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El futuro del PP
Columna
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Leña al mono hasta que (también) hable inglés

Es curioso: esta convención es la del culto a la personalidad de Mariano Rajoy... tanto como la del culto a la antipersonalidad de José Luis Rodríguez Zapatero. Si es por la cantidad de veces que se ha citado, el índice de popularidad o, si se prefiere, de antipopularidad de Rodríguez Zapatero es capaz de igualar al de Rajoy. El PP sigue fiel, pues, a un principio que ya aplicó durante la larga campaña de las elecciones generales de 2004, en la que definió que Rodríguez Zapatero era el enemigo principal. Estuvo entonces en lo cierto, porque, campaña contra campaña, Rodríguez Zapatero le ganó a Rajoy antes del atentado terrorista del 11-M. Fue esa victoria preliminar lo que permitió a Rodríguez Zapatero canalizar la movilización del voto antigubernamental tres días más tarde, el 14-M. "Lo que ocurrió en España fue una reacción de la gente contra lo que percibieron como una mala gestión de los atentados terroristas por parte del Gobierno actual", declaró Richard Armitage, entonces subsecretario de Estado norteamericano el miércoles 17 de marzo de 2004. Algo que, como Eduardo Zaplana hizo ayer presente, el PP no sólo no termina de admitir, sino que, peor aún, explica la estrategia de la tensión que el PP mantiene y que será su norte en las próximas citas electorales. "Esto se parece a las fiestas del PCE, con el jamoncito y todo eso. Pero es un recurso importante para elevar la moral. La movilización es necesaria porque hay que estar en forma para las elecciones autonómicas y municipales", reflexiona el diputado Vicente Martínez-Pujalte a la salida del plenario mientras cae una lluvia torrencial. Pero falta más de un año, ¿se puede mantener esta movilización? "La campaña de estas municipales y autonómicas va a durar eso: un año. Tenemos que mantener Madrid y necesitamos aumentar nuestras posiciones en aquellas comunidades y ayuntamientos en los que tenemos posiciones importantes", razona. Lo que pasa en realidad es otra cosa: el PP exhibe una gran capacidad para enlazar los actos y movilizaciones contra el Gobierno socialista, cada vez más frecuentes, como diferentes capítulos de una campaña electoral permanente. En un momento en el cual las encuestas dan un empate técnico entre populares y socialistas, ¿era inevitable realizar una celebración autocomplaciente de los excesos propios acumulados a lo largo de estos dos años? Ana Pastor, responsable de los aspectos sociales de la oferta del PP, pensaba el jueves pasado, la víspera de la convención, que no. "Mi aspiración es abrir el partido a los problemas que afectan a la gente. Por eso hemos optado por un formato distinto, con grupos de trabajo. Y yo misma me he concentrado en los problemas sociales. Veremos a ver si lo logramos", apuntó. Pero lo que manda es la pasarela. Y en ella la dirección del partido se ha autocubierto de gloria con la promesa de que Mariano Rajoy será el presidente del Gobierno en un plazo máximo, Zaplana dixit, de dos años. El PP había evitado añadir hasta ahora la economía a sus frentes de lucha contra el Gobierno. Esperanza Aguirre dijo el viernes que en ese terreno ya "han sonado todas las alarmas". Jaime Mayor Oreja habló ayer de la OPA sobre Endesa. Por fin, creen haber abierto una brecha también en el terreno económico. El PP seguirá hoy dando leña al mono para que hable, también él, inglés. Porque como José María Aznar recordó dos veces, él ahora es, de profesión, conferenciante en inglés. La presunta oferta de Ignacio Astarloa en materia antiterrorista es otra variante de juegos florales. La verdadera consigna es: ¡Leña a Zapatero hasta que hablé inglés! Moderación mediante.

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