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Reportaje:

Dibujos para rellenar silencios

El pintor Antonio López y el escultor Julio López Hernández imparten un curso conjunto en Sevilla

Margot Molina

"En cuanto empiezas a construir tu mundo personal tienes la obligación de expresarlo. Pero siempre con el lenguaje que cada uno tenga y dependiendo de la época en la que viva. Todos los artistas expresamos nuestro mundo interior". El pintor Antonio López (Tomelloso, Ciudad Real, 1936) explicaba así cómo se construye el mundo de un artista a una veintena de boquiabiertos alumnos. El pintor realista con más prestigio en España imparte un curso en la Fundación El Monte de Sevilla, dentro del programa El dibujo hoy junto al escultor Julio López Hernández (Madrid, 1930).

Estas clases, que comenzaron el pasado lunes y se prolongarán hasta el viernes durante cuatro horas diarias, son "un pretexto para intercambiar ideas", en palabras del pintor de Tomelloso. "El dibujar lo usamos casi para desencadenar una conversación y rellenar los silencios", añade. El artista, amante de la palabra, es generoso con los que empiezan y regala, sin parar, buenos consejos. "Estamos sumamente domesticados y eso nos quita la frescura para captar lo genuino. Incluso en nuestros gustos nos movemos con temor, nos aferramos a los valores establecidos porque nos dan seguridad", decía el pasado lunes el maestro a las 22 personas que atienden a su curso, desde jóvenes veinteañeros estudiantes de Bellas Artes hasta sus profesores en la escuela, pasando por aficionados autodidactos que aseguran atesorar los recortes de prensa de todas las reproducciones de las obras del pintor.

Fernando García, sevillano de 31 años y profesor de Dibujo en la facultad de Bellas Artes, es uno de los alumnos. "En la enseñanza reglada existe un programa que tenemos que seguir en el que casi todo está dicho; sin embargo uno se siente más libre y surgen cosas que no te plantearías en un aula", comenta Fernando García.

Aunque los alumnos seleccionados tienen una buena base -como demuestran los ejercicios del primer día del curso-, Antonio López asegura que "cualquiera" puede aprender a dibujar. "Sólo tienes que querer, esto no se puede hacer por obligación".

"Yo cuando aprendí a dibujar no tenía nada que decir, carecía de mundo interior. Lo que hice fue, simplemente, hacerme con un instrumento que después me podía valer", confiesa el artista autor de obras como Gran Vía (1974-1981) o María (1972).

El artista, que ya ha impartido estos cursos en distintas universidades españolas, defendió ante sus nuevos alumnos la importancia del mensaje. "A la gente que ya tenía cosas que decir, como por ejemplo Frida Khalo, no le hacía falta aprender a dibujar; porque ella tenía la obligación de contar sus experiencias. Luego, el cómo lo cuente cada uno es lo de menos", aconseja Antonio López a sus alumnos, que tienen entre 20 y unos 45 años.

Luis Cáceres, sevillano de 21 años y estudiante de 1º de Bellas Artes, está de suerte con tanta revelación porque ha acudido al curso "por curiosidad, para ver cómo se mueven los grandes maestros", dice el joven mientras retoca en su caballete el ejercicio del día: dibujar el modelo de escayola de una de las grandes esculturas clásicas.

El escultor Julio López Hernández, quien ha compartido clase con Antonio López en ocasiones anteriores, asegura que la visión de ambos ante un mismo modelo enriquece al alumno.

"Intentamos dividir el tiempo entre las dos disciplinas, de forma que el estudiante tenga serenidad ante el análisis de las formas cuando esté ante el yeso y se muestre más emotivo ante el modelo en vivo. El escultor analiza las formas atendiendo más a la proporcionalidad; mientras que el pintor se fija especialmente en las luces y aporta sentimiento", explica López Hernández.

"Para aprender a dibujar tienes que aceptar que es un ejercicio de sometimiento, que no se trata de hacer una obra de arte el primer día; sino de aprender las técnicas primero", aclara el escultor. Opinión con la que coincide José Ignacio Vilaplana, 21 años y estudiante de Bellas Artes: "Hoy en día cualquiera puede decir que lo hace es una obra de arte, eso es subjetivo, pero tener un aprendizaje te facilita mucho las cosas, te da el instrumento".

Él, como el resto de los aprendices a dibujante, ya han pasado la frontera que fija el maestro y están listos para despegar. "A partir de los 20 años la persona empieza a almacenar experiencias que pueden interesar a los demás, ya puede construir su mundo interior", concluye Antonio López.

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Sobre la firma

Margot Molina
Ha desarrollado su carrera en El PAÍS, la mayor parte en la redacción de Andalucía a la que llegó en 1988. Especializada en Cultura, se ha ocupado también de Educación, Sociedad, Viajes y Gastronomía. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid. Ha publicado, entre otras, la guía de viajes 'Sevilla de cerca' de Lonely Planet.

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