Luis Ramírez, empresario teatral, promotor de grandes musicales
Luis Ramírez, fallecido ayer en Madrid a consecuencia de un cáncer de colon a los 39 años, revolucionó la cartelera teatral española con la recuperación de un género denostado hasta entonces como es el teatro musical, que él impulsó con fuerza con el estreno en 1997 de El hombre de la Mancha. El trabajo de Ramírez, casado y padre de tres hijas, cuyos restos serán incinerados hoy a las 14.00 en el tanatorio Parques de la Paz de Madrid, llevó al género musical a convertirse en el protagonista de la escena española, con grandes montajes y récord de recaudaciones.
Fue hace ocho años cuando Luis Ramírez, ingeniero de caminos y arquitecto, decidió dar un giro a su vida y recuperar para los escenarios españoles este género, después de rehabilitar el teatro Lara y fundar la productora Pigmalión. Gran aficionado al teatro, no todo fueron éxitos para él en el musical, incluso llegó a decir hace un par de años que "estaba cansado y desilusionado", y reconoció "haber perdido cerca de mil millones de pesetas en tan sólo cinco años".
Su primer paso llega con la recuperación del teatro Lara, que estaba a punto de convertirse en un edificio de viviendas y que por su relación profesional con el sector de la construcción rehabilitó como escenario, y que al final quedó de su propiedad al no obtener el pago de su trabajo. Ahí estrenó La magia de Broadway. Después de sus viajes a Londres y EE UU, donde se empapó de la escena musical de Broadway y el West End londinense, convenció a Paloma San Basilio y José Sacristán -convertidos a partir de ese momento en un tándem imprescindible en la Gran Vía madrileña- para llevar a escena el primero de sus proyectos de gran envergadura, la adaptación de El hombre de la Mancha, una creación de D. Wasserman, M. Leigth y J. Darion, llevada al cine por Sofía Loren y Peter O'Toole.
Con 1.415 millones de pesetas de recaudación y 330.057 espectadores en casi nueve meses de representaciones durante 1997, El hombre de La Mancha fue el "buque insignia" de Pigmalión, que posteriormente puso en marcha el musical infantil Peter Pan y la obra Pop corn, dirigida por Juanma Bajo Ulloa, y con la que no consiguió los resultados económicos esperados. Entretanto, Ramírez se lanzó a otro ambicioso proyecto, la versión en castellano de Grease (1999), que le supuso una inversión millonaria, y que con una recaudación en taquilla de 376.456.300 pesetas -según las cifras oficiales del Ministerio de Educación y Cultura- le provocó dificultades de carácter financiero. En mayo de 1999, Ramírez contrató a los cantantes Mia Patterson, Pablo Abraira y Pedro Ruy Blas para un espectáculo titulado La magia de Brodway, en el que intervino en un papel estelar Marta Sánchez y que rescataba momentos inolvidables de musicales clásicos como Los Miserables, Jesucristo Superstar, Evita, West Side Story o El hombre de la Mancha.
En el año 2000, se estrena Jekyll and Hyde en el teatro Nuevo Apolo de Madrid, que supuso el regreso de Raphael a los escenarios convertido en el "terrorífico doctor" de este musical gótico. En ese mismo año, 15 empresas y profesionales reclamaron al empresario fallecido el pago de una deuda de 121 millones de pesetas, y en julio, el Juzgado número 71 de Primera Instancia de Madrid le condenó al pago de casi 28 millones de pesetas por impago de los derechos de autor generados por Grease.
Otro de sus intentos fallidos fue el proyecto de construir y explotar un nuevo teatro en la estación Príncipe Pío de Madrid, para lo cual Ramírez se unió a la Sociedad General de Autores y Editores y al actor Antonio Banderas. Un proyecto, todavía en el aire, que contemplaba una inversión de más de 1.800 millones de pesetas para construir un teatro que sería el más grande de Madrid y de España, incluido el Teatro Real, y en uno de los mayores de Europa.
Un año después, se embarca con las producciones de Doce hombres sin piedad, La jaula de las locas, con la que perdió 150 millones de pesetas, según sus propias palabras, y Hermanos de sangre. Fue cuando afirmó "he hecho apuestas muy arriesgadas, erróneas y complicadas", aunque se mostró decidido a "seguir luchando" y recalcó con rotundidad: "No van a conseguir echarme del sector. Estoy luchando por salir adelante. Estoy lleno de proyectos. Ésta es una situación puntual. Me he equivocado, pero sigo y seguiré aquí".
Paloma San Basilio, que hasta 1997 era la Evita de los escenarios madrileños y que de la mano de Luis Ramírez se convirtió en la Dulcinea de El hombre de la Mancha, dijo ayer que Luis Ramírez era "un kamikaze que redescubrió el musical español". "Era un hombre lleno de ilusión, ganas y coraje, que supo convencer a Nacho Artime, Pepe Sacristán y a mí de que el musical tenía que ocupar un lugar destacado en la escena española, y creo que esa sociedad no volverá a repetirse", comentó.-
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