¿Una tasa de paro del 8,97%? ¡Seamos serios!
La publicación de los datos de paro registrado de junio nos vuelve a "deleitar" con la falacia consistente en calcular una tasa de paro tomando como referencia la cifra de población activa que se deduce de la Encuesta de Población Activa (EPA) (no es la única falacia; por ejemplo, se suele confundir disminución del paro registrado con creación de empleo). Desde hace tiempo, este autor (y otros) viene denunciando en diversos ámbitos, y no sólo académicos, la incorrección que supone hacer esa comparación no sólo por ser dos magnitudes que provienen de fuentes estadísticas tan distintas como son un registro administrativo y una encuesta por muestreo, sino porque conceptualmente la población activa de la EPA no es un todo (igual a 100) del que una parte (igual a la tasa que se calcula) es el paro registrado.Por definición, la población activa es exactamente igual a la suma de los ocupados y los parados. Eso implica que, al calcular la "tasa de paro registrado", se está diciendo implícitamente que la parte de la población activa que no es paro registrado es población ocupada. Según los datos publicados, si el paro registrado asciende a 1,5 millones de personas y la población activa de la EPA es de 16,7, decir que la tasa de paro es del 8,97% es tanto como decir que el empleo es un millón más del que da la EPA y el paro (el "verdadero" paro, o sea, el paro registrado del Inem) un millón menos. Ésa es la falacia, pues si bien es cierto que la EPA subestima el empleo, no es menos cierto que esa subestimación no implica una sobreestimación del paro, sino que la cifra de población activa de la EPA también está subestimada.
Ésta es precisamente la conclusión de un informe hecho público recientemente por el Consejo Superior de Estadística. Según ese informe, las diferencias entre el paro de la EPA y el paro registrado no obedecen a que la encuesta clasifique como paradas a personas que en realidad tienen empleo. El problema radica más bien en que, para calcular el paro registrado, el Inem excluye (en aplicación de una orden ministerial de 1985) a una serie de demandantes de empleo cuya situación se considera incompatible con la búsqueda activa de empleo, pero que sí serían considerados parados con los criterios internacionales de la OIT, que son los que aplican tanto la EPA como las encuestas de los demás países de la Unión Europea.
Debe resaltarse, por otra parte, que el concepto de paro registrado no se ha mantenido estable en el tiempo, por lo que la publicación de una serie que se remonte a 1977, como han hecho algunos medios de comunicación, es sencillamente absurdo, por no decir malintencionado. Hasta 1985 no había un criterio establecido para elaborar la estadística de paro registrado. Por otra parte, entre 1990 y 1993, el Inem empezó a aplicar el concepto con más rigor y es en esa época cuando se agrandan las diferencias entre el paro registrado y el paro de la EPA. Sólo desde 1994 puede hablarse de un concepto de paro registrado estadísticamente homogéneo. Pero es desde ese año cuando los datos de ambas fuentes, si se adoptan criterios homogéneos, dan cifras coherentes.
Lo que está claro, pues, es que la única cifra de paro válida para realizar tanto comparaciones internacionales como análisis de evolución temporal es la que se deduce de la EPA. Y así lo reconocen todos los técnicos del Ministerio de Trabajo, e incluso sus responsables políticos. Así pues, la única tasa de paro de la que se debe hablar es de la del 15,0% que dio la EPA en el primer trimestre. Por cierto, esa cifra es similar a la existente en 1991. Publicar cualquier otra cifra es faltar al rigor y a la seriedad.
Entonces, ¿por qué se sigue publicando esa absurda tasa de paro registrado? La respuesta es, en mi opinión, clara: deben seguir publicándose los datos de paro registrado, pero no de la forma en que se hace actualmente. El dato de paro registrado tiene tres aspectos positivos: es barato de obtener; se puede publicar muy deprisa, y permite obtener datos muy desagregados en el territorio. Como tal, permite detectar tendencias durante el periodo que transcurre hasta la publicación de los datos de la EPA, así como realizar estudios detallados que la EPA, por su naturaleza muestral, no puede realizar. Pero también tiene aspectos negativos, como la excesiva depuración, según los criterios internacionales, de algunos colectivos y el desconocimiento de la situación anterior y posterior de los parados registrados (lo que lleva al error de confundir disminución del paro registrado con creación de empleo).
Lo que habría que hacer, pues, es complementar los datos de paro registrado con otros que se ajusten mejor a los criterios internacionales. Lo interesante es que esos datos existen, al menos en parte. Desde hace un par de años, el Inem calcula los "demandantes no ocupados" (los llamados denos) que no son otra cosa que un intento de acercar el concepto de paro registrado a otro más asumible por la Comisión Europea como magnitud en la que basar las actuaciones previstas en los planes nacionales de acción para el empleo.
Por otra parte, el Inem debería publicar todos los meses no sólo el número de parados registrados o de denos, sino también los cambios de situación, o sea, cuántos de los denos en un determinado momento también lo eran un mes antes, cuántos no estaban inscritos o pertenecían a colectivos excluidos, cuántos tenían empleo, etcétera; y también cuántos de los denos de un mes antes lo siguen siendo, cuántos han encontrado empleo, cuántos han ido a otros colectivos excluidos. Esta información de "flujos" es algo más compleja que la mera publicación de las cifras de denos o de parados registrados, pero podría publicarse unos días después y sería un complemento muy valioso para el análisis del mercado de trabajo, con el valor añadido de la desagregación territorial.
En suma, lo que habría que hacer es, en mi opinión, lo siguiente:
-En primer lugar, dejar de publicar la ominosa "tasa de paro registrado", que atenta contra la sensibilidad estadística de cualquier persona con dos dedos de frente.
-En segundo lugar, reformar las estadísticas de paro registrado, completándolas con la publicación inmediata de la cifra de denos y la publicación algunos días después de los datos de flujos.
Si el Gobierno adopta estas dos medidas, aumentará su credibilidad como Gobierno serio y riguroso; pero, si persiste en las prácticas chapuceras actuales (e incluso las agrava, como ha sucedido en este último mes), perderá una ocasión histórica de marcar un hito de buena gobernación y dilapidará (como hicieron sus antecesores, especialmente en los años noventa) una parte del importante capital político que actualmente posee.
Luis Toharia es catedrático de Fundamentos del Análisis Económico de la Universidad de Alcalá.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.