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Columna
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¿Chantajes?

La decisión del presidente del Parlamento vasco de acogerse a una disposición del Estatuto de Autonomía recogida también en el reglamento parlamentario para superar la incidental coincidencia del bloque constitucional (PP y PSE-PSOE) con los anti-sistema de Batasuna empeñados en bloquear la aprobación de los Presupuestos para el 2002, ofrece algunos puntos de reflexión. Si el reglamento requiere un quórum para la adopción de determinados acuerdos parlamentarios, y en la medida que PP y PSE-PSOE saben que si acuden a la sesión no sólo prestan su presencia al quórum requerido sino que han de votar lo mismo que Batasuna, es decir, que no, propiciando así con una mayoría de votos el rechazo de la ley de presupuestos, no parece de recibo que opten por la solución filibustera y obstruccionista de no acudir al parlamento y forzar o bien que la inexistencia de quórum frustre la aprobación o que Batasuna aproveche la ocasión para sumarse al bloque abertzale y les dé la razón en la trasnochada tesis que ya sirvió para frustrar las expectativas electorales del tándem PP-PSOE en las autonómicas. Por eso, que a mi juicio no es más que la segunda parte de aquella estrategia de confrontación que consistió en criminalizar a todo el nacionalismo, que Atutxa eche mano del art. 27.3 del Estatuto y opte por una convocatoria extraordinaria con el solo fin de la aprobación de los Presupuestos mediante el recurso a reducir el quórum es una respuesta si bien anómala, ajustada al filibusterismo y al chantaje más o menos encubierto del boicot a configurar el quórum necesario protagonizado por la extraña pareja de tres que forman constitucionalistas y batasunos. Es bastante evidente que los argumentos de unos y otros contra el Gobierno de minoría están conectados al deseo de forzar un pacto parcial para que se apruebe el paquete con modificaciones que se arranquen, o bien, y esto es lo peligroso, para desestabilizar al Gobierno en beneficio de la ingobernabilidad o abocando a una nueva convocatoria electoral. Cuando escribo esta columna no sé si el PSE-PSOE habrá logrado vencer su pudor y su escalada hacia el ridículo político en Euskadi sentándose a hablar de una salida mediante la vía ordinaria a los presupuestos, o bien Batasuna se estará regocijando con la posibilidad de protagonizar en solitario su propio chantaje. Quizás la actitud de Atutxa sea el argumento más fehaciente para poner de manifiesto que ante el ejercicio de la oposición sin brida ni responsabilidad, estrujar el reglamento es una respuesta correcta a la irresponsabilidad de una oposición que, si en el caso de Batasuna es evidente que responde a una estrategia cínica, en el de PP y PSE-PSOE es algo más, porque compromete su imagen hasta el límite. Imaginémonos pues si algo así ocurriese en esta Comunidad. Con un presidente que no puede disolver anticipadamente las Cortes en caso de ingobernabilidad, con un Estatuto, y un reglamento parlamentario de menos posibilidades aún que la normativa vasca, y con un sistema electoral lesivo para las minorías es lógico que los dos grandes partidos de aquí estén objetivamente interesados en mantener las cosas como están y no tocar el Estatuto, porque, como dijo una vez mi amigo el diputado Andrés Perelló, utilizando la expresión para el supuesto de que quienes criticaban el sistema de primarias socialistas decían que mejor no tocar la urna, porque igual se quedan ciegos. Aquí ya se han ocupado bien en que la norma ampare el bipartidismo, y a eso van, si se les deja.

vicent.franch@eresmas.net

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