Noticias sobre la variable estrella Polar
En Julio César de Shakespeare, el personaje principal declara: "Pero yo soy constante como la estrella Polar, que no tiene parangón en cuanto a su estabilidad en el firmamento". En términos astronómicos modernos, lo que César quiso decir fue que era un tipo desabrido e inestable. Hace tiempo que los astrónomos saben que Polaris, la estrella Polar, ubicada justamente sobre el Polo Norte, es una cefeida variable, un tipo de estrella que está en un ciclo en el que se hincha y se desinfla consecutivamente porque ha agotado su combustible de hidrógeno. En ese agitado estado, Polaris reluce y se oscurece cada cuatro días más o menos, y con el tiempo, las pulsaciones son cada vez más lentas y el período de oscilación se alarga unos ocho segundos al año.
En un reciente encuentro de la Sociedad Astronómica estadounidense en Denver, los astrónomos informaron de que la estrella Polar es todavía más inestable de lo que pensaban. Incluso la luminosidad media de Polaris ha variado, según Edward F. Guinan, de la universidad de Villanova (EE UU). Las mediciones realizadas en el último medio siglo revelan que su resplandor ha aumentado en un 10%.
Cuando Scott Engle, estudiante universitario, y Guinan repasaron registros antiguos, se encontraron con más sorpresas. En el siglo XIX, Polaris parecía ser un 20% menos brillante. En el siglo XVI, el astrónomo Tycho Brahe registró un valor todavía menor. Tolomeo de Alejandría, en su catálogo estelar del año 140, afirmó que Polaris era la tercera estrella en magnitud. La magnitud es una escala diseñada por el astrónomo griego Hiparco en el año 120 antes de Cristo, que clasificaba las estrellas de brillante (1) a oscura (6), un sistema que se sigue empleando hoy día.
Actualmente, Polaris es una estrella de segunda magnitud. Un cambio total de magnitud implicaría que la estrella es 2,5 veces más brillante que hace 2.000 años. "Eso es muy raro", dice Guinan. "No debería estar cambiando tan rápido". También cabe la posibilidad de que a Tolomeo le fallara la vista. "Estamos usando las calibraciones de alguien antiguo y todavía no son científicas", afirma Guinan. Guinan y Engle también recurrieron a la obra del astrónomo persa Al-Sufí del siglo X. Él realizó sus propias observaciones y corrigió los errores de Tolomeo, pero el hecho de que Al-Sufí también clasificara a Polaris en la tercera magnitud lleva a Guinan a creer que ello "podría ser correcto".
Además, David G. Turner, de la Universidad de St. Mary en Halifax, Nueva Escocia, afirmó en el mismo congreso que Polaris está mucho más cerca de lo que hoy en día se cree. Su investigación indica que está a 310 años luz. La distancia hasta Polaris aceptada actualmente es de 430 años luz. Si Turner está en lo cierto, sus descubrimientos ofrecen una posible explicación al hecho de que Polaris sea tan resplandeciente. Hasta ahora, los astrónomos insinuaban que la estrella tenía unas pulsaciones internas inusuales que emitían luz adicional, pero si lo que ocurre es que está más cerca, esa complicada hipótesis podría resultar innecesaria.
Debido a la oscilación en el movimiento rotatorio de la Tierra, incluso la ubicación septentrional de Polaris es transitoria. En la época de los faraones egipcios, otra estrella, Thuban, era la estrella Polar. Con el tiempo, al cambiar el eje, Thuban se fue alejando, y Polaris se acercó al polo. En época de Shakespeare, Polaris estaba más lejos del polo que ahora, pero lo bastante cerca como para ser considerada la estrella Polar.
Pero César, que gobernó en el siglo I, no pudo llegar a ver ni a Thuban ni a Polaris como la estrella del Norte. Los versos shakesperianos son un anacronismo astronómico. "Es probable que no hubiera dicho eso", afirma Guinan.
© The New York Times
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.