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Crítica:POESÍA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Los autores que llegan

Cabría preguntarse qué libros de los que se publican alcanzan, no ya la calidad, siempre opinable -aunque sobre gustos hay mucho escrito-, sino la resonancia que despertaron un siglo atrás obras como Alma, de Manuel Machado; Soledades, de su hermano Antonio, o Arias tristes, de Juan Ramón Jiménez. A los poetas de hoy, la sensación de encontrarse al final de un trayecto puede hacerles ver como solución dos problemas encontrados: el adanismo de los que pretenden partir de cero y el epigonalismo de quienes, para no ser tachados de meros imitadores, exageran con más vueltas de tuerca los rasgos de los modelos.

Conjurar ambos peligros, cuyo denominador común es la esterilidad, es la batalla que deben librar los poetas que empiezan. Reyes de Gregorio (Madrid, 1959) publica su primer libro, Deshielo, a una edad infrecuente. El aparente realismo autobiográfico de esta mujer que escribe sobre sus cuitas de mujer está atenuado por su carácter representativo, por la mitologización de las estampas cotidianas y por su propio código literario (en línea de Luis Alberto de Cuenca). El libro tiene soltura, gracejo y, en ocasiones, lirismo del bueno; aunque el chispazo a que se reducen ciertos poemas se reabsorbe en la neutralidad una vez cumplido su efecto. Juan Manuel Rodríguez Tobal (Zamora, 1962) no es, ni siquiera en lo etimológico, un poeta novus, aunque hasta ahora se le conocía más como traductor de poesía grecolatina que como creador. Con Grillos compone una metáfora del canto lírico, cuya precariedad deriva de la levedad del mundo al que se ha entregado contemplativamente el poeta. Su talante iluminativo es más dado a la unción que al entusiasmo, y su mirada escudriñadora se expresa a través de un lenguaje despojado y esencial, acunado en el vaivén clásico del metro castellano.

Altar de los días parados es el primer libro de Julieta Valero (Madrid, 1971), seleccionada antes por Ignacio Elguero en su antología Inéditos (como también Julio Reija y Antonio Portela). Estamos ante una obra semánticamente oscura, de una sintaxis arborescente y poderosa imaginería expansiva. Su carácter ocasionalmente hímnico se atreve, incluso, con la versificación a la manera grecolatina de Rubén (Salutación al ingenuo). El peligro de esta poesía es que la pasión verbal, noble y bien timbrada, embarranque en la intransitividad comunicativa. En una línea de menor empaque, Adiestramiento, de Elena García de Paredes (Don Benito, 1977), transita el camino de un simbolismo tenue y matizado, apenas ocupado por minucias de una realidad desleída que se despliega en sensaciones yuxtapuestas. Es justamente la yuxtaposición de frases e imágenes el principal rasgo de estos poemas, a los que se ha llegado más por iteración acumulativa que por construcción orgánica.

Los libros, de Julio Reija (Madrid, 1977), muestra a un autor proteico y de gran tino expresivo, cuyas mejores virtudes no están en los poemas discursivos o de pensamiento encadenado, sino en los que se sitúan en la tradición del haiku o recuerdan el parpadeo de la greguería, apuntando observaciones inéditas y fijando en el instante imágenes que asocian lo evidente y lo inopinado. ¿Estás seguro de que no nos siguen?, en fin, es el primer libro de Antonio Portela (Huelva, 1978). Sus poemas tienen fuerza y soltura, aunque son estéticamente dispersos: uno recuerda al Juan Ramón de El otoñado, otros a la poética pop de 1968, hay una acertada contrafactura de De Biedma y un soneto que alcanza altura del mejor Rafael Morales, e incluso una oda a una sportswoman a la que podría haber cantado Moreno Villa... Si reconduce sus virtudes y macera su lenguaje, podemos esperar de Portela más, mucho más que frutos de ingenio y atrevimientos pretendidamente escandalosos: una poesía donde aflore lo genuino.

FERNANDO VICENTE

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