron ese mismo itinerario.
Cabeza de Vaca consiguió escapar del cautiverio al que le sometieron los indios junto a tres compañeros. Tras recorrer el norte de México, llegaron a las inmediaciones de Culiacán acompañados de indígenas a los que sanaban con oraciones e imposición de manos. Desde su partida a la búsqueda de las riquezas de Apalache hasta su llegada a Culiacán habían pasado ocho años. El texto de Naufragios no sólo es un potente documento histórico. El libro retrata a un autor lleno de inteligencia y valor. Además, está repleto de indicaciones geográficas y observaciones más propias de un naturalista que de un conquistador.
Caba es un apasionado de la figura de Cabeza de Vaca. "Le llamo el conquistador conquistado. Partió como conquistador de la Florida y, poco a poco, los desastres que sufrió le cambiaron hasta convertirle en una especie de humanista. Fue una especie de antropólogo y naturalista después de partir como conquistador. Fue siete años esclavo de los indios en la costa de Tejas. Santiguaba, imponía manos, rezaba un padrenuestro y los indios se curaban. Alguno de ellos debió de padecer de catalepsia porque se le atribuye un muerto que revivió", comenta Caba. "Cabeza de Vaca tuvo una vida aciaga, con verdaderos desastres. La segunda de sus etapas vitales, en el Río de la Plata, acabó mal. Murió pobre", concluye Caba.
Por su parte, Gómez-Lucena abunda en las desdichas sufridas por el descubridor jerezano: "Tuvo una vida desastrosa y mal recompensada por la corona. Se arruinó. Al final, muy enfermo en Valladolid, pide ayuda al rey. Y el rey le da una calderilla".
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