Un veneno en manos de superpotencias
Unas pocas decenas de reactores en el mundo pueden generar el polonio que mató a Litvinenko
El polonio 210 utilizado para asesinar al ex espía ruso Alexander Litvinenko no sólo es un veneno sin precedentes conocidos y sin una justificación obvia. También es de dificultosa obtención: requiere bombardear bismuto con neutrones en un reactor nuclear de investigación adecuado, y los expertos no creen que haya más de 40 instalaciones de ese tipo en el mundo. La mayor parte están en Estados Unidos y en la antigua Unión Soviética, y los mayores usuarios civiles de polonio 210 habían sido hasta ahora los rovers rusos que exploraron la Luna en los años setenta. Por lo demás, el material se había usado principalmente como gatillo en las bombas nucleares.
Un titular llegaba el jueves a la web de The Times de Londres: ¿Polonio 210? Es suyo por 69 dólares, sin preguntas. La noticia, que llevaba un par de días circulando por la Red, se refería a la compañía norteamericana United Nuclear, que ofrece "fuentes de radiación limpias, precisas y certificadas, producidas bajo pedido en un reactor nuclear y enviadas directamente al cliente". En el catálogo figura el polonio 210, el isótopo radiactivo usado para envenenar al ex espía ruso Alexander Litvinenko. ¿Es así de fácil obtenerlo?
Para el físico Priest "es más probable que el polonio 210 procediera de un reactor nuclear"
El polonio 210 es tan radiactivo que genera una enorme cantidad de calor (y de electricidad)
La cantidad de polonio necesaria para matar a Litvinenko es del todo invisible
La contaminación detectada en Londres parece relacionarse con los lugares que visitó el espía
Puede ser, pero sólo si uno va a usarlo para limpiar una emulsión fotográfica de electricidad estática, o para calibrar un medidor de radiactividad de uso científico. "Mi cálculo es que la dosis de polonio 210 usada con Litvinenko es del orden de un microgramo [una milésima de miligramo]", afirma en entrevista telefónica el físico Nicholas Priest, de la Universidad de Middlesex, y el único científico británico que ha trabajado con ese infrecuente y peligroso isótopo radiactivo.
"Un microgramo de polonio 210 emite una radiación de 200 millones de bequerelios, o desintegraciones atómicas por segundo, claramente mortal cuando el polonio es ingerido o inhalado. Y si hubieran usado una dosis mayor, la víctima habría muerto mucho antes". Litvinenko tardó tres semanas en morir.
¿Podría obtenerse un microgramo de polonio 210 a partir de los cepillos contra la electricidad estática o los calibradores científicos vendidos por United Nuclear? "Sería posible desde un punto de vista puramente teórico", responde Priest, "pero resultaría muy sucio [messy]. Es mucho más probable que el polonio 210 procediera directamente de un reactor nuclear de investigación, donde se obtiene bombardeando átomos de bismuto con neutrones".
Los primeros análisis practicados a Litvinenko detectaron talio radiactivo. Cuando Scotland Yard encontró después el polonio, la detección del talio se adjudicó a un error inicial, pero Priest no cree que lo fuera. "La presencia de talio radiactivo es consistente con el método de producción del polonio 210 en un reactor nuclear de investigación", explica el científico. "Tras el bombardeo con neutrones, el bismuto 210 decae como polonio 210 y, en menor cantidad, como talio 206, que tiene una vida media muy corta [véase el gráfico]. Una pequeña contaminación con bismuto en la muestra de polonio usada como veneno explicaría los hechos, puesto que el bismuto seguiría produciendo talio en el cuerpo de Litvinenko durante días".
¿Cuántos reactores nucleares de investigación capaces de producir polonio 210 hay en el mundo?, ¿cuatro?, ¿cuarenta? "Más cerca de la segunda cifra", estima Priest, y empieza a recitar: "Hay uno en el Reino Unido, uno en Japón, uno en Alemania, uno en Australia... En Rusia yo conozco dos, pero hay más en las ex repúblicas soviéticas. La mayor parte de estos reactores, como es lógico, están en Estados Unidos y en la antigua URSS".
La "lógica" de esas ubicaciones preferentes se deriva de los usos, más bien escasos, que había tenido hasta ahora el polonio 210. El primero de ellos es como gatillo en las bombas nucleares. El polonio 210 es uno de los emisores más eficaces conocidos de partículas alfa (unos proyectiles compuestos por dos protones y dos neutrones). Si se mezcla con berilio, éste absorbe las partículas alfa del polonio y emite a cambio un chorro de neutrones que sirve para disparar la reacción en cadena de la bomba.
El segundo uso es como combustible de una pila termonuclear. La desintegración de los átomos radiactivos produce calor, y estas pilas lo aprovechan para generar electricidad.
El polonio 210 es tan radiactivo -5.000 veces más que el radio, que a su vez es un millón de veces más radiactivo que el uranio- que genera una enorme cantidad de calor (y de electricidad). La otra cara de esta moneda es que se gasta demasiado pronto: su vida media es de sólo 138 días, lo que lo inutiliza para muchas de las tareas que se suelen asignar a las pilas termonucleares, como alimentar las sondas espaciales de larga distancia (tipo Voyager), demasiado lejanas del Sol como para utilizar su energía.
Fue la Unión Soviética la que, en los años setenta, utilizó las mayores cantidades de polonio 210 para uso civil: para calentar durante la noche los componentes de sus vehículos lunares Lunokhod: una nueva aplicación de la capacidad calorífica del isótopo, consecuencia a su vez de su enorme eficacia radiactiva.
Las contaminaciones detectadas esta semana en varios puntos de Londres y en los aviones de la compañía British Airways también se derivan, en último término, de ese calor de origen radiactivo. El polonio es un sólido a las temperaturas habituales: se funde a los 254 grados centígrados y se vaporiza a los 962. Pero el polonio 210 se calienta de tal forma debido a su propia radiactividad que, en un ambiente que no pase de los 55 grados, la mitad de su masa se hace vapor en 45 horas.
"La cantidad de polonio necesaria para envenenar a Litvinenko es totalmente invisible en estado sólido", explica Priest. "Lo más probable es que fuera transportado disuelto en cualquier líquido, en cualquier cantidad de líquido. Y a juzgar por la contaminación detectada en los aviones, no parece que la sustancia fuera manejada con mucho cuidado, ciertamente".
Pero la contaminación de los aviones, o al menos la de algunos de ellos, también pudo producirse después del envenenamiento del ex espía, cuando los presuntos autores u otras personas que habían tenido contacto con él tomaron sus vuelos de vuelta. Una vez que el veneno salió de su vial, la evaporación del polonio 210 pudo empezar a contaminar las ropas de los presentes.
Pese a que las partículas alfa emitidas por este isótopo son muy abundantes, tienen una muy escasa capacidad de penetración -la epidermis las detiene-, y, por tanto, sólo son mortales para quien ha ingerido o inhalado el polonio. Pero aunque el isótopo sea inocuo fuera del cuerpo, sigue siendo fácilmente detectable, sobre todo si uno sabe lo que busca.
La alerta de British Airways a los más de 30.000 pasajeros que han viajado en alguno de esos aviones en el último mes no tiene sentido para ningún experto. "Si acaso", comenta Priest, "podían haber avisado a los pasajeros que habían viajado en los asientos contaminados, y aun así ya sería una precaución excesiva". Esos pasajeros tendrían que haber chupado sus asientos para haber corrido algún tipo de riesgo.
La contaminación detectada en algunos lugares de Londres parece estar relacionada con los lugares que visitó el propio Litvinenko en las horas siguientes a su envenenamiento. Nuevamente, la evaporación de la sustancia sobre sus ropas podría explicar parte de los casos.
La detección de una sustancia tan radiactiva como el polonio 210 puede ser extremadamente sensible, incluso en cantidades que están en órdenes de magnitud por debajo de todo nivel de riesgo.
Para despejar sospechas, la firma United Nuclear se apresuró el jueves a asegurar en su web: "Hay docenas de materiales más tóxicos, como Ricin y Abrin, que se pueden hacer fácilmente y no dejan rastro. Aunque es obvio que funciona, el polonio 210 es una mala elección como veneno".
Usado para vehículos lunares
Fue la Unión Soviética la que, en los años setenta, utilizó las mayores cantidades de polonio 210 de uso civil: para calentar durante la noche los componentes de sus vehículos lunares 'Lunokhod': una nueva aplicación de la capacidad calorífica del isótopo.
Un club muy restringido
¿Cuántos reactores nucleares de investigación capaces de producir polonio 210 hay en el mundo?, ¿cuatro?, ¿cuarenta? "Más cerca de la segunda cifra", estima el experto Nicholas Priest. La mayor parte de estos reactores, como es lógico, están en Estados Unidos y en la antigua URSS".
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